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―No deberías entrar sin permiso en las habitaciones de una casa que no es tuya.

Me detuve cuando vi a Sandy de pie frente a mí, estaba esperándome detrás de la puerta.

―Lo siento ―me avergoncé―. No quise incomodar...

―Claro que no.

Se dio la vuelta, tomó un vaso y caminó hasta el grifo. Al parecer, donde fuera que estuviésemos en ese momento, tenían agua potable. Deduje que no sería un lugar no-terrenal.

―Es te quería hacer una-

―Pregunta ―completó ella.

―Sí... ―dudé―. ¿Cómo lo sabes? ―le pregunté.

Ella soltó una risita. ―Todo el mundo tiene preguntas. Además, en una situación así sería raro no tenerlas. ―Dio un sorbo al vaso―. Hm. Y Brenton me dijo que eras muy curiosa ―estuvo investigándote.

Levanté la mirada hacia la parte trasera de su cabeza, donde se suponía que estarían sus ojos si estuviera de frente. La escuché soltar una maldición por lo bajo y luego se volteó, soltando el aire.

―Te diría que olvides lo que has oído, pero creo que solo aumentarás tus preguntas.

En realidad, no me sorprendía tanto. Ya había encontrado varios archivos en casa de Brent. Lo que ahora me interesaba saber, no era si me investigaba o no, sino el por qué.

―¿Soy ese ángel del que habla en la carta? ―le pregunté en voz poco audible.

Ella me miró fijamente.

―Me gustaría responderte eso, pero... ―Sandy se dio la vuelta y caminó hasta la ventana; afuera brillaba el sol, pero la brisa hacía bailar las cortinas. Ella tomó una bocanada de aire y la soltó―. La verdad es que nadie lo sabe. Hay mucho misterio alrededor de ese ser.

Caminé hasta pararme a su lado.

―Pero Brent parecía saber quién era. Yo leí...

―Ambos, junto a otros amigos, decidimos pretender que sabíamos quién era. Así si venía, él, o ella, no tendría la oportunidad de ocultarse y se revelaría ante nosotros.

―¿Una trampa? ―pregunté. Ella asintió―. Pues es algo...

―¿Tonta?

No dije nada. Ella soltó una risita.

―No importa. ―Sandy se volteó hacia mí―. ¿Cuál era tu pregunta hace un instante?

Casi lo había olvidado.

―Es Jacob ―le dije―. Necesito saber dónde puedo dejarlo y que sea un lugar seguro.

Sandy sonrió.

―¿Aún lo amas?

Sentí vergüenza instantánea. Un cosquilleo inició y así mismo terminó dentro de mi pecho.

―¿Qué? ¿De qué hablas?

―La mirada que pusiste cuando él salió en protección de ella.

Hice una mueca por lo incómoda que fue su respuesta. Quizás porque tenía razón.

―Ah, eso.

Sandy me miró con una ceja levantada.

―¿Lo amas? ―repitió.

No creía que debiera responder esa pregunta. Aún lo amaba, mi corazón aún latía con fuerza cuando se acercaba, mis manos solían temblar un poco cuando él me miraba y cuando me sonreía mi estómago parecía arder, o enfriarse, la verdad es que no sabía lo que pasaba dentro de mí, pero si no era amor, entonces no creía poder dar una respuesta clara.

Destino Condenado [AOC #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora