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Irene despertó. O eso fue lo que nos dijo Matt al despertarnos. Nos habíamos quedado dormidos en el suelo, en ese rincón.

―Vamos ―nos dijo Matt―. Querrán ver esto.

Eso fue suficiente para hacer que me levantara, tendiéndole una mano a Jacob para ponerlo de pie.

Caminamos hasta la habitación. Sentí algo de miedo por lo que pudiera encontrarme. La voz de Matt no sugería nada bueno.

Irene estaba removiéndose en la cama cuando entramos. Al notar nuestra presencia se levantó, sentándose en el borde. Sonreí, alegre de verla con la fuerza suficiente para moverse. Pero su expresión no fue muy amigable. Miró a Jacob fijamente, como si fuera a decirle algo, pero no decía nada. Matt debió darse cuenta también porque la mirada que intercambiamos fue una de "¿qué pasa?".

―Estaré... afuera ―dijo Jacob, incómodo.

Matt y yo lo vimos salir, y luego nos acercamos a Irene.

―¿Qué pasa? ―le pregunté.

―Hay que matarlos ―respondió ella.

―¿Cómo te sientes? ―pregunté, ignorando lo que había dicho―. ¿Puedes...?

―Hay-que-matarlos.

Irene me tomó de la muñeca, apretando muy fuerte.

―Irene... Me estás...

―¡Hay que matarlos! Amber... Tenemos que matarlos.

Irene comenzó a sollozar, haciendo que Matt intervenga, sujetándola, repitiéndole una y otra vez que estaba a salvo, que nada malo iba a pasarle. Yo retrocedí un par de pasos.

―¿Puedes traer un poco de agua? ―pidió Matt.

Salí del cuarto sin esperar. Caminé por el pasillo, encontrándome la estancia vacía. Vi a Jacob doblar en la pared, mirándome fijamente.

―¿Cómo está? ―preguntó―. Me pareció escuchar un...

―Alterada ―dije―. No sabemos qué le hicieron. ―Tomé aire―. Está un poco alterada... nada más.

―¿Segura? ―preguntó dudoso.

Asentí.

―¿Dónde estabas? ―le pregunté, cambiando de tema.

―Ah, oh, encontré la cocina, y tomé un poco de agua... ¿Por qué? ¿Quieres algo?

―Agua ―contesté.

Jacob fue muy amable y me llevó el vaso con agua, volví a la habitación y me encontré con Irene un poco más calmada, con Matt sentado al borde de la cama junto a ella y sujetando su mano.

La mirada de Matt era de advertencia.

―Ten ―le dije.

Le entregué el vaso y volví a retroceder. Pero no podía quedarme así.

―¿Cómo te sientes? ―le pregunté a Irene.

―Mejor ―contestó, y el peso que tenía se alivianó de algún modo. Suspiré y ella me miró―. ¿Dónde está Jacob?

―Afuera ―le dije―. Quiso darte algo de espacio...

―Quiero disculparme por...

―No tienes que hacerlo ―le dijo Matt―. Él comprenderá. ¿Cierto, Amber?

―Claro ―respondí, insegura―. Él lo hace.

Matt le sonrió y acarició su hombro. La mirada de Irene parecía perderse entre momentos, quizás recordando algo, o quizás cansada y con más sueño.

Destino Condenado [AOC #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora