Drunk Stark

4.2K 508 17
                                    

Steve Rogers.

Había terminado todo lo que tenía que hacer por ese día. Lo único que me quedaba era esperar la desesperante llamada de Stark.

Salí a comprar un bolígrafo azul. El que había estado usando desde hacía poco, se le gastó la tinta.



—Hasta luego. —Se despidió de mí el hombre canoso que atendía la papelería. Yo hice otro tanto y me detuve antes de cruzar la carretera.



El móvil estaba vibrando en mi bolsillo y se hacía oír la odiosa melodía que venía con el móvil. Algún día la cambiaría.

Saqué mi teléfono del bolsillo y atendí a la llamada.



—Eh, guaperas —Era evidente que era él—. ¿Dónde estás? ¿Quieres que vaya a recogerte? —Su voz sonaba algo diferente a lo habitual.

—Acabo de salir hace un momento de una papelería.

—¿Cuál de todas ellas?

—Una que hace de esquina —dije—. Está situada a unos pasos de una iglesia que hay en la misma calle.

—Vale. Sé cuál es. Voy a buscarte. —Ya sabía qué era lo que notaba en su voz. Estaba bebido.

—¿Está borracho? —pregunté, a pesar de saber la respuesta.

—No. —dijo él.

—Claro que sí. No conduzca en esas condiciones.

—¿Y si va un amigo a por ti? —Se escucharon murmullos al otro lado del aparato.

—¿Un amigo? —pregunté.

—Sí. Está aquí conmigo.



No supe qué responder a aquello.

Me quedé en silencio e intenté hacer como el que se lo pensaba.



—¿Qué me dices? —Volvió a decir.

—Está bien —Crucé la carretera, mientras pensaba en lo siguiente—. ¿Usted no vendrá?

—¿Para qué? Vamos a estar aquí. ¿Por qué? ¿Quieres que vaya? —El tono de voz que utilizó para preguntarme eso, no me gustó en absoluto.

—No, claro que no —dije indignado—. Es sólo que no conozco a su amigo.

—Es un buen tipo. Te caerá bien.



Bufé y en ese momento me colgó. No sin antes decirme que no me moviese de donde estaba. Que enseguida venía un tal Bruce a recogerme.

Me quedé al otro lado de la acera, sin moverme, hasta que mi cuerpo se giró automáticamente, buscando a alguien —que llamara mi atención— con la mirada.

Guardé el teléfono móvil y me crucé de brazos a la espera.

No pasaron más de quince minutos, cuando vi el lujoso coche de Stark, conducido por otra persona.

Un hombre castaño de cabellos ondulados, movió su mano, con gracia, hacia mí. Mientras mostraba una amable sonrisa en sus labios.

No parecía ser como él, me dije. Y minutos más adelante me daría cuenta de que estaba en lo cierto.

Me acerqué en su dirección y abrí la puerta del copiloto, para acto seguido entrar.



—Me llamo Steve, usted debe ser...

—Oh —Su sonrisa era del todo sincera—. No me llames de usted, por favor. Y sí, soy Bruce. Tony me ha mandado a recogerte.



Tony... Era raro pensar en él escuchando esa palabra.



—Encantado, Bruce. —Ambos nos dimos un apretón de manos.

—Igualmente, Steve —El hombre de ojos castaños volvió a sonreír y antes de arrancar el coche dijo algo más—. Pongámonos manos a la obra.



Desde luego, no estaba para nada equivocado con Bruce. Era un buen tipo.

Estuvimos hablando un poco de camino al pub al que nos dirigíamos.

Me estuvo diciendo, incluso, que Stark era mucho más de lo que aparentaba ser. Que era una persona que sólo dejaba que lo vieran como un tipo duro. No solía abrirse a los demás, pero de vez en cuando él conseguía que lo hiciera.

Me costaba verlo de otra forma que no fuera el idiota arrogante y egocéntrico que era. De hecho, intentaba imaginarlo, pero no lo conseguía.



—Hemos llegado —dijo—. Baja. Enseguida estoy con vosotros. Voy a aparcar este cacharro.



Asentí con la cabeza, y salí del vehículo.

Eché un vistazo al interior del local, y pude ver a Stark sentado frente al mostrador con un vaso ancho en su mano derecha.

Suspiré y me dispuse a entrar. Empujé una de las puertas, caminé hasta donde se encontraba el millonario, y me senté a su lado.



—Hola. —lo saludé. Él levantó la mirada hacía a mí, al mismo tiempo que alzó la bebida que sostenía en su mano.

—Hola, encanto —Dejó el vaso sobre el mostrador y siguió hablando—. ¿Qué quieres tomar?

—¿Qué está tomando usted? —El trajeado rodó los ojos.

—Deja de llamarme de usted —dijo—. Y sobretodo después de verme en este estado.



Por una vez, mi respuesta a aquel hombre fue una sincera sonrisa.



—Está bien —dije—. Y... ¿Qué estás tomando?

—No te recomiendo tomar esto, rubiales —Entrecerró los ojos con fuerza, después de dar un trago a su bebida y me miró de nuevo—. Ni siquiera deberían tener esta bebida aquí. Está apartada sólo para mí.

—¿Tan fuerte es? —le pregunté. Él no me oyó o fingió no hacerlo.

—Pon al chico un Bacardi. —dijo, volviéndose al barman. El hombre obedeció de inmediato a sus palabras.

—No debería beber eso. —Sin darme cuenta, volví a llamarlo de usted, pero él no pareció darse cuenta.

—No debería hacer muchas cosas.

—Pues puede que sea hora de empezar.



Stark me observó en silencio. Después de varios segundos, sonrió para sí.



—Quizás tengas razón. —Fue a levantar el brazo para alcanzar, de nuevo, su bebida, pero yo se lo impedí.

—Está bien por hoy. —En ese momento, el hombre tras el mostrador había dejado sobre este la bebida que Stark había pedido para mí. La agarré y bebí un primer trago.

—Oh, vamos —Se quejó el borracho—. Deja al menos que me la termine. —Echó el peso de su cuerpo sobre el mío, intentando alcanzar el vaso, que había alejado lo máximo posible de él.

—Estese quieto, Borracho Stark —Aquella situación, la cual creí que se me iba a hacer más pesada, me resultó más bien divertida.



El rostro entre desconcertado y enfadado de Stark me resultaba agradable de ver. No siempre se conseguía molestar al contrario con aquella facilidad.

Sonreí victorioso de lo que había obtenido y esperé, pacientemente, sus quejas.

My model [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora