Orquídeas y pequeñas tarjetas hay esparcidas por toda la oficina.
Cierro los ojos, me apoyo en la puerta cerrada y me dejo caer hasta el suelo.
Permanezco allí, abrazando mis rodillas y con la cabeza descansando en ellas durante unos minutos hasta que reúno la fuerza necesaria para levantarme y caminar hacia mí escritorio.Camino como si flotara, con la sensación de estar viviendo dentro de un sueño... un sueño que ya he tenido.
Recuerdo la vez anterior que llenó mi oficina de flores y tarjetas; y aunque ahora las circunstancias son otras, las mariposas en mi estómago son las mismas. Las que no puedo controlar, las que danzan y revolotean exaltadas cada vez que la presencia o el solo recuerdo de Lorenzo Castelli irrumpen en mi día a día.No puedo evitarlo, por más furiosa y decepcionada que esté con él, este detalle tan exquisito y refinado hace que mi corazón lata desbocado y mi cerebro reproduzca todos nuestros momentos juntos como si fuese una película.
Tomo una de las tarjetas colocada estratégicamente junto a las orquídeas azules. Es un color que trasmite paz y armonía, y Lorenzo lo ha tenido muy claro; abro el pequeño sobre de un azul algo más tenue que las bellas flores y me encuentro con una disculpa escrita por su puño y letra.
"He sido un completo idiota.
¿Podrías perdonarme? "Sería tan fácil decirle que sí y olvidarlo todo. Sin embargo me conozco demasiado bien como para ignorar el hecho de que sería incapaz de seguir adelante en nuestra relación con la sombra de su desconfianza surcando mi conciencia.
Dejo la tarjeta azul en su lugar y poso mi atención en las orquídeas de color rosado. Un calor tan delicado como el amor. Lorenzo ha estado en todos los detalles, porque esta vez, el sobre también es del color de las flores.
La nota que encuentro dentro me deja sin aliento.
"Me hiciste una mejor persona desde que entraste en mi vida. Y no quiero perder la maravillosa sensación de felicidad que siento cuando estoy contigo"
¡Dios! Me va a matar de amor cuando lo único que deseo es matarlo yo a él, y no de amor precisamente.
Suspiro mientras intento controlar alguna inoportuna lágrima que amenaza con salir.
Como si quemara, dejo la tarjeta en su lugar y me concentro en el siguiente ramo.
Un exuberante arreglo de orquídeas rojas que evocan lujuria y erotismo en todo su esplendor.Con dedos temblorososos tomo la nueva nota.
"Amor mío:
Deseo amarte hasta los huesos, y dibujar caricias en tu piel con mis suspiros.
Ojalá pudiera sentir que tus labios recorren mi cuerpo así como tú recorres mi mente a cada instante"Me está matando lentamente, obligándome a armarme de valor para soportar sus dulces embestidas sin flaquear.
Está jugando a desbaratar mi limitada fuerza de voluntad a sabiendas de que cuando se trata de él me cuesta muchísimo no ceder y no terminar entregándome por completo.
Lorenzo Castelli es como una droga en mi organismo. Cuando estoy junto a él siento que puedo volar alto, me siento ligera y plena. Se ha convertido en una adicción. Una deliciosa adicción, de la que debo rehabilitarme.Todavía estoy sumergida en mis pensamientos cuando la puerta de la oficina se abre.
Es Julieta, que me provoca otra vez ese deja-vu.—¡Dios mío, Isa! —exclama nada más entrar —. Esto ya lo hemos vivido...
—¿Verdad que sí? —digo y me dejo caer sobre mi silla.
Juli se acerca a los ramos, y en cuanto ve las tarjetas me mira con las cejas enarcadas. Sé que se está muriendo por leerlas así que le sonrío animándola a hacerlo.
—Adelante. Puedes leerlas—digo.
Hay un breve silencio en el que mi amiga se dedica a leer las benditas esquelas.
—Vaya, vaya, con el señor Castelli... ¿Quién iba a decir que detrás de su fachada de seductor hombre de negocios se ocultaría un corazón blando y romántico? —dice al terminar de leer.
—Te faltó que también oculta un corazón desconfiado y manipulador.
—A ver, Isabella. Por lo que me contaste anoche por teléfono, poco puedo deducir de por qué estás diciendo eso.
Tiene razón, anoche me limité a contarle que me habían hackeado la computadora y habían robado mis fotos. Pero no quise hablar de Lorenzo. Era como si él contárselo volviera el dolor más real.
Pero aquí estamos. Es mi mejor amiga y necesito en este momento sentir su apoyo y cariño así que se lo cuento.
Ella me escucha atentamente y sin interrumpir hasta el final de la historia.—Ay, Isa. No sé qué decir...
—¿Que Castelli es un maldito imbécil, por ejemplo?
Julieta sacude la cabeza.
—Sí — afirma —, lo es. Es un imbécil, pero un imbécil que está loco por ti.
—Se supone que eres mi amiga—le reclamo —. Se supone que debes estar de mi lado.
—Y lo estoy, Isabella. Eres mi amiga del alma y lo único que deseo es verte feliz —Se está poniendo melancólica, y lo que va a conseguir es que me largue a llorar —. Y para serte sincera, no te había visto tan contenta y radiante como en estas últimas semanas que estuviste junto a Lorenzo —agrega.
—¿Y? —Me niego a dar mi brazo a torcer.
—¡Que Lorenzo se equivocó! Eso no significa que sea una mala persona, ni que no te quiera... eso se nota en cada una de las palabras que te ha escrito en esas preciosas declaraciones.
—No lo sé...estoy muy dolida por su actitud. También dijo un montón de palabras ayer a la tarde en su despacho, y no sabes cuánto me hirieron.
Julieta toma mi mano y ya no soy capaz de soportar el peso de las lágrimas.
—Todos nos equivocamos, Isabella. Lo importante es darse cuenta de nuestros errores y ser capaz de pedir las disculpas correspondientes. ¿Vas a dejar pasar la oportunidad de ser feliz? ¿Volverás a blindar tu corazón para evitar que te dañen? —Su discurso hace que mis ojos parezcan las cataratas de Niagara.
Me encojo de hombros mientras busco un pañuelo descartable dentro de los cajones de mi escritorio.
—Te quiero muchísimo, amiga—continúa al ver que no digo nada—, y por eso tengo el deber de decirte, que negarte la oportunidad de amar sólo por temor a que puedan volver a romper tu corazón, es de cobardes. Porque al final, eso que tu te empeñas en llamar una existencia tranquila, no es más que un asiento en primera fila en donde ver la vida pasar. Y cuando llegues al final, y mires hacia atrás, no hallarás nada emocionante en ella. Te darás cuenta entonces que has pasado años y años nada más que respirando, sin embargo no has vivido.
Necesitas tomar las riendas y empezar a ser protagonista de tu propia vida, Isabella. Asume riesgos, amiga. ¡Atrévete a perdonar y amar!—Julieta —hablo con voz gangosa mientras me limpio la nariz y seco mis lágrimas —. ¿No has probado con dedicarte a presentar monólogos sobre superación personal? —bromeo para relajar la tensión del momento.
—¡Ya! —Se pone se pie —. Sé que no te gustan estas cursilerías. Pero al menos piénsalo. ¿Qué ha ocurrido entonces con tu viaje?
—Lo haré —afirmo—. Lorenzo ha puesto la condición de que si no soy yo quien vaya, no hay exclusiva. Te podrás imaginar que Patricia no se quedará sin su primicia...y yo necesito un trabajo para subsistir. No tengo opción.
Julieta sonríe y asiente con la cabeza.
—Caray con Lorenzo. ¡Sí que sabe lo que hace! —exclama y camina hacia la puerta —. ¿Te doy un consejo? Aprovecha el viaje para pensar en lo que te he dicho. Y a ponerlo en práctica, claro —agrega antes de desaparecer y dejarme sola hundida ahora en más preguntas que respuestas.
Capítulo dedicado a: Ivania86
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Deliciosa Adicción
RomantiekCuando la periodista Isabella Rienzo descubre la traición de su prometido a días de su boda, promete no volverse a enamorar. Todo se complica cuando una mañana despierta en la cama del terriblemente sexy y arrogante Lorenzo Castelli, quien desplegar...