Embarazada en apuros

Capitulo 5

-Ethan, te vi y podría jurar que le comías la boca a besos.- gritó la de la voz chillona.

-Erika, baja el tono de voz...

-¡No, Ethan! ¿Tú crees que soy idiota?- consultó Erika.

Te respondo Erika, sí lo eres.

Erika había escuchado cuando Ethan dijo claro: "Sí, Esperanza, estoy celoso" y se convirtió en una verdadera furia. Erika se acercó a nosotros y vertió todo el líquido que tenía del vaso en el escote de mi vestido. Primero, juro que casi la mato; pero como Ethan me calmó y la trató de loca a Erika, me calmé un poco, definitivamente Erika es loca.

Luego los dos hirviendo de la ira se encerraron en el despacho de la gran casa para discutir la escena que había montado Erika, supongo que lo hicieron para que nadie oyera su discusión. Pero gritaban tan alto en el despacho que la ruidosa conversación se escuchaba claramente en la primera planta como en la segunda.

-No, Erika, no eres idiota.- pude sentir hasta como Ethan se pasaba su mano por el pelo, exasperado por la mujer que le había tocado para aguantar.

Su voz chillona volvió a la pista.

-Me voy, Ethan.

-Erika. ¡Tenemos el almuerzo con mis padres!

Podría jurar que nunca había escuchado a Ethan gritar de esa manera, hasta se me pararon los vellos de la nuca.

Erika le seguía diciendo que casi que nos besábamos. Y era todo mentira, aunque me hubiera gustado. Ni siquiera estábamos cerca sentados como para que nuestros labios se toquen o tengan algún roce por accidente, nada. Solo ella podía inventar cosas así, hasta me apiadaba del pobre Ethan que la tenía que soportar la mayor parte del tiempo del día.

-Erika... no te vayas...

Las puertas del despacho se abrieron de repente y de allí salió disparando la morocha chillona despampanante, yo estaba en un costado de la puerta, lejos, pero observaba claramente la escena que estaban montando los adinerados, el cual uno era el padre del bebe que llevaba.

Ethan giró su preciosa cara y me observó detenidamente, pues, creo que esperaba alguna reacción por parte de mí, pero yo no tenía nada que ofrecerle más que un tonto suspiro que se escapó de lo profundo de mi garganta. Él también suspiró imitando mis movimientos y se acercó a un paso tortuosamente lento.

-Yo...- pasó su mano por su nuca una vez que se había plantado impecable frente a mi.- lo lamento, Esperanza.

-No te preocupes, Ethan, yo... em, no hicimos nada malo.

Lo miré y el asentó con la cabeza lentamente.

-Esperanza, te quiero pedir un favor.

¿Un favor, a mí?

-Depende de que favor, Ethan.

Rió. Valla que melodía tenía este hombre; podía conquistar el corazón de una persona tan solo con decirle una palabra. A mi me conquistó de esa forma, recuerdo cuando mis amigos me presentaron formalmente a él esa noche, las copas de más que había bebido y sus botones desprendidos de su camisa color bordó me hicieron desear más de lo que obtuve. Él fue el hombre que recordaría, el que me había hecho mujer y el que simplemente me enamoró. Y sin embargo había pasado un mes y cada día veía que no era perfecto y que tenía sus serios problemas, y que yo quería ayudarlo a enfrentar todo junto a él.

Estaba enamorada, con todas las letras posible se podía decir que yo lo llamaba amor.

Al ver que él me observaba con sus ojos de un color impresionante que admiraba desde lo más profundo de su ser, le consulté cuál era el favor ya que aún no lo había mencionado. Se había atascado a mirarme y eso me llegaba a incomodar pero también a ponerme roja como tomate maduro.

-Y bien, ¿Cual es el favor, señor Egarhy?

Su mirada era lasciva, sus ojos ardían y pude sentir como un suave ronquido se le escapaba de esos apetecibles labios que tanto añoré. Su reacción es debido a que cuando estuvimos juntos aquella noche yo lo llamaba por su apellido, había escuchado una vez que a los hombres les encantaba que los llamasen por sus apellidos, entonces quería ver cual era la reacción que iba provocar. Y estaba muy a gusto, porque ahora sabía que a Ethan Egarhy le gustaba que lo llamaran como "señor Egarhy"

-Por favor, no digas nada de lo sucedido en la noche de mi borrachera, sólo tú y papá lo saben.

Asentí.

-También te quiero pedir otra cosa, sino es mucha molestia.

Siempre tan precavido y culto, siempre me iba a sorprender la forma de hablar que llevaba este hombre. En algunas ocasiones hablaba como cualquier adulto de 27 años, como lo era él. Y otras veces, parecía un hombre de 50 y tantos años.

-Dime, Ethan.

-Quiero que almuerces hoy conmigo y mi familia.

***
Y no me pude negar, Ethan me miraba con esa mirada que me rogaba, suplicaba y todo a la vez. Y aquí estaba, le había dicho que sí.

Su madre, una mujer culta y educada, igual que su hijo; llevaba una melena corta pero de un color ceniza espectacular, sus caderas y piernas se ceñían a la falda tubo negra lisa que llevaba y tenía una bella camisa blanca muy bien planchada y cuidada. Se notaba que Ethan además de hacerse cada vez más rico él, también el dinero llegaba a sus padres.

En el momento de ver el conjunto de su madre me sentí mal por la ropa que yo llevaba puesta; era unos de mis vestidos de mi closet, se trataba de un vestido color ciruela pegado al cuerpo hasta las rodillas y con un hombro descubierto y mis tacones de plataforma negros, ya que cuando me puse unos de taco aguja no tan altos Ethan me los obligó a quitármelos ya que no quería que me tropiece y pusiera en riesgo la vida de nuestro bebé.

Aún recuerdo la emoción que me había dado al escuchar como Ethan llamaba a esta criatura que llevaba dentro "nuestro bebé".

-Hola hijo.- Margot, se acercó a darle dos besos en las mejillas a su hijo. Y luego se volvió a mí.- ¿Y esta hermosa dama?

-Esperanza, ella es mi madre Margot.

La salude alegremente; ya conocía su nombre ya que lo había escuchado hablar por teléfono con ella.

Su padre bajaba del automóvil luego de haberlo estacionado frente a la casa.

-Mamá, ella es Esperanza, mi novia.