Alcohol

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¡Holis! Sé que estoy tardando un poco más de lo normal, estos días. Pero es que las Navidades me tienen bastante ocupada. Tengo a familiares que no viven en mi ciudad y han venido para estar todos juntos, y hasta que no termine todo este jaleo, me costará un poco volver a subir los capítulos con la misma regularidad.

Pero bueno, ya queda poco para que termine el año, así que la espera no será tan larga:3

Muchísimas gracias por todo.
Felices fiestas y feliz año por si no aparezco por aquí hasta entonces.

¡Un fuerte abrazo!

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Anthony Stark.

Un nuevo día empezaba, y aunque siempre había odiado madrugar, hoy lo haría contra mi voluntad.

Por una vez sentía la necesidad de realizar todas las tareas que tenía pendientes.

Lo primero que hice, al levantarme, fue darme una ducha. Pero no de esas que te das cuando tienes prisa y no puedes, apenas, disfrutarla, sino todo lo contrario. Me tomé mi tiempo. Sin presiones. Al fin y al cabo, seguía siendo yo.

Tenía que asistir a otra de las reuniones a las cuales mi padre me hacía ir. Será la última vez que te lo pida, dijo. Sólo acompáñame en las dos reuniones que hay esta semana. Como si yo pudiese creerme tal cosa.

No era la primera vez que me decía que no me pediría nada más, y volvía a hacerlo al cabo de unos días.

Pero bueno, era mi padre, y no me costaba demasiado hacerle tales favores. Aunque... ¿Tenían que ser tan aburridos?

Que más da. Ya dije que sí y no puedo echarme atrás.

Desayuné y me terminé de vestir para dirigirme a la empresa de mi padre. 

Hoy me había decidido por un traje de color gris metálico, acompañado de una camisa blanca y una corbata morada. Como siempre, estaba radiante.



—Buenos días, hijo —me saludó mi padre, nada más entré en su despacho, el cual algún día sería mío. No sé porqué tenía que ser así. Yo no quería su maldito trabajo—. Hoy vienes temprano. ¿A qué se debe?



Me senté en una de las sillas frente a su escritorio, coloqué los pies, cruzados, sobre su mesa y lo miré.



—No sé —respondí—. Me apetecía hacer algo nuevo para mí. —Sonreí con descaro.



Mi padre asintió y se levantó de su asiento.



—Oye, Tony —Se apoyó sobre su escritorio, sin dejar de mirarme—. La reunión se ha adelantado. Será en un par de horas.

—Está bien —dije. Notaba extraño a mi padre, como nervioso. Inquieto—. ¿Te pasa algo?

—No. No, estoy bien. —Me sonrió, golpeó con suavidad mi hombro y desapareció por la puerta. Yo fruncí el ceño, mientras esta se cerraba.



Algo le pasaba. No había visto a ese hombre nervioso en toda mi vida.

Volví mi vista al frente, observando el cielo azul a través de la ventana situada al fondo de la habitación.

A veces me gustaría perderme en él y no tener que preocuparme por nada en le vida. Nunca más.

Pero eso no era posible. Siempre había algo de lo que preocuparse. Nadie puede huir eternamente.

Al cabo de unos minutos, me levanté, bruscamente, de la silla y permanecí en pie, sin realizar movimiento alguno. Luego me dirigí hacia la puerta y desaparecí tras esta.

Busqué a mi padre por allí, pero no lo encontré.

Supuse que habría salido a fumar, y así fue.



—¿Vas a algún lado? —me preguntó, al verme de reojos.

—No. Te estaba buscando a ti —respondí. Él alzó la vista hacia mí, queriendo que le explicara aquello—. Sé que algo te pasa y me gustaría que me lo dijeses.



Howard Stark, la persona a la que parecía importarle todo una mirada, volvió a mirar al frente, mientras daba una calada al delgado cigarro y expulsaba, con calma, el humo por la boca.



—Ya debes saberlo —dijo—. No es ninguna noticia nueva.



Y sólo con eso ya pude saber a qué se refería.



—¿Para eso querías que viniera a la reunión? —Su silencio dio por hecho que así era.



Bufé.



—No quiero tu jodida empresa.

—Eres mi único hijo —Ya estamos. Siempre la misma historia—. ¿A quién quieres que se la deje una vez deje de servir para algo?

—Haber tenido más hijos —respondí—. Sabes lo poco que me gusta la idea de sucederte. No pienso quedarme. No quiero que en esa reunión digas ninguna tontería.



Mi padre ni siquiera intentó detenerme.

Avancé a pasos ligeros y desaparecí de la mirada de él.

Llamé a un amigo mío, al que, simplemente, le dije que sí podíamos vernos durante unos minutos. No sabía si se lo contaría. Sólo quería estar con alguien.



—¿Dónde nos vemos? —preguntó su voz, tras el teléfono móvil.

—Tengo un sitio ideal —dije—. Además luego tengo planes, así que podríamos quedarnos juntos hasta ese momento.

—Me parece bien.

—¿En media hora donde siempre?

—Perfecto —Banner era un buen amigo mío. De hecho, creo que era una de las únicas personas a las que era capaz de contarle mis problemas. A él y, evidentemente, a Pepper. Aunque esta última solía meterse demasiado en mi vida—. Hasta entonces.



Colgué la llamada y miré al fondo de la calle en la que me encontraba.

Caminé un poco más, y me detuve frente a las puertas de uno de mis Pubs favoritos.

Entré, miré al barman y me deslicé sobre uno de los taburetes cercanos a la barra.



—Ponme lo de siempre. —El hombre me sonrió y se puso manos a la obra. Mientras tanto yo me perdía en la inmensa cantidad de botellas de alcohol, situadas al fondo.

My model [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora