CAPÍTULO 39

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Lorenzo:

La decepción reflejada en los ojos de Isabella antes de salir del despacho hace que algo dentro de mí se quiebre, y en cuanto la veo desaparecer tras la puerta mi mundo se viene abajo otra vez.

¿Qué pretendía? ¿Que se quedara a escuchar como la insultaba?

En mi interior está librándose una batalla.
Una parte de mí quiere correr detrás de ella, pedirle perdón y rogarle que no se marche, la otra sin embargo está ciega de ira, decepcionada y cargada de frustración.

Esta situación es un maldito deja vu.
Aún tengo fresco en mi memoria aquella tarde de verano cuando recibí aquel nefasto periódico en donde me describían como un monstruo.
¡Me acusaron de abusador!
Durante varias semanas no pude salir a la calle sin sentirme señalado; y todo gracias a la vanidad y codicia de algunas personas. Gente sin escrúpulos, que nada les importó con tal de conseguir sus objetivos.

¡Maldita prensa! —pienso mientras camino de un lado a otro del despacho.

Pero Isabella... ella es diferente.

¿O no?

Me dejo caer sobre el sillón, apoyo mis codos en las rodillas y hundo mi cabeza entre ellas.

Si ella no ha entregado esas fotos... ¿Quién lo ha hecho? ¿Para qué?
Debo averiguar que carajos pasó.

A mi mente vuelven imágenes fugaces de Isabella en el momento que se marchaba haciendo que me sienta una mierda.

¡Ni siquiera le di el beneficio de la duda!

¡Soy un completo imbécil!

Vuelvo a leer la nota que me dejaron junto con la revista y cuanto más la leo, más me convenzo que es absurda.

¿Cómo no fui capaz de verlo antes?

¡Dios!

Debo encontrar al verdadero culpable de esto... y hacer hasta lo imposible para que Isabella me perdone.

Isabella:

Nada mas llegar a casa y me hundo en el sofá.
Ni siquiera los besos de Lola en su intento por captar mi atención logran hacer que me sienta mejor.
Lo peor de todo esto es que yo solita me he metido en este lío.
Todo por no cumplir con la promesa hecha a mi misma años atrás cuando las heridas causadas por la traición de Mauro estaban a flor de piel.

No debí permitir que otro hombre entrara en mi vida; mucho menos abrirle el corazón como lo hice.

Ahora otra vez estoy consumiéndome en el dolor. Pero este es más profundo y desgarrador.
Con Lorenzo comprendí que el amor no tiene nada que ver con el tiempo. No está ligado a él.

Pasé años junto a Mauro sin  sentir ni la mitad de lo que siento por Lorenzo.

Estoy regodeándome en la tristeza cuando escucho mi celular sonar dentro del bolso.
Al tomarlo veo que tengo decenas de llamadas perdidas, mensajes de texto y wathsap.
Ha de haber estado sonando sin cesar durante horas, pero sumergida en mis pensamientos no lo he escuchado.

Quien llama ahora es Lorenzo, lo último que deseo es hablar con él, tampoco tengo ganas de responder a los mensajes recibidos así que hago el teléfono a un lado y me arrastro hacia el baño con la intención de meterme en la bañera y no salir de allí hasta que mis dedos estén como si hubiesen  envejecido treinta años.

Me desvisto mientras la bañera se llena. El vapor de agua ya comienza a relajar mis músculos.
Suspiro agradecida por que la tensión acumulada me de un respiro y en cuanto pongo un pie dentro del agua el sonido del timbre me sorprende.

Deliciosa AdicciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora