Dos horas después de aquella maravillosa reconciliación y no sin antes haber hecho el amor una vez más mientras disfrutabamos de un exquisito baño de espuma, estamos listos para seguir nuestro recorrido.
Lorenzo se ha empeñado en seguir mostrándome la ciudad.—¿De verdad no podemos quedarnos aquí? —insisto.
Lorenzo me lanza su sonrisa seductora y juro que por un instante estoy a punto de colgarme de su cuello para besarle hasta quedarnos sin aire.
—¡Ohhh! ¡He creado una ninfómana! —exclama mientras se lleva las manos al corazón fingiendo estar escandalizado. Se coloca el abrigo y me tiende la mano —. Ven aquí. Te prometo que esta noche seré todo tuyo. Todo el tiempo que desees; pero ahora quiero llevarte allí—señala a través de la ventana.
La Fontana di Trevi.
Sonrío emocionada. Desde que vi las películas La dolce vita y Elsa y Fred, siempre he querido visitar esta maravillosa fuente.—Parece que la idea te hace ilusión.
—Claro que sí. ¡Es bellísima!
Abandonamos las instalaciones del hotel y comenzamos a caminar por la Vía del Corso. En cuanto comenzamos a adentrarnos entre las pequeñas calles, me es inevitable intuir que poco a poco nos aproximamos a la Fontana. Sólo basta con seguir a la gente y el bullicio.
Entonces sucede.
En cuanto cruzamos en la esquina de la Vía delle Murate, aparece en todo su esplendor.
Al principio me resulta más pequeña de lo que pensaba. Pero cuando comienzo a detallarla es impresionante lo grande que es en realidad.El lugar está abarrotado de turistas que se toman fotografías y lanzan monedas a la fuente.
Nos acercamos a ella tomados de la mano sorteando el tumulto de gente.—¿Qué crees que pasaría si me zambullo en sus frías aguas? ¡Claro que sería al mejor estilo Anita Ekberg!—bromeo al recordar la famosa escena de La dolce Vita.
Lorenzo sonríe y me atrae hacia él.
—Seguramente terminarías detenida por la policía. Y seríamos tapa de revista en todo el mundo.
—Tranquilo no me he vuelto tan loca.
—Pero si quieres emular la escena de alguna película, te sugiero que sea una de Tres monedas en la fuente —dice.
—¿Tres monedas en la fuente?
—Sí, preciosa. Esa película es la que ha dado en puntapié inicial a la larga tradición de lanzar monedas a la fuente.
—¿Esa que dice que si arrojas una moneda volverás a Roma?
—Es mucho más que eso —me dice con un guiño. Luego, metiendo una mano en el bolsillo de su pantalón, saca un puñado de monedas —. Toma.
Me entrega tres y entusiasmada como una niña pequeña a la que le han dado permiso para hacer una travesura, me acerco a la fuente deseosa de lanzarlas a las frías aguas.
—¡Espera! —grita Lorenzo a mis espaldas —. Te enseñaré cómo debes hacerlo.
—Uhmm ¿así que tiene su ciencia?
—Para que se cumpla, sí.
—Está bien. Enséñame —le pido.
Lorenzo se coloca de espaldas a la fuente y me pide que haga lo mismo.
—Lanza la moneda con tu mano derecha, sobre tu hombro izquierdo —dice arrojando su moneda tal como me lo explica.
Yo hago lo mismo y divertida me dispongo a arrojar una nueva moneda.

ESTÁS LEYENDO
Deliciosa Adicción
RomanceCuando la periodista Isabella Rienzo descubre la traición de su prometido a días de su boda, promete no volverse a enamorar. Todo se complica cuando una mañana despierta en la cama del terriblemente sexy y arrogante Lorenzo Castelli, quien desplegar...