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La dichosa carta nos había devuelto la esperanza, o al menos parte de ella. Jacob, Matt y yo nos dividimos, buscando en cada rincón, mientras afuera se escuchaban golpes, cada uno sonaba un poco más fuerte que el anterior.

Mientras salía de un cuartito con escobas y trastes viejos, vi que en el techo había un cuadro que no encajaba. Lo miré con atención, tratando de descubrir si eran ideas mías o era real, así que tomé una escoba y golpeé levemente. El cuadro se brotó un poco. Parecía que caería, pero no lo hacía. Golpeé un par de veces más, sin conseguir resultado alguno.

―¿Amber?

―¡Ah!

―Hey, hey, soy yo, cálmate.

Jacob tenía las manos levantadas en el aire en defensa, mi mano derecha en mi pecho.

―Me asustaste ―le dije.

―Lo noté ―respondió sarcástico, escondiendo una sonrisa. Rodé los ojos―. ¿Qué es eso? ―preguntó, mirando lo mismo que yo miraba momentos atrás.

―Trataba de averiguarlo ―contesté.

Jacob me quitó la escoba y golpeó fuerte en el borde del cuadro, haciendo que éste se viniera abajo. Aunque me cubrí con los brazos, no pude protegerme de la nube de polvo que me envolvió por completo.

Tosiendo, levantamos la mirada para encontrarnos con una escalera recogida. Jacob saltó y la tomó, haciendo que baje con un ruido chirriante y molesto.

―¿Chicos? ―escuché la voz de Matt desde algún lugar.

―¡Estamos bien! ―respondió Jacob.

Matt dobló en la esquina, disminuyendo la velocidad a medida que veía mejor lo que estaba entre él y nosotros.

―Eso no estaba ahí antes ―comentó él.

―¿Y? ―nos cuestionó Jacob, mirándonos simultáneamente―. ¿Qué esperamos?

―¿Quieres que subamos? ―le pregunté.

―¿Encontraste la carta?

―No.

―¿Y tú? ―le preguntó a Matt.

―Tampoco.

―Bien ―dijo Jacob―, entonces nos queda este lugar por buscar. Y, no es por nada, pero si esto fuera una película, la carta estaría en un lugar como un ático o un sótano, protegida por un duende maldito o algo así.

Matt me miró con confusión.

―Como tú digas ―habló Matt.

Hubo un pequeño silencio entre los tres, y luego comenzamos a subir. Jacob a la delantera, yo en medio y Matt detrás.

Jacob me extendió la mano para ayudarme a dar el último paso.

―Ya subí, chicos ―dijo Matt con sarcasmo―. No se preocupen.

Jacob se apartó de mí mientras yo giraba sobre mis talones tratando de ver algo. Estaba todo oscuro.

―Ah, aquí está ―escuché a Jacob.

La oscuridad se desvaneció y la luz se hizo presente. Una luz débil pero era mejor que nada.

―¿Qué es esto? ―preguntó Matt―. ¿La ciudad de las cajas?

Efectivamente había cientos de cajas acomodadas en pilas, una sobre otra. Cada pila a lado de la otra. Estaban ordenadas.

―El tipo era organizado ―comentó Jacob―. Muy, organizado.

Destino Condenado [AOC #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora