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Alex iba en el asiento trasero. Lo veía entre ratos por el espejo retrovisor, pero él parecía ido. Miraba por la ventana como si pensara en si abrir la puerta y saltar sería una buena idea.

―Ya casi llegamos ―me dijo Sandy en voz baja.

Mis pensamientos apuntaban a que íbamos hacia un banco, o algún lugar donde Alex pudiera devolver el dinero de forma legal, sin embargo, me di cuenta que estaba pensando en algo muy sencillo, y todo lo que pasaba últimamente era muy complicado.

Nos detuvimos en una vereda, frente a una casa pequeña. A lo largo de la calle no había más que lotes vacíos. Era una nueva urbanización, las casas recién se estaban construyendo.

―Vamos ―dijo Sandy.

Ella salió del auto, en lo que yo hacía lo mismo, y le abrió la puerta a Alex, tendiéndole la mano con una sonrisa.

Alex salió por su cuenta, analizando el lugar a su alrededor. Quizás creyó que le meteríamos un tiro en ese lugar, porque tragó saliva con mucho esfuerzo. O bien tenía miedo de nosotras, o necesitaba drogarse. Cualquiera que fuera la respuesta, sus ojos lagrimaban un poco y sus manos tenían un leve temblor.

Cuando entramos a la casa, había algo de polvo sobre las sábanas que cubrían los mueves, Sandy retiró la cobertura, levantando el polvo que había notado anteriormente.

―Veamos ―dijo Alex después de haber guardado silencio tanto tiempo―. ¿Van a matarme aquí?

Aunque creí que tenía miedo, él mostró una sonrisa de suficiencia, como si no le importara lo que estuviéramos dispuestas a hacerle.

Sandy le sonrió de vuelta.

―Todavía no ―le contestó―, primero jugaremos.

La sonrisa de Alex se borró.

―¿Por qué Jacob? ―me oí preguntarle. Alex me miró, y abrió más los ojos―. Sé que aporté a ello, pero él era tu amigo. ¿Por qué él?

Mientras esperaba la respuesta, me pregunté a mí misma en mi mente si yo hubiese seguido con aquella estafa sabiendo que Alex estaba detrás de todo.

Alex rió.

―Él no lo merecía.

―Él trabajó duro por ello ―le dije.

―Y tú se lo quitaste ―respondió él con una sonrisa―. Aun cuando lo amabas. ¿Cuál de los dos es peor?

―Los dos tuvieron mucha culpa ―dijo Sandy―, pero la diferencia es que uno se arrepintió e intentó arreglarlo. Y ese no eres tú ―añadió mirando a Alex.

Alex se dejó caer en el sofá más pequeño y echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos.

―Las clases de moral me aburren ―dijo él.

―¿En serio? ―le preguntó Sandy, sentándose en el sofá de en frente. Tomé asiento en el que estaba a un costado luego de quitarle la sabana que aún lo cubría―. ¿Qué tal si hablamos de clase de historia entonces? ¿Susan, tal vez?

Alex se irguió de golpe, mirando a Sandy con odio puro. Intentó pararse, pero Sandy solo estiró la mano frente a él y de inmediato se quedó inmóvil.

―Cállate ―espetó Alex―. No te atrevas.

¿Quién era Susan? Nunca había escuchado hablar de ella.

―¿No quieres hablar de ella, o de ellos? ―preguntó Sandy. Alex se estaba poniendo rojo. Sandy seguía con la mano levantada. De alguna manera eso le impedía moverse.

Destino Condenado [AOC #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora