The beginning

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Anthony Stark.

Últimamente, había perdido un poco el interés en la fotografía, ya que estaba cansado de tomar imágenes de lo mismo día tras día.

De vez en cuando también solía fotografiar los rostros y figuras de artistas que solicitaban mis servicios, pero tampoco era de mi interés.

Había salido a buscar algo que me motivase, que me devolviera las ganas de seguir dedicándome a este trabajo, al que tanto empeño le había puesto desde que me regalaron mi primera cámara.

Desde muy pequeño, disfrutaba viendo cómo mi padre tomaba imágenes de paisajes y animales.

Supongo que desde siempre quise dedicarme a ello.

Desde que empecé a hacer fotos, en ningún momento me había encontrado en esta situación: Desganado y con falta de inspiración.

Una vez más me había rendido, aquella tarde, ya era la tercera. Me senté sobre un banco, situado frente a una fuente, decorada con hermosas flores a su alrededor, buscando a lo lejos, cualquier cosa. Pero nada.

Suspiré un par de veces, para seguidamente dar un largo bostezo.

Abrí los ojos, los cuales se me habían cerrado por el cansancio, y visualicé algo que llamó mi atención. Dejé la cámara sobre mi regazo y me froté los ojos con ambas manos. Quería cerciorarme de que lo que había visto era totalmente cierto, y no producto de mi imaginación.

Justo enfrente de mí, un joven rubio con prendas un poco anticuadas, caminaba con cierta gracia hacia alguna dirección.

No había tenido tiempo suficiente para contemplarlo con más calma, ya que ahora se encontraba de espaldas, mientras iba alejándose poco a poco.

Tomé, rápidamente, mi cámara entre mis manos y comencé a fotografiarlo sin que se diese cuenta. Pero las fotos que hice, no eran suficiente. Necesitaba una mejor, una que pudiera admirar su rostro, por completo.

Me levanté de donde estaba sentado, y, a toda prisa, me acerqué a él

—Oye, ¿estudias por aquí, o algo? —Fue lo primero que se me ocurrió preguntarle, tras ver una mochila colgada a su espalda, para entablar una conversación con el rubio. El chico me miró por encima del hombro, extrañado.

—S...sí —respondió a mi desesperada pregunta. Yo, rezaba por encontrar las palabras adecuadas que decirle al joven— En la universidad de aquí —dijo, señalando con el dedo, refiriéndose a la calle paralela a la que estábamos—. ¿Por qué?

—¿Vives con tus padres? ¿Te pagan ellos los estudios? —Podía parecer que me entrometía demasiado en su vida, con aquellas preguntas, pero lo que quería decirle era...

—Vivo con mis padres —respondió, más bien por ser educado que por querer hacerlo—. Y no, yo pago mis estudios cómo puedo —El chico se encontraba ahora con el ceño fruncido—. ¿Es esto para algún tipo de encuesta?

—Oh, no —Me llevé una de las manos a la cabeza, debido a lo nervioso que me encontraba—. Digamos que estoy buscando... —Inspiración, quise decir, pero no iba a decir algo tan descarado como que él me inspiraba. No porque yo no fuese capaz, evidentemente, sino porque el chaval podría optar por pasar de escuchar lo que tenía que decirle— modelos de desnudo.

Fue lo que dije. El chico se mantenía con la misma expresión en el rostro, y siguió andando, dejándome atrás.

—¡Eh, eh! ¡Espera! —grité, en lo que le alcanzaba.

—Déjeme, señor. No estoy para tonterías. —Así que el chico era educado.

—¿No necesitas dinero? Te pagaré bien.

My model [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora