Good hit

4.7K 525 26
                                    

Steve Rogers.

Stark tomó la primera foto, y me miró por encima de la cámara.

—¿Puedes sonreír un poco? —dijo— Deprimes hasta a mi cámara.

Sonreí sarcástico. No quería poner mala cara, ya que parecía que era lo que buscaba en mí.

Me limité a posar como me pedía, hasta que terminó de fotografiarme.

Gracias al cielo, que aquello había terminado.

—Puedes levantarte. —dijo. Y no esperé, siquiera, a que volviera a repetirlo.

Miré al suelo y volví la vista a él, quién me tendió mi chaqueta.

—Gracias —articulé. Él sólo me miró—. ¿En qué revista...?

—Blue Sky —Me pareció raro que no hubiese dicho una tontería para burlarse de mí, pero me alivió—. Oye, rubiales... Puedo hacerte más fotos, si te apetece. Ganarías más dinero, y tendrías para tus cosas, a parte de para pagar tus estudios.

—Gracias pero no. —Extendí mi mano hacia él para que me diera mi dinero y poder salir de allí. Y entonces obtuve la burla que antes había estado esperando. Sostuvo mi mano y besó el dorso de esta.

Ese gesto suyo me enfadó bastante. En general era una tontería, pero saber que lo hacía para reírse de mí era lo que me ponía furioso.

Lo golpeé, con tal fuerza, que dio un pequeño salto hacia atrás, antes de desplomarse en el suelo. Sonreí al verlo allí tumbado.

—Si quiere más, tan sólo tiene que decírmelo.

Stark me miraba desde allí abajo, con una de sus manos sobre la zona en la que lo había golpeado.

—Pero, ¿qué coño te pasa? —Arrugó el entrecejo.

—Me pasa que no soporto a los ricos, como usted, que creen ser superiores a los demás, y se ríen de quienes creen que no valen lo suficiente.

Tony me observó, confuso.

No sabía porqué no se había levantado del suelo, aún. A lo mejor esperaba a que lo ayudase.

—Siento si te he hecho creer eso en algún momento —articuló, en lo que se levantaba, poco a poco—. Pero no es esa la razón por la que te hablo así.

—¿Y cuál es? —pregunté.

Él se colocó frente a su cámara, tocó algo de ella y me devolvió la mirada.

—Porque soy así —vocalizó—. No te trato de forma especial, ni a ti, ni a nadie. Y me da igual si alguien tiene más dinero o menos.

Se detuvo frente a mí y continuó hablando.

—Es mi forma de ser.

Le hice ver la molestia en mi rostro y continué con la conversación.

—Pues debería cambiar esa manera suya de ser. Nadie lo aguantará jamás.

—No me interesa, rubito... —Se quedó un momento en silencio, e interpreté lo que quería hacerme saber.

—No siento haberlo golpeado —dije—. Pero reconozco que ha estado mal.

Él pareció conformarse.

Ambos salimos de la sala, cerró la puerta de esta, y nos dirigimos a la salida.

—Por cierto —Ya estamos... ¿Tenía que romper ese silencio tan maravilloso?—, menudo puñetazo. Cualquiera se mete contigo... —Yo gruñí— ¿Cómo vas a compensarme esto? —Señaló la zona que empezaba a colorearse.

—Supongo que de ninguna forma —Él se sintió ofendido. O al menos lo fingió—. Está bien. No me pague las fotos.

—¿En serio? —preguntó, sorprendido. Yo asentí— Estás loco. Claro que voy a pagártelas —Los dos seguíamos andando, hasta que dijo esa última frase—. Eso es demasiado dinero por esto. Pero... podrías invitarme a una copa.

Suspiré, mientras me preguntaba a mí mismo, qué estaba haciendo allí con ese hombre.

—Puedo darle el dinero para la copa —Sabía que eso no era lo que quería, pero sólo quería librarme de tener que volver a verlo.

—No quiero tu dinero.

—¿Entonces?

—Pareces cortito, chico —Apoyó su mano sobre mi hombro, y la apartó tan rápido como vio mi cara de desagrado—. Quiero tu compañía. ¿Qué me dices? ¿Sí o no?

—¿Me dejará en paz, si acepto?

—Claro —dijo—. Sólo quiero conocerte un poco.

Aquello no me sirvió como respuesta. Siempre que alguien decía lo contrario de lo que pensaba, terminaba con otra frase, para camuflar su respuesta anterior, como desentendiéndose de las palabras que habían articulado. Pero no dije nada más.

Asentí con la cabeza, y volví a mirarlo a los ojos.

—Te pagaré cuando nos veamos —Se quedó en silencio unos segundos y preguntó lo siguiente—. ¿Mañana?

—Mañana.

—¿Voy a recogerte?

—No. —respondí. ¿Qué necesidad tenía de saber dónde vivo?

—Eres un tío borde, Steve —¿Yo lo era? Reí sarcástico—. ¿Te ríes de que es verdad? —Quería que me molestara, pero esta vez no lo hice.

—Me río porque es gracioso que usted me diga eso —Él alzó ambas cejas. Giró su cuerpo y se quedó mirando el final de la calle—. Bueno, tengo que irme.

—Claro. Nos vemos mañana.

—¿A qué hora?

—Te llamaré y ya quedamos en una.

—Vale. —Me despedí con la mano y me di media vuelta para largarme de allí.

Al final, iba a tener que aguantarlo un día más. Pero, ¿qué iba a hacer?

Le había pegado un puñetazo, aunque quisiera reclamarle el dinero y no volver a verlo más, mi conciencia no me dejaba. Le debía eso.

Y, evidentemente, no me agradaba en absoluto.

Pero no importaba. Al día siguiente quedaríamos, tendría que aguantarlo un poco más, con suerte sólo serían un par de horas, me daría el dinero, y ya no habría nada más por lo que estar cerca de ese hombre.

My model [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora