CAPÍTULO 45

3.9K 330 24
                                    

—Isabella Rienzo, no puedes dejarte engatusar así de fácil... ¡Reacciona! —oigo chillar a la molesta vocesita que a veces es mi consciencia.

Frustrada, suelto un resoplido.
Me encuentro en una encrucijada; por un lado deseo permanecer en brazos de este hombre, para siempre si eso fuera posible, pero por otro lado todavía sigo muy enfadada con él. Aún me duelen sus palabras, su desconfianza.
Estoy debatiéndome entre lo que desea el corazón y lo que mi cerebro me ordena a hacer y justo cuando el corazón lleva las de ganar el cerebro toma la voz cantante y me obliga a apartarme de Lorenzo.

—No puedes cambiar mis planes así como así —protesto. Me deshago de su abrazo y doy  un paso hacia atrás —. Dijiste que el viaje estaba previsto para el día de mañana... ¡No pienso ir contigo a ningún lado hoy!

—Isabella, esto no se trata de un capricho de mi parte. ¡De veras debemos partir hoy!

—¿Por qué?

—Isa, ya te lo he dicho. Las condiciones del tiempo pueden empeorar. Si eso ocurre y cancelan los vuelos de mañana, no llegaré a tiempo para cumplir con toda mi agenda prevista para estos días y...

—¡Y nada! —interrumpo colérica. No puede hacerme rehén de sus problemas de agenda —. Si el problema son tus benditos compromisos, vete tú sólo. Yo puedo hacerlo otro día. Me quieres para la inauguración de tu hotel, ¿verdad? Pues no es necesario que esté allí casi dos semanas antes —agrego mientras camino de un lado a otro del salón.

—Isabella, detente —me pide tomando mi brazo con firmeza. Cierro los ojos con fuerza mientras largo un suspiro y me giro muy despacio hacia él —.Te quiero en mi vida, preciosa. No solamente para la inauguración en Riomanggiore —. Sus manos acunan mi rostro y la yema de sus pulgares acarician mis mejillas con sutileza.

Sus palabras me dejan paralizada. No me las esperaba, como tampoco me esperaba que se apareciese de esta forma en mi casa.
Sus labios comienzan a acercarse peligrosamente a los míos y nuevamente debo valerme de todas mis fuerzas para evitar acortar la distancia entre ellos y lanzarme a besarle.

—Me estás obligando trabajar para ti, Lorenzo. Creo que eso ya es formar parte de tu vida. Eso debería ser suficiente—replico esforzándome por que mi voz suene con firmeza y no refleje el desorden de emociones que tengo en mi interior.

Intento alejarme otra vez, pero sus manos dejan mis mejillas para aprisionar mi cintura impidiendo que pueda dar un solo paso.

—No tendré suficiente de ti hasta obtener tu perdón, Isabella.

—Pues entonces te perdono—hablo con toda la frialdad de la que soy capaz —. ¿Suficiente? ¿Puedes marcharte ahora y dejar que yo vuele a Italia cuando a mí me parezca oportuno?

—Hasta el día en que pueda volver a sentir tu amor... hasta la noche en que me permitas volver a sentir tu cuerpo y a la mañana siguiente vuelva a verte amanecer en mis brazos... no tendré suficiente, Isabella.

Odio su capacidad de hacerme morir de amor con cada una de sus palabras bonitas.
Odio volverme débil ante él.

—Ya deja de decir esas cosas...—vuelvo a protestar.

—Es la verdad, Isabella.

Suspiro mientras tomo sus manos y las aparto de mi cintura para poder dar un par de pasos hacia atrás y tomar distancia.

—Ya no sé que pensar, Lorenzo. Vienes aquí y me hablas bonito. Intentas convencerme de que me necesitas en tu vida pero hace apenas unos días me acusaste de ser una trepadora... ¿Crees que puedo olvidarlo con tanta facilidad?

Deliciosa AdicciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora