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―Amber, sé lo que oí ―me dijo Jacob―. No pretendas cambiar la conversación. ¿Por qué discutían por Alex?

Anna permanecía en silencio, apartada a un costado. No levantaba la mirada, lo que me hacía pensar que en realidad estaba mintiendo y sí estaba con Alex detrás de todo esto.

―¿Quieren un trago?

Los tres miramos a Sandy. Jacob extendió la mano y se lo tomó de golpe.

―Me agradas ―le dijo Sandy con una sonrisa.

―¿Y bien? ―Jacob no iba a darse por vencido en esta conversación.

―Alex es el dueño de la florería ―dijo Anna, dejándome con la boca abierta al robarme la palabra.

―¿Qué?

Jacob se volteó por completo hacia ella.

―Alex es el dueño de...

―¿Por qué no lo dijiste antes? ―la interrumpió Jacob.

Anna se encogió de hombros.

―¡Chicos! ―gritó Matt desde la sala.

Sandy fue la primera en salir, luego Anna. Jacob se quedó de pie mirando la puerta.

―¿Qué pasa? ―pregunté con temor.

Él solo negó con la cabeza y salió de la cocina.

Ni bien me reuní con ellos, pude notar cuál era el alboroto; Irene estaba despertando, pero se estaba quejando.

―Este lugar está lejos de ellos ―dijo Sandy―. No pueden controlarla hasta aquí, no como ellos desean hacerlo.

―No suenas muy segura de ello ―comenté.

Sandy se giró hacia mí con una sonrisa.

―Esa puerta es la única forma en la que pueden entrar aquí y solo se abre desde adentro.

―¿Cómo sabías que...?

―¿Que estaban del otro lado? ―Sandy sonrió―. Brenton preparó ese listón. Sería como un imán y al tocar la puerta, me enviaría una señal.

―¿Sentirías una brisa por todo el cuerpo o algo así? ―preguntó Matt.

―¿Brisa? No. Sonaría como un timbre aquí adentro.

Matt regresó su mirada a Irene.

Al mirar a Jacob, noté que seguía la conversación que manteníamos, pero no parecía estar presente en ella. Anna se alejó hacia una ventana y Jacob la siguió.

―Déjalos que hablen ―me susurró Sandy tomándome del brazo. Asentí.

Esperamos que Irene despertara del todo, pero lo único que hacía era quejarse y moverse con suavidad. Sandy nos dijo que estuviéramos atentos. Habría que neutralizarla si se despertaba para matar a alguien. Mientras tanto, yo me esforzaba por escuchar lo que Anna y Jacob hablaban. Ambos estaban de frente a la ventana, por lo que no podía notar sus expresiones ni leer sus labios, aunque no sabía leer los labios, pero podía intentar si la situación lo requería.

―Quédense con ella ―nos dijo Sandy―. Iré por algo para atarla.

―¿Atarla? ―Matt se puso de pie―. ¿Por qué? Dijiste que podías neutralizarla.

―Sí. Pero ella está luchando ahora. No querrás verla levantarse con los ojos oscuros y con sus manos libres.

―Tal vez si encontramos la forma de iluminarla con eso del amor...

Destino Condenado [AOC #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora