Capítulo 17. Bowling y Reencuentro.

24.9K 1.6K 329
                                    

Abrí la pesada puerta apoyando todo mi peso en esta y dejé que se cerrara sola al soltarla, apenas entrar, el cambio de aire fue inmediato. Afuera hacía calor, pero una oleada de aire fresco golpeó mi rostro, allí estaba agradable por el aire acondicionado. También el murmullo que la gente había provocado, se escuchaba más fuerte y era continuo.

No era muy común, suponía que era porque era fin de semana, pero el lugar estaba lleno de gente. Incluso de niños, los cuales tenía que esquivar por andar correteando de un lado a otro.

Di un par de pasos lejos de la puerta, para dejar pasar a la gente que continuamente entraba y salía. Sin embargo, antes de comenzar a buscar a mis amigos, decidí echarle un vistazo al lugar.

Aunque era de día y faltaba bastante para que oscureciera aún, las luces neón estaban encendidas, que adornaban la mayor parte del lugar. Estaba segura que de noche iba a ser genial.

Al entrar estaba el mostrador, y habían muchas mesas del otro lado, que ya eran parte de la cafetería del lugar. Sin embargo, en el fondo, había más mesas pero acompañadas de un mini-sofá blanco frente a las pistas de bowling, para esperar a que sea tu turno de tirar; también había más cantidad de luces neón, que era lo que le daba el toque al lugar cuando anochecía.

Luego de que un grupo de personas pasara frente a mí, intentando ubicarse en una mesa, comencé a caminar hacia el fondo. Al pasar más allá del mostrador me detuve a observar todas las pistas de bowling, en busca de alguno de mis amigos, pero al no verlos y al estar a punto de ir a buscar mesa por mesa, encontré a Cameron sonriente con una bola entre sus manos y corriendo hacia la pista amagando con tirarla, ante las protestas de los demás sentados en el sofá. Se río y dejó la bola en su lugar, pero cuando se dio vuelta para volver con los otros, su mirada se encontró la mía y su sonrisa se borró de inmediato, y fue reemplazada por una mueca de sorpresa.

Le sonreí y avanzó en silencio, con pasos rápidos, ignorando a mis otros amigos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de mí, sonrió y abrió los brazos.

—¡Dakota! —exclamó envolviéndome con sus brazos—. Ya era hora de que estuvieras por aquí, te extrañé mucho.

—Cam —lo nombré con entusiasmo antes de devolverle el abrazo—. También te extrañé, los extrañé muchísimo.

Nos quedamos unos segundos más abrazados y luego me eché hacia atrás para romperlo.

—Vamos, los demás te están esperando también —avisó antes de girar sobre sus talones y caminar hacia su lugar mientras lo seguía.

Tenía ganas de saltar para liberar todo el entusiasmo en mi cuerpo, estaba feliz por volver a verlos.

—¿A dónde fuiste, Cameron? Te perdí de vista de un segundo a otro —Jack se quedó con las palabras en la boca en cuanto sus ojos cayeron sobre mí.

Cerró la boca y frunció el ceño mostrándose totalmente confundido, pero con cierta sorpresa, pues luego, de a poco, se le formó una sonrisa y miró a los demás esperando que también me vieran, pero los dos restantes se encontraban de espalda. Reconocí rápidamente el pelo rubio de Sharon, que le llegaba un poco más abajo de los omóplatos, y, al lado de ella, estaba Peter, que no hacía falta ni analizarlo de cerca para reconocerlo, ya que incluso, podía notarse su altura sentado, y más al lado de Sharon. Era una jirafa.

A los pocos segundos que Jack hizo aquellas expresiones, las dos personas restantes voltearon a ver qué ocurría, en sincronía. Y antes las miradas sorpresivas de los tres, sonreí y coloqué ambas manos bajo mi mentón, e inclinando un poco la cabeza para el costado.

—¡Dakota!—Sharon soltó un corto grito de emoción antes de exclamar mi nombre, ganándose algunas miradas ajenas al grupo.

Una vez dicho aquello, se levantó de un salto y, seguida de Jack y Peter, abrió los brazos mientras avanzaba rápidamente hacia mí. Finalmente, se abalanzó contra mí y me rodeó con sus brazos en un fuerte abrazo. Por detrás de mí aparecieron otros brazos, de Jack, y Peter por último, conformando así un abrazo grupal.

Pasaste el límiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora