«Mr. Stark»

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Steve Rogers.

Estábamos caminando de vuelta a nuestras casas, cuando Bucky por fin volvió a dirigirme la palabra.

—¿Y qué tal?

Si alguien no lo conociera como lo hago yo, creería que esa pregunta fue alzada con intenciones sucias, esperando que contara algo de la escena de sexo. Pero no.

Se refería a qué me había parecido. A cómo había sido mi experiencia con Stark. Si sentía algo por él, o sólo había sido algo espontáneo debido al calentón.

—Si te soy sincero... —dije— No sé nada.

—Ya... Imagino. —articuló sin saber qué decir realmente.

—Me sentí bien en el momento —Admití—. Él siempre está sacándome de mis casillas... Normalmente actúo de otra manera cuando eso sucede, pero esta vez... Sucedió eso. —dije en voz baja, al notar que dos personas pasaban por nuestro lado.  

—Bueno —habló mi mejor amigo—, no te ralles, tío. Lo que sea que sientas, lo terminarás descubriendo. Date tiempo.

Escuchar esas palabras hizo que mi cuerpo se relajara levemente.

La verdad es que no tenía sentido comerme la cabeza de aquella forma. Era una tontería.

Pero claro, todo me parecía tan raro...

Nunca me había sentido atraído por un hombre, pero el hecho de que terminase haciéndolo, no con uno, si no con él... me enfadaba.

¡Con él!

Simplemente yo debía estar enfermo.

[...]

Me había despedido de Bucky y entrado por la puerta de mi casa.

Lo único que me apetecía ahora era dormir. Necesitaba no pensar en nada.

Mi madre se asomó para saludarme.

Solté la mochila en un rincón, y me acerqué a ella para darle un beso.

—Hola, mamá —le dije con una sonrisa—. ¿Qué tal tu día?

—Muy bien, cariño. ¿Y el tuyo?

—Agotador —respondí con una sonrisa cansada—. Me echaré un rato ahora.

—Me parece bien, cielo. Tienes que recuperar fuerzas.

Una idea malpensada se me vino a la cabeza, pero la descarté tan rápido como llegó.

No era hora de pensar.

—Descansa, mi vida.

Volví a sonreírle, y sin decir nada más, me metí en mi habitación. 

Una vez cerré la puerta, comencé a desnudarme para meterme en la cama. Antes de bajarme los pantalones, saqué mi pequeño móvil para dejarlo sobre el escritorio, cuando emitió un sonido vibrante, mostrando un mensaje en la pantalla.

Suspiré sin ganas de nada.

Miré de quién era el mensaje, descubriendo que mi mejor amigo me había mandado texto, animándome.

Lo último que me escribió fue "Lo que menos debe preocuparte ahora son idioteces como esa, sabiendo que los finales están a la vuelta de la esquina. Ánimo, tío"

Sonreí por lo buen amigo que siempre había sido conmigo. Aunque no era agradable que me hubiese recordado el tema de los exámenes, eso solo me tensaba más aún.

Sin darle más importancia, seguí con lo que estaba haciendo y destapé la cama para meterme dentro.

[...]

—Cielo... despierta —Escuché. Pero no fue suficiente para que despertara del todo—. Cielo... —Noté como la dueña de esa voz se acercaba a la cama— ¿Quieres que te prepare algo de merendar? Te vendrá bien comer algo. Verás como empiezas a sentirte con más energía.

Le sonreí.

No podía evitarlo.

La quiero con toda mi alma. Siempre estaba preocupándose por mí.

Quizás sea el instinto de una madre.

Asentí al mismo tiempo le decía que sí con palabras.

Ella se fue y yo volví a cerrar en los ojos en el tiempo que me preparaba algo.

Cuando llamó a mi puerta, salí sin que tuviese que volver a decirme nada.

—Gracias, mamá. —dije, una vez me senté frente a la mesa.

—De nada, hijo.

Ella se sentó conmigo, mirándome con una sonrisa encantadora. Esa que siempre solía dedicarme.

—¿Hay algo que te preocupe, cariño? —Le había dado el primer bocado al sándwich, y me quedé observando a mi madre, hasta que pude tragarlo para hablar.

—¿Por qué lo dices? —pregunté fingiendo que nada me estaba martirizando el cerebro.

—No sé —respondió—. Te noto raro.

—Mamá, sólo estoy cansado. No es nada. —Volví a dar otro bocado al pan, mientras mi madre no me apartaba la mirada.

—¿Seguro? Ya sabes que puedes contarme lo que quieras.

Yo la miré divertido. Intentando quitarle seriedad al asunto.

—Ya lo sé, mamá —Hice una pausa para masticar y volví a hablar—. Si tuviera algún problema, lo hablaría contigo, ¿de acuerdo? No te preocupes, que no me pasa nada.

Ella sonrió más calmada.

—Eso me deja más tranquila.

[...]

Pasaron un par de días, los cuales había dedicado, las tardes, a visitar a Edward, junto a mi mejor amigo.

Estaba mejor. Ya hasta reía a carcajada limpia cuando se hacía alguna broma sobre algo.

Me hacía muy feliz verlo tan alegre. Tan lleno de vida.

Tan hablador como de costumbre.

Prácticamente, era como un segundo padre para mí.

—Y bueno, ¿sigues trabajando para ese hombre?

La repentina pregunta golpeó mi mente con brusquedad.

Desvié la mirada hacia otro lado, sin saber qué responder.

—Sí —respondió Bucky por mí—. Sigue siendo un guapo modelo —dijo en tono de burla—. Pronto se hará mundialmente conocido y no querrá saber nada de las personas corrientes como nosotros.

Me sentía aliviado y agradecido de que hubiese evadido el tema, y lo hubiera desviado a algo secundario, donde el apellido Stark no fuese nombrado.

Al mismo tiempo me pareció divertida si forma de haberlo hecho.

—No seas tonto —sonreí—. Os visitaría a escondidas.

Todos emitimos una estruendosa risa, mientras nos mirábamos unos a otros.

[...]

Estaba sentado en mi cama, dispuesto a tumbarme, cuando una llamada me lo impidió.

Me puse en pie para acercarme al móvil.

En la pantalla reflejaba "Mr. Stark"

My model [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora