Capítulo 4

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Estábamos a mitad del mes y Blanca siempre me miraba en casi todas las explicaciones, cuando me tenia que restar punto no lo hacía y me sumaba puntos. ¿Qué pretendía? Era muy extraño que una profesora hiciera eso desde mi punto de vista.

-Lara. -Dijo Blanca sacándome de mis pensamientos.

-Sí, aquí.-Respondí rápidamente.

-Sal delante de tus compañeros y explica el punto nueve. -Dijo.

-No. -Respondí secamente.

-¿No lo has estudiado?-Preguntó acercándose a mí.

-Claro, pero no creo que sea momento para que yo tenga que explicarlo.-Respondí cruzando los brazos.

-Y yo te he ordenado que lo hagas.-Hizo un gesto con las cejas.

La tutora interrumpió la clase de filosofía para organizar la convivencia y con todo el permiso nos quedamos sin filosofía, detrás de ella entraron los profesores que iban a la convivencia:

-A ver, vamos a hacer grupos para la convivencia de dentro de unos días. Blanca hará un grupo, Antonio otro, yo otro así ellos tres. Luego os diré con qué profesor vais y a que cabaña. ¿Tenéis alguna duda?-Preguntó.

-¿Habrá algún día que nos quedemos en la cabaña?-Preguntó Raquel.

-No, pero si algún día de las dos semanas estáis desmotivados y no queréis salir alguien de la cabaña hacéis lo que queráis.-Dijo.

Tras unas preguntas más y un poco de argumento más pasó la hora, el día y la semana.

-Lara, ¿tienes la maleta preparada para la próxima semana?-Me preguntó mi madre.

-Claro... Bueno, solo me queda meter lo que meto el ultimo dia... Cosas que uso ahora por ejemplo.-Asintio.

-Pues ponte el pijama y baja a cenar.

Era sábado, dos días antes del primer día de convivencia, quedé con Natalia a solas para dar una rápida vuelta por el parque con mi galgo:

-Tia que vamos en el grupo con Blanca, ¿qué pretende?-Dije.

-No sé por qué pero he soñado que erais novias, y ahora que lo pienso la verdad es que hacéis buena pareja.-Dijo.

-¡¿QUEE?! ¿¡Qué cosas sueñas!? ¿Cómo puedes hacer eso?-Dije separándome de ella.

-No me hagas caso si quieres pero vamos, yo y mi mente, mi mente y yo.-Dijo.

De repente Rocky corrió hacia un perro que recordé haber visto antes... ¡El perro de Blanca!
Corrimos a agarré la correa.

-Perdone, el perro se me ha ido de las manos.-Dije mirándole.

Sus ojos brillantes penetraron en los míos:

-No te preocupes, cosas que pasan... Un perro muy fiero.-Dijo segura.

-Gracias.-Dije rápido.

-¿Ya tienes las maletas hechas Blanca? -Le preguntó Natalia con toda la confianza del mundo.

-Pues sí, aunque me quedan añadir cosas que utilizo ahora, como todos imagino.

-¿Y cómo crees que te lo vas a pasar allí? Nuestro grupo es el mas divertido.-Le dijo otra vez.

"Ojala te calles" pensaba.

-De lo mejor que me lo voy a pasar nunca creo yo.-Dijo.

Yo miraba a todos lados menos a ella, para acabar dije:

-Yo tengo que irme, el perro se aburre y mi madre no quiere que este hoy tan tarde.

-Pero si solo son las ocho. -Dijo Natalia.

-Yo y mi perro, mi perro y yo.-Dije.

-Bueno, vale, pues si no te importa me quedo contigo Blanca, un encuentro de casualidad no es nada.-Dijo.

Me despedí de cada una con dos besos y me fui echándole una mirada fulminante a Natalia.
Seguro que estaba roja como un tomate a no poder más.
Llegué a casa, me duche e hice lo de todas las noches.

No Todas Son Profesoras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora