«I don't know what I want»

2.4K 302 87
                                    

Anthony Stark.

—Nos fuimos corriendo en dirección al estudio, Bruce. Tenías que haber visto lo cachondo que estaba... —Me mordí el labio inferior ante tal excitante recuerdo y continué hablando— Es tan follable... Que por cierto, en cuanto a eso...

—¿Por qué siempre me tienes que contar estas cosas?

—Calla y escucha.

[...]

—Vamos al estudio, entonces... —dijo. Y mi voz parecía haber desaparecido para siempre. No podía creerme lo que estaba sucediendo.

Corrí tras él, y cuando estábamos casi, él se detuvo junto al marco de la puerta para esperarme, mirándome con deseo.

Llevó sus manos a mis mejillas, acercando su rostro al mío, y nuestros labios se unieron.

Se hizo paso en el interior de mi boca, con desesperación, como si no fuese capaz de esperar un segundo más.

Nos adentramos en la habitación, Rogers de espaldas y yo de frente.

Su trasero chocó contra el pequeño escritorio que había justo al fondo.

Esperé a que se sentara, mientras seguíamos besándonos sin ser capaz de separarnos, pero él nunca llegó a hacerlo.

—¿Vas a apoyar ese hermoso culo tuyo en la mesa, de una vez?

Él se desconcertó un poco en el momento en el que me terminé el beso para poder hablar.

Steve arrugó las cejas en respuesta a mi pregunta.

—Eres tú quien va a sentarse encima —articuló. Y acto seguido me cargó en brazos para subirme. Yo me quedé paralizado por un momento—. Te dije que no soy nada inocente cuando me lo propongo.

Me empujó con cierta suavidad, tumbándome sobre la superficie lisa. Subiéndose él también, quedando encima de mi cuerpo.

Su pene rozó el mío. Luego ese contacto se hizo más fuerte.

Nuestros miembros hacían presión el uno con el otro.

Steve no dejaba de besarme con efusividad.

Mis manos se desplazaban por todo su cuerpo, pidiendo más de él.

Pidiendo una cantidad infinita de él.

—No puedo esperar más, rubiales... Será mejor que...

—¿Tan difícil es hacerte callar? —preguntó, sonriente— Eres muy molesto.

Sonreí por la inesperada última frase, mirándolo con picardía.

—La verdad es que es complicado hacerme callar... Vas a tener que obligarme.

Él me miró con seriedad, pero no dijo nada.

De pronto, alzó mis piernas, apoyándolas sobre sus hombros, mientras se colocaba frente a mi entrada.

El cuerpo se me tensó de repente. Me sentía excitado, pero también bastante nervioso.

Rogers pareció notarlo, lo cual vio divertido.

Quise decirle un par de cosas pero sólo emití un molesto "Tsk"

De todas formas tampoco podía razonar en ese momento.

La punta de su pene rozaba mi entrada con delicadeza. Moviéndose un poco, pero sin llegar a entrar.

Solté un gruñido.

Él rió.

—No sé qué te parece tan gracioso, cara acelga —dije, fingiendo estar más molesto de lo que realmente estaba—. Deja de jugar y ponte a...

La frase ni siquiera llegó a acabar.

Su miembro, duro e hinchado, invadió mi cavidad anal, logrando robarme un sonoro gemido.

Pasó sus brazos por debajo de los míos, agarrándose a mis hombros, desde abajo. Aumentando el movimiento de sus caderas.

Yo lo miraba impresionado, aún sin poder creerme que eso estuviera pasando. Era como una especie de sueño, de esos que ya había tenido miles de veces, pero con una ligera diferencia. Este se sentía diferente

Sus caderas chocando con mis glúteos, su mirada placentera que no dejaba de verme a los ojos, su rubia cabellera despeinándose a medida me embestía...

Mi pene comenzó a doler por culpa de ese pensamiento.

Y justo en ese momento, una de sus manos fue a parar a mi entrepierna, con la idea de acariciarme... Entre ese pensamiento y ese acto tan repentino... me corrí.

Los ojos cristalinos de Rogers me miraron estupefactos.

Por primera vez en mi vida, me sentí avergonzado. Me sentí virgen en sus manos.

No dijo nada, sólo se limitó a continuar con sus bruscos movimientos hasta correrse en mi interior, para después terminar desplomándose sobre mi cuerpo.

—No sabía que tenía ese poder sobre ti... —rió, burlándose de mí.

—Idiota... —murmuré molesto.

Nunca imaginé que alguien como el rubiales, podría llegar a hacerme sentir tan pequeño. Con lo inocente que se muestra al mundo...

[...]

—¿Has terminado ya? —Banner me miraba con asco, deseando que terminara de contarle lo sucedido con Rogers. No quería escuchar nada más.

—Sí, ya está todo —respondí—. ¿No te parece raro? Ya no sólo me refiero a que haya ocurrido algo tan increíble como esto, sino a que él sea el dominante. Bueno, no es raro por su gran cantidad de nada muscular, pero ¿y esa cara tan inocente que tiene? —Una imagen del día anterior me vino a la mente, demostrándome lo poco inocente que en realidad era— Aunque me encanta que lo sea...

Él volvió a poner cara rara.

—Pues si quieres mi opinión, yo lo veo como dominante. —dijo tan tranquilo. Y se giró, para ir en dirección a mi cocina.

—¡¿Cómo que lo ves el dominante?! ¿Te refieres a comparándolo conmigo o...? No lo estarás comparando contigo, ¿no?

—¡Pero, ¿qué dices?! —gritó, incomodo— ¿Por qué iba a hacer eso? —Hizo una pausa y respondió a mis preguntas— Lo veo dominante en general. Comparado con nadie. No sé, le pega más —Volvió a incomodarse—. ¡Y deja ya de preguntarme tonterías!

—Pues no sé... Quizás tengas razón.

Bruce abrió mi nevera, mientras yo lo seguía a pasos lentos, sin mirarlo directamente.

—Y bueno —habló de nuevo mi amigo—, ¿ahora que has conseguido lo que querías vas a dejarlo en paz o no te ha sido suficiente?

No me esperaba aquella pregunta.

La verdad es que había estado detrás de Rogers desde el primer momento en que lo vi. Su cabellera rubia moviéndose con la suave brisa, su amabilidad con la que me recibió y la forma en la que tenía de arrugar el entrecejo cuando le decía algo que no le agradaba en absoluto.

¿Que si ya me había quedado tranquilo después de haber tenido sexo con él?

La verdad... es que no lo sabía.

My model [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora