Hambriento (Parte 2)

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CAP. 54

Hambriento (Parte 2)

Cargo mis piernas y las colocó en sus hombros, sentí como resbalaba dentro de mi.

—Y te follare tan fuerte que no podrás moverte después— dijo y yo palidecí.

Comenzó ese vaivén tan doloroso. Lento, despacio y letal.

Mi cuerpo necesitaba mas. Coloco su brazo sobre mi cuello impidiéndome respirar bien.

Y su furia se desató en mi. Comenzó a bombear tan rápido que escuchaba ese choque entre su polla y mis paredes internas. Dándome fuertes azotes en las nalgas que de seguro las tendría rojas.

Bajo mis piernas y las puso una en cada lado, permitiéndole recostarse en mi, venia mas rápido.

Dentro, fuera, dentro, fuera. Las embestidas me hacían perder la razón.

Sentia que mi cuerpo no aguantaría mas, esa corriente eléctrica recorrió todo mi ser y juntándose en mi vientre.

Pronto me vendría.

—Y no tendré compasión— cuando menos lo vi, rajo la piel de mi vientre con una punta. Solo una pequeña cortada tan fina que ardía.

Apretó mi herida y Comencé a sangrar mas. Dejo que se juntara mi sangre, creando un camino hasta mi ombligo y cuando este tenía bastante comenzó a tomarla.

Sentí como pasaba su lengua por mi ombligo y yo me estremecía.

Cansada de privar mi cuerpo.

Comencé a forcejar y el igual. Aun con el dentro mío se acoplaba en mi. Su elección no bajaba al contrario sentía que se ponía mas y mas dura.

Mi cavidad comenzaba a apretar mas.

—Estoy harta— susurre desconcertándolo, dándome una gran oportunidad no ante su distracción de moverlo y quedar arriba de el.

—Esta vez mando yo— me coloque en cuclillas y sentí que su verga salía un poco de mi, voltee hacia abajo y se veía parada.

Baje lentamente y el grosor y la textura de su piel me hicieron estremecer a mas no poder.

Sentía como latía su glande venoso.

Estaba demasiado excitado que cada vez que me la metía, hacia una mueca de dolor.

—No te escaparas de mi— dije al momento en que tomaba sus manos y las ponía arriba de su cabeza, las venas de sus brazos se marcaban cada vez que ponía fuerza.

Seguí subiendo y bajando mientras mis senos se volvían mas pesados, más sensibles, mis pezones erguidos,

Aun moviéndome con eres rítmico vaivén, acerqué mi pezoneras a su boca y el con gusto comenzó a succionarlo de una manera tan salvaje que dolía. Lo chupaba y mordía.

Y claro yo gemía como perra.

Su cuerpo se tensó haciendo que el mío hiciera lo mismo, sentí como se ponía mas duro y una sensación caliente en mi interior, me había dicho que se había venido dentro mío. Enseguida de el un orgasmo alucinante nubló mi vista. Y antes de que se perdiera ese efecto. Saque su polla lubricada por mi fluido y su semen.

Me levante y junto en su rostro trate de sentarme en su boca, el entendió de inmediato, su lengua se abrió paso entre mis labios vaginales y un vaivén con su lengua comenzó.

Yo no me quede atrás. Tome su verga y Comencé a masturbarle, brillaba por la lubricación. Tenía algunas manchas blancas, saque mi lengua. Empece a lamberlo, lo chapaba y lo succionaba, metía su polla hasta mi garganta aguantando las arcadas que venían.

Era sexo oral mutuo. Y me encantaba. Era la primera vez que lo intentaba y quiero decir que es lo mejor.

—Prueba nuestros sabores, prueba como tu leche se convina como mi fluido. Es exquisito—al momento en que me devoraba y me mordisqueaba.

—¡Joder Natsu!— grite cuando mordió mi clitoris. Era mi punto clave.

Tome con fuerza su glande, con la lengua acariciaba cada vena hasta que di con la indicada. La que lo hacía temblar Comencé a lamerla con fuerza y el una vez más se vino en mi. Mi rostro quedo lleno de leche, me incorporé y sentado e en sus piernas y quedando cara contra cara le vi y las orillas de sus labios brillaban por mi orgasmo.

Sin decir una palabra saque la lengua y el abrió la boca recibiendo mi lengua con un beso húmedo y pervertido. Sus labios chocaban con las míos de una manera obsena. Sus manos recorriendo mi cuerpo y yo a el.

No importa como se mi tipo de relación, mi tipo de sexo con el, y lo mas importante.

El.

Porque se que después de que muera seguirá siendo el mismo juego con el que le conocí.

Mi muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora