Capítulo 1 - Parte 1

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En todo el tiempo desde que tengo conciencia no había salido a más de 30 metros de casa, puede que exagere pero así lo sentía yo, puede que hace tiempo nos hubiéramos visto como una gran familia pero eso quedó atrás, en aquel accidente, solo recuerdo el miedo, recuerdo cuanto gritaba su nombre, cuanto deseaba que se salvara... pero eso nunca sucedió.

Era otoño, el viento soplaba fuerte removiendo todo mi cabello, me agradaba, adoraba oír el ruido de las hojas crujir bajos mis pies, me gustaba pasear, se podría decir que tenía un fetiche con la naturaleza, con lo verde, con lo alegre, odiaba la oscuridad...

Nombre: Alice Prim

Edad: 19

Hobbies: Leer, componer, artes marciales.

College: Black melody university

Estado: Dakota del norte

Ciudad: Grand forks

Bien esa era yo, mis padres y yo no habíamos mudado hace dos semanas, apenas conocía el lugar, era realmente grande y estar en un lugar tan grande y poco poblado me agradaba a la vez que preocupaba, sé que debería haberlo olvidado ya hace meses pero cada noche lo recordaba, solía despertar gritando pero empecé a saber controlarlo, me di cuenta de que empezaba a asustar demasiado a mis padres y eso no era justo, al final era mi culpa y ellos no deberían haber sufrido tanto.

Pasaba todo el día en casa, ya saben tenía prohibido salir sola y eso me estaba matando, el paisaje era tentador y me llamaba, pero no me atrevía a quejarme, no con ellos que me habían perdonado, así que empecé a hacer toda clase de inventos ya sean comestibles o materiales, me gusta crear, imaginar y a falta de diversión me distraje cada día hasta que llegara la hora de ir a clase.

Papá y mamá a pesar de que intentaban estar siempre cerca, sus trabajos se los impedía y ellos temían por mí, yo no quería eso, los amaba demasiado para obligarlos a pensar solo en mí, decidí inscribirme en un curso de artes marciales, ya era buena en Tae-kwon-do pero quería demostrarles que debían estar tranquilos, empecé con judo y me postulé para Aikido, llevaba ya tres años en ello y luego de meses logré convencerlos.

Faltaban apenas dos días para el comienzo de curso y estaba algo ansiosa por salir, luego de comer el almuerzo decidí ir a la biblioteca o eso dije, en realidad tomé un pequeño desvío, solo para conocer un poco el lugar, estaba cerca de llegar y al doblar la esquina me encontré con una panadería y el aroma más delicioso del planeta, claro luego de la comida de mamá, estaba bien comprar algo y tal vez dar otra vuelta, y lo hice. El pastel estaba delicioso y el clima realmente fresco, creo que perdí un poco la orientación, empecé a caminar sin rumbo alguno, la calle estaba vacía y en verdad esperaba encontrar a alguien para preguntar por ayuda, claro está que no debía ser un chico, seguí caminando hasta un parque y esperé allí, pensando entre llamar a mis padres o volver atrás posiblemente 

perdiéndome aun más, estaba sumida en esas ideas cuando sentí a alguien tocando mi hombro, estuve a punto de usar un movimiento de judo, era una mala costumbre cuando alguien se acercaba tan sigilosamente, a punto estuve pero no, supongo que fue su aroma, no lo sé era algo así como la mezcla de otoño y menta juntas con... ¿chocolate? era dulce y refrescante, entonces me di cuenta de que no estaba prestando atención a lo que decía, reaccioné rápidamente y me levanté de un salto es decir estaba de suerte, encontrarme con un chico en medio de un parque donde parecía que no encontraría a nadie en kilómetros pero allí estaba intentando no salir corriendo o golpearlo, en verdad debería controlarme un poco más.

-entonces...

-eh?- realmente no había escuchado nada de lo que dijo.

-¿estás bien?- me preguntó repentinamente

-emm si - que clase de expresión tenía se veía entre molesto y divertido, tal vez un poco curioso

-ooh ya veo, te veías algo desorientada, ¿donde vives?

-algo cerca - ok eso no era correcto pero no estaba loca como para darle mi dirección

-bien... entonces adiós- se dió media vuelta y caminó lentamente

estaba perdiendo la oportunidad de volver, necesitaba pensar

-¿sabes cómo llegar a la biblioteca? - le dije de golpe, desde allí podría regresar, estaba segura.

Escuché algo parecido a una risa burlona de su parte

-claro, ven.

Ahora podía ver su espalda, su forma de caminar era ligera, llevaba puesto un gorro gris, pantalones deportivos negros y una camiseta verde olivo, gran mezcla, me encantaba, claro su ropa, a él ni siquiera lo conocía y caí en cuenta que no sabía ni su nombre, genial estaba cometiendo el mismo error pero esta vez nadie podía salir lastimado, se veía como si de un momento a otro fuera salir corriendo, saltar o tal vez meterse en una pelea, era el chico malo pero no se veía así, caminaba con las manos en sus bolsillos y se veía genial...

Y sí, estaba pensando demasiado en él, debe ser porque no había salido en mucho tiempo de casa, era eso, me lo estaba repitiendo una y otra vez además no confiaba en los chicos, eran peligrosos, oscuros, claro, no todos, pero que se le iba hacer. En fin, recorrimos cerca de 25 minutos hasta llegar a la biblioteca, era algo tarde y estaba segura que si no volvía pronto a casa mis padres enloquecerían, no era un toque de queda pero era para salvar la armonía que se respiraba en casa.

Cuando reparé que estábamos en la entrada fingí una falsa sonrisa y le agradecí, solo la sonrisa era falsa, entré, pedí prestados unos libros que me habían interesado y salí con la esperanza de llegar pronto a casa, abrí la puerta y choque con algo... menta... me sorprendí y retrocedí automáticamente, él solo sonrió y me miro divertido. ¿POR QUÉ SEGUÍA ALLÍ? acaso esperaba a alguien o solo iba en busca de libros, era eso, intenté esquivarlo pero se interpuso.

-¿ te acompaño?

-no, estoy bien, iré sola, gracias.

-pero dijiste que vives cerca

-eh, claro, pero no es necesario

-vamos- pero sí que era insistente, debía escapar - 

-...tu nombre

-eh?

-no sé tu nombre

-ni yo el tuyo- él solo me miró expectante y estaba sonriendo, una gran sonrisa

- Alice- le dije ya rendida

-Liam

No quería que se enterara donde vivía, no ahora, no nunca y aun así lo hice, le mostré a mi mayor temor mi único lugar seguro, por que? no lo sé, aun creía que nada malo pasaría, no con él, por qué? tampoco lo sabía, pero tenía la esperanza de estar en lo correcto.

Llegamos algo tarde, decidí despedirme un poco antes, no podía dejar que mis padres pensaran algo más, no quería problemas ni más miedos, así que le agradecí de nuevo, esta vez sonreí sinceramente y pensé en no volver a verlo otra vez.

Esa noche volví a soñar, pero esta vez no grité, soñé que alguien nos ayudaba y traía consigo un olor a menta...




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