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Doblé en la esquina de la pared hacia la derecha, sintiendo el frío que perseguía siempre a los cazadores. Me detuve cuando me topé con una pared; una camino sin salida. Mierda.

Me di la vuelta, y busqué dónde esconderme, y vi un hoyo disimulado en la pared. Sin dudar, me metí en él.

Crucé hacia una parte más amplia.

Me relajé en cuanto dejé de escuchar la voz de los cazadores y solté el aire.

Recorrí lo que parecía una sala muy amplia, viendo varios símbolos en las paredes. Me detuve en seco cuando vi el mismo dibujo que estaba en la casa de Brent.

―Vaya, vaya...

Volteé, casi con un ataque de pánico. Mi corazón se aceleró a mil por hora.

―Miren lo que tenemos aquí.

El cazador comenzó a reírse, haciendo que los otros también lo hicieran.

De pronto el espacio pareció reducirse cuando ellos entraron, quedándose suspendidos en el aire, y cubriendo el hoyo por el que había entrado. Era obvio que sabían que eso estaba ahí, era obvio que sabían todo de este lugar.

Uno de ellos se me acercó, oliéndome como si fuera comida y luego de dar una vuelta a mí alrededor volvió y susurró algo a sus compañeros.

―Amber ―dijo un cazador, saliendo de las sombras y juntándose a los demás. Era el mismo que me había arrojado por la ventana. Los demás le abrieron paso, como si le temieran y deduje que él era el líder―. Qué gusto tenerte por acá. Si nos hubieses avisado, hubiésemos tenido té.

Todos se echaron a reír. Yo permanecía seria.

Jacob y Matt debían estar ocupándose de Irene, así que tenía que distraerlos tanto como pudiera.

―Me disculpo entonces ―escupí.

―¿Cómo llegó? ―susurró uno de los cazadores que estaban más al fondo, cerca del hoyo en la pared.

El cazador que estaba frente a mí lo miró y luego volvió a mí, repitiendo la pregunta.

―Creí que lo sabías todo ―bufé en su cara.

Otro cazador se me acercó de la nada y un grito salió de su garganta, casi dejándome sorda. Caí al piso cubriendo mis oídos.

―Déjala ―demandó el que creí era el líder―. Nos lo dirá.

Otro cazador cruzó por el hoyo en la pared, apresurado.

―Se ha ido ―les dijo a los demás―. La...

Se detuvo en cuanto me vio. Su ceño de porcelana se frunció.

―Fue un trampa ―dijo―. ¡Ella sólo nos distrajo!

Se lanzó contra mí con furia. Me cubrí con los brazos en un intento de protegerme. Pero fue inútil.

Sentí como sus fríos dedos se enroscaban alrededor de mi cuerpo, elevándome del suelo, obligándome a retirar el escudo que había hecho con mis brazos.

Pude verlo; la determinación para matarme. El odio en su expresión era más que obvio.

Sentí dolor en la espalda cuando me aplastó contra la pared, haciendo que me golpee también en la cabeza. Sus manos habilidosas fueron directo a mi cuello, y comencé a patalear. Enrollé mis manos alrededor de sus muñecas. El aire me faltaba. No podía pensar en nada más que me soltara. Dio un apretón más fuerte, que de haber podido, hubiese gemido del dolor.

Destino Condenado [AOC #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora