Prólogo

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Narra Hinata.

Corre.

Corre.

Sigue corriendo.

No pares.

No mires atrás.

—¡Vuelve aquí maldito mal nacido!

No mires atrás.

Sigue corriendo.

No te caigas.

...

Estúpido.

—Así que querías escapar marica.—Dijo el líder de todos aquellos imbéciles que me golpeaban.—Agárrenlo.

Dos de ellos me tomaron de los brazos y me sostuvieron mientras que el líder me daba unos cuantos puñetazos en el estómago y el rostro. Mi labio inferior comenzó a sangrar, aunque no es nada nuevo en realidad.

Cuando me era imposible seguir de pie caí al piso, haciendo que los que me tenían agarrado, el líder y los otros empezaran a patearme y a escupirme. Una vez satisfechos se marcharon entre risas cómplices.

Me quede ahí unos cuantos minutos para recobrar un poco de fuerza y poder levantarme, y aunque me hubiese gustado permanecer un rato más me levanté al sentir como del cielo comenzaban a caer gruesas gotas de agua.

Llegué a mi casa todo mojado y abrí la puerta lentamente para que nadie lo notara.

—¡Me importa una mierda tus escusas!—Gritó mi padre hacia mi madre.

—¡No son escusas! ¡además a ti no debería importante lo que haga yo!—Replicó ella con una desafiante mirada.

—¡Cierra la boca!—Contestó más fuerte mi padre alzando la mano en dirección a ella, y aún notando mi presencia no dudó estampar su mano en la mejilla de mi madre. Y es algo que yo sabía que sucedía, sin embargo nunca lo había presenciando.—¡¿Qué miras?! ¡ve a tu cuarto!

Se dio vuelta y se metió en la cocina, mi madre histérica me miró y se fue a su cuarto, yo la imite subiendo al mío. Abrí la puerta tirando la mochila a vaya saber dónde y me tiré sobre mi cama, cerré los ojos y me dormí, estaba demasiado cansado como para bañarme.

El sonido de una botella rompiéndose me despertó, abrí los ojos lentamente encontrándome entre la oscuridad, me había dormido demasiado, aunque recién eran las siete de la tarde.

Salí a comprar algo para comer al conbini que se encontraba un poco lejos de mi casa, y cerca de un parque cené unas bolas de onigiri. No quería volver a mi casa, pero tenía que.

(...)

Al volver a mi casa, noté que ninguno de mis padres estaba, así que aproveché para prepararme un postre ya que me gustaban muchos los dulces.

Subí a mi cuarto y encendí mi computadora para leer un manga, me quede hasta altas horas de la madrugada y decidí que era mejor ir a dormir, necesitaba reponer energías ya que mañana me esperaría otra paliza, pues era viernes y aquellas eran peores, "para que no me olvide de quien manda".

Desperté a las horas para ir a la escuela. Las clases fueron normales, nada del otro mundo.

En el primer receso subí a la azotea y allí se encontraba un pelirrojo durmiendo placenteramente, me daba algo de envidia. Con sigilo caminé hasta el costado de la azotea alejándome de aquel chico, no quería despertarlo, nunca se sabe como puede reaccionar alguien.

Stop Bullying - (Gay) //FINALIZADA//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora