Diez.

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_______ consultó el reloj, preguntándose cuál era el plazo límite para que una mujer –claramente vestida para una cita– sentada sola a la mesa de unos de los restaurantes más románticos de la ciudad, empezara a parecer totalmente patética.

Se acabaría el vaso de vino, se dijo. Se había obsequiado a sí misma con un Leap petite syrah de 2006, incapaz de permitir que la noche fuese un completo fracaso.

Max la había plantado.

Técnicamente, supuso, no la había plantado de verdad porque le había mandado un mensaje –oh, sí, un mensaje de texto, como si no pudiera permitirse perder un minuto para hacer una llamada– para decirle que estaba atrapado en una reunión con un cliente y no podría acudir. Una gran ayuda, considerando que ella ya había llegado al restaurante y la habían instalado para cuando había recibido el mensaje. Había pedido la bebida, cuando el camarero se había aproximado a su mesa, con la esperanza de parecer despreocupada y elegante. "Oh, una noche más –después de un día duro de trabajo suelo pasar la noche sola en restaurantes de cinco estrellas, ricamente aromáticos". Teniendo en cuenta el corte de su vestido y los asesinos zapatos de tacón (sí, lo reconocía ella misma) dudaba que nadie, incluyendo al camarero, se dejara engañar.

Al no responder de inmediato al mensaje de Max, prefiriendo calmarse antes, él le había enviado otro preguntándole cuándo le venía bien que reprogramaran las cita. Otra vez. En respuesta, le había enviado un mensaje diciendo que había consultado el calendario del mes y "probablemente nunca, colega". Luego, pensando que Max podía tener un par de cosas que responder a eso, había puesto el móvil en modo silencio para no molestar a los demás comensales con el beep de nuevos mensajes de texto.

Sinceramente, llegados a ese punto, tampoco quería que Max la molestara a ella.

Mientras se acababa el vino, miró por el ventanal, contemplando el lago y reflexionando sobre lo que una mujer soltera, de treinta y pocos, tiende a pensar cuando se está sentada sola en un restaurante.

Su mejor amiga estaba a punto de casarse y ella no tenía a nadie a quien llevar a la boda. Nadie con quien compartir ese momento, aparte de Harry. No era una gran cosa, lo sabía –especialmente después de los problemas mucho más serios a los que había tenido que enfrentarse últimamente– pero de verdad no armaría un gran revuelto si el destino se dignara a prestarle un poco de ayuda en el terreno de los hombres.

– ¿Qué ha pasado con Max?

Sorprendida al escuchar la voz, _______ se volvió para encontrarse con Louis, de pie ante la mesa.

El destino le estaba tomando claramente el pelo.

Frunció el ceño.

– ¿Qué estás haciendo aquí? –perfecto. Justo el hombre al que necesitaba en ese preciso instante.

–No has contestado las llamadas de tu móvil. ¿Has tenido algún problema con él? –Louis parecía disgustado. Qué enorme sorpresa.

–Parecía funcionar bien –_______ buscó en interior de su bolso y lo sacó para comprobarlo–. Oh... lo he puesto en silencio. No he debido oír las llamadas con el ruido del restaurante –alzó la mirada hacia él–. ¿Has estado intentado llamarme? ¿Pasa algo?

–Harry te llamó. No pudo localizarte, se puso nervioso y me llamó a mí. Luego, nosotros tampoco pudimos localizarte ni hacernos con el restaurante, así que aquí estoy –dijo Louis.

_______ se pasó las manos por el pelo, sintiéndose muy cansada. Había sido un día muy largo –había tenido un enfrentamiento con el abogado contrario en el tribunal, otro enfrentamiento con Silas y la había plantado su cita. Por la expresión de Louis, estaba preparado para otro asalto y no estaba muy segura de poder soportarlo.

Something About You - Algo sobre ti - (Louis y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora