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―¿Cómo estás? ―le pregunté a Matt en un susurro.

―Estoy bien. ¿Tú?

―Igual.

―¿Qué pasa? ―le pregunté.

―Nada ―respondió, girándose de nuevo para ver por encima de la roca―. Es que cuando llegué, oí un grito y me agaché, pero pude ver como cinco de ellos.

―¿Cinco? ―casi me quedé sin aire. Eran muchos. ¿Cómo los venceríamos, en caso de tener que pelear?

―Sí ―contestó―. No te sorprendas aún. Hay más.

Abrí los ojos.

―¿Dónde están? ―preguntó Jacob.

―Los vi irse por ese camino ―dijo Matt. Jacob y yo nos alzamos un poco para poder ver hacia dónde señalaba. Era como un pasadizo, solo había una antorcha entre las dos paredes que formaban la entrada. La luz permitía que viéramos más allá, donde las sombras cruzaban de un lado a otro―. No los he visto salir desde entonces.

―Bien ―dijo Jacob.

―Tenemos que ir ―dije, sabiendo que era una idea muy arriesgada.

―Tenemos que esperar y pensar ―dijo Jacob. Lo miré―. Debemos saber con qué, o cuántos, nos enfrentamos.

―Tiene razón ―apoyó Matt, cruzando su mirada de él a mí―. Necesitamos un plan.

―Primero debemos asegurarnos de que Irene está aquí ―dijo Jacob.

―No había pensado en ello ―comenté.

―Yo tampoco. ―Matt se sentó, recostándose un poco junto a la roca y cerrando los ojos―. Dios... ¿qué vamos a hacer?

―Iré yo ―dijo Jacob.

Fruncí el ceño.

―¿Qué? ―casi grité, Matt cubrió mi boca―. ¿Estás loco? ―bufé cuando me libré de Matt.

―Uno de nosotros debe hacerlo ―argumentó―, y no vas a ser tú definitivamente.

―No puedes decidir por mí ―le dije molesta. No podía permitir que se arriesgara de esa forma.

―Dame una mejor idea.

Silencio.

No se me ocurría nada.

Mierda.

―NO. Jacob no vas a hacerlo. Pensaremos en algo...

―Está bien ―dijo.

―¿Sí? ―pregunté dudosa. Había aceptado mis palabras sin renegar―. Sí ―afirmé de inmediato.

―Bien ―dijo Matt―, entonces...

―Oh por Dios ―exclamó Jacob, cubriéndose la boca y mirando detrás de mí. Un frío me recorrió el cuerpo. Me volteé de inmediato para enfrentarme a lo que me tuviera que enfrentar, sabiendo que Matt estaba junto a mí, estirándose también para juntarse más a mí.

―No veo nada ―dijo Matt.

―Yo tampoco ―murmuré―. Jake, ¿qué viste...?

Cuando me volteé no vi nada otra vez. Jacob no estaba.

―¡Jacob! ―grité a través de un murmuro―. ¿Dónde estás?

―Pues hay que reconocer que es muy decidido ―dijo Matt. Me volteé y lo vi mirando por encima de la roca. Me alcé y observé como Jacob caminaba con cuidado y agachado hacia la pared donde estaban las antorchas. El corazón me latía más rápido de lo normal y mis manos sudaban.

Destino Condenado [AOC #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora