-~ 03 ~-

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―¿Estás segura de esto? ―preguntó Matt.

―Solo serán unos días ―contesté.

Irene no parecía muy convencida con la idea de quedarnos más tiempo en casa de Jacob. Ella quería irse, pero no decía nada.

―¿Qué dices tú? ―preguntó Matt a Irene.

Ella asintió.

―Supongo que... habrá que tener cuidado.

Sonreí.

―Gracias ―les dije.

―Sabes lo arriesgado que es ―mencionó Matt―. No podemos descuidarnos ni un momento. No sé si sea por lo que nos contaste en la mañana, pero siento una mala vibra.

―¿Hacer guardia? ―preguntó Irene.

―Suena bien ―comenté―. Yo ya dormí en la tarde, me quedaré despierta.

―Me parece justo ―bromeó Matt―. Ahora salte, quiero dormir aquí.

―Hey. ―Irene se puso de pie―. Yo también quiero dormir aquí.

―Pueden dormir los dos ―sugerí.

Ellos se miraron y luego se rieron, diciendo a la vez un "nada que ver".

―Bueno, entonces alguien dormirá en el suelo.

Cuando llegamos, notamos que Jacob solo tenía una cama. Y éramos tres los que, misteriosamente, habíamos vuelto a ser de carne y hueso. Tuvimos que improvisar una cama en el suelo, usando ciertas cosas de Jacob, como ropa. Prometimos dejar todo limpio. Desde ese día nos turnamos, un día dos dormían en la cama, y otro en el suelo. Normalmente Irene y yo arriba, y Matt abajo.

Me salí de la habitación y los dejé en su lío. Cada uno tenía buenos argumentos, como el dolor en la espina dorsal. Irene decía que ella estaba convaleciente, Matt le respondía que eso no dijo cuando salieron a dar la vuelta.

Un rato después, ya no había ruido en la habitación. Toda la casa estaba en silencio. El reloj en la sala marcaba casi las doce. Miré el teléfono en mis manos, presionando un botón para iluminar su pantalla. Busqué en el registro y observé el nombre de Jacob un momento. Sentía ganas de llamarlo, pero él estaría dormido. Era una idea tonta. Dejé el aparato en la mesita del televisor, y me senté en el suelo, arrimándome a la pared de la habitación, mirando directamente la línea de luz bajo la puerta.

Cuando Brent se fue, no terminó de completar mis dudas. Él dijo que ya era hora, ¿hora de qué?

Jamás hubiese imaginado que él sería como nosotros, o algo parecido. Él estaba vivo. Me pasaría lo mismo que a él por no cumplir su misión.

Por las miradas que compartieron en las alcantarillas, y por las cosas que decían, supe que él había conversado antes con Irene y Matt. Ellos deberían saber algo. Me dispuse a preguntarles en ese momento, así que me puse de pie y abrí la puerta de la habitación.

―Oig-

Estaban dormidos, los dos, sobre la cama. Irene abrazaba a Matt por la espalda. Sonreí otra vez. No me había detenido a pensar que quería a estos dos seres; eran como mis hermanos. Y en ese momento, pude ver que ellos se querían igual. ¿Qué habría sido de mí si nunca los hubiese encontrado?

Cerré la puerta con sigilo, dejándola un poco ajustada. Me senté de nuevo junto a la pared y miré la línea en la puerta.

Sentía los ojos cansados. Mis párpados pesaban como si tuvieran dos yunques atados a ellos. No podía mantenerlos abiertos. De pronto, la idea de dormir me pareció muy atractiva, y solo tomó unos segundos más para que me dejara seducir.

Destino Condenado [AOC #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora