Capítulo 13. Juegos.

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Llegó el día en que mis amigos tuvieron que irse, y me abandonaron para volver a clases. Entonces volví a sentirme sola de nuevo, como el primer día que pisé el instituto. Pero ya era hora de que se fueran, pues no podían quedarse más de una semana si ellos también tenían que asistir a la escuela.

Me encontraba sentada en el suelo usando la litera como respaldo mientras tenía toda mi atención en el libro que sostenía en mis manos y apoyaba en mis piernas, totalmente concentrada en la lectura. Y para estar aún más cómoda a la hora de leer, me había hecho un rodete rápido por lo cual quedó desprolijo y completamente flojo haciendo que cada vez que moviera la cabeza este se moviera también. Pero cumplía su función en hacer que ningún pelo cayera en mi rostro y me molestara.

Estaba sentada en el suelo porque hacía demasiado calor ese día, y en mi habitación aún más, y no contaba con ningún aire acondicionado, diablos, era lo que más necesitaba. Pero aquel calor se mantenía durante la tarde, ya que a la mañana y a la noche hacía frío.

El sonido que emitió mi celular me desconcentró de mi lectura, era obvio, pues el celular fue lo único que sé escuchó en la habitación silenciosa, y no estaba nadie más que yo, como siempre.

Miré la pantalla que mostraba un mensaje de Aaron, así que marqué la página donde me había quedado para luego cerrarlo y dejarlo en la mesa de noche, tomé el celular y me senté en la cama.

Suspiré acomodándose en la cama antes de abrir el mensaje.

Aaron. 14:54.

¿Estás lista? Porque estoy yendo.

¡Lo había olvidado por completo!

Maldita yo y mi memoria de pez -pensaba mientras me levantaba para dirigirme al baño lo más rápido posible.

Así que no pude contestar su mensaje, estaba demasiado centrada en vestirme y terminar lo antes posible, así tener un poco de tiempo libre entre el momento en el que terminara y Aaron llegara. Pero demonios, sin darme cuenta perdí tiempo buscando ropa.

Encontré ropa decente para vestir y me encaminé al baño para cambiarme , luego volví para agarrar las zapatillas, me las coloqué sentada en la cama de Amber y me incliné hacia delante para poder atar los cordones.

Aaron había dicho que ese día me llevaría a un lugar "maravillosos", según él, y en parte se lo agradecía porque sino me hubiera quedado todo el día encerrada en esa habitación, y aburrida. El único inconveniente era que aquel lugar maravilloso era sorpresa, y recuerdo haber insistido demasiado para convencerlo a que me diga a dónde íbamos a ir, pero no había caso, mantuvo la boca cerrada.

Sonaron tres suaves golpes seguidos en la puerta, así que supuse que era Aaron, por lo cual me levanté casi de un salto sin intención de hacerlo esperar fuera por mucho tiempo. Abrí la puerta, como lo supuse, encontrándome con Aaron y su sonrisa que indicaba que ese día estaba de muy buen humor. Siempre que se levantaba con ese humor en específico, no había casi nada que pudiera arruinar eso, y lo sabía porque lo había visto así un par de veces en día de clases.

—Hola preciosa —dejó de sonreír sólo para acercarse a darme un beso en la mejilla como saludo.

—Hola —dije con ánimo también inclinándome hacia él.

—¿Vamos? —comencé a asentir con entusiasmo ante su pregunta.

—Claro, espérame un segundo —volví a adentrarme a la habitación al recordar que casi olvidaba las llaves de la habitación, así que caminé hacia el escritorio, tomé las llaves y volví a salir cerrando la puerta detrás mío—. Ahora sí.

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