CAPÍTULO 33

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Lorenzo se incorpora en la cama rápidamente.

—¿Hablas en serio? —pregunta sin poder dar crédito.

—Muy en serio, Lorenzo —digo,
y sé que se me dibuja una sonrisa tonta en el rostro al verlo sonreír a él —. No sé qué me has hecho... pero en este momento sólo me importa aprovechar todo el tiempo posible... así sea un día, una semana, un mes o veinte años, estoy dispuesta a aprovechar cada día a tu lado —agrego acariciando su mejilla.

Los ojos de Lorenzo brillan cargados de emoción.

—Espero que sean mucho más que veinte años, Isabella—replica tomando mi rostro y llenándome de besos.

Su ternura me derrite por completo y las barreras que con tanto empeño coloqué hace años en mi corazón, me miran burlonas mientras caen a los pies de este hombre que ha sabido derrumbarlas.

—Esto hay que festejarlo—Mira la botella de champagne que trajo y con el apuro de tocarnos no abrimos. Camina hacia ella, la abre hábilmente y sirve las copas y luego regresa a la cama conmigo.

—Chandon rose, para mi bella dona—dice entregándome una copa.

Sonrío.
Me siento feliz y asustada al mismo tiempo.

—Grazie signor, Castelli—susurro.

Choca su copa con la mía.

—Gracias a ti, por darnos esta oportunidad, preciosa.

—Salud por eso entonces, aunque... — Hago una breve pausa—, debo reconocer que
todo esto aún me da un poco de miedo—confieso antes de beber un trago de champagne

—Todo lo bueno comienza con algo de miedo, Isabella — Acaricia mi mejilla con el dorso de su mano —. Yo también lo tengo... pero estoy convencido que valdrá la pena correr el riesgo.

Asiento lentamente y luego doy otro sorbo a mi copa.

—Tienes razón... sé que no puedes bajarme la luna, pero puedes llevarme hasta ella con sólo una caricia...

—Isabella Rienzo... — me interrumpe —, no sé si eres tu realmente o es el alcohol que ha tomado posesión de tus labios, pero me encanta lo que acaba de salir de ellos—murmura sobre mi boca besándome dulcemente —. Gracias por llegar a mi vida, Isabella.

Sonrío, sonrío y sonrío.
Me siento volar sin alas... Siento que sueño despierta.
Es una sensación muy extraña volver a apostar a una ilusión, pero me gusta como se siente.
Tal vez Lorenzo no sea un héroe, ni yo una princesa en un cuento encantado. Tal vez nuestra historia no sea perfecta, pero no me importa... quiero arriesgarme, quiero intentarlo.

—¿Sabes una cosa, Isabella? Es por todo esto que te conté que me preocupo tanto por que no conduzcas en la noche o si has bebido; no es por capricho mío como tu crees. ¿Ahora entiendes? —me dice muy serio.

Ahora lo entiendo.
Todas las veces que me controlaba si iba a conducir por la noche, las veces que me decía que si iba a beber que usara un taxi y a mi me resultaba tan molesto.

Dejo mi copa vacía sobre la mesa de noche.

—Ahora tiene sentido —digo metiéndome en la cama.

—La tarde que te choqué y te vi inconciente allí dentro del auto casi me vuelvo loco. Fue como revivir aquella pesadilla y si insistí en llevarte a mi casa fue porque me sentí incapaz de dejarte sola... necesitaba cuidarte, y bueno... también debo reconocer que me gustaste mucho —me cuenta dejando su copa en la mesa de luz para reunirse conmigo en la cama.

Deliciosa AdicciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora