Epílogo

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—Terminamos —murmuré apoyándome en la mesa, sorbí mi nariz y, mirando hacia el techo de la cocina, pasé mi dedo índice por debajo de mis ojos húmedos.

Luego miré a Aaron, quién me miraba con lástima y Eva sentada sobre la mesa mirándome con atención. Volví a apoyar mis manos sobre la mesa mientras suspiraba.

—Que pena me da verte así, preciosa —dijo acercándose a mí para luego darme un beso en la frente haciéndome reír para luego colocarse detrás de mí.

—Bien —comencé diciendo pausadamente—, ¿por qué me haces comer esto? —interrogué mirando a Stephanie, prima de Aaron y Eva, a quien miré con mala cara haciendo que Brad y Ethan (primos de Aaron y Eva también) rían.

Hacía poco, no más de una semana, Aaron me los había presentado a la hora de ir a la casa de su tía, en la cual nos quedamos bastante tiempo y terminamos por conocernos, y de paso, empezar a tener confianza.

—Tú aceptaste jugar y perdiste la apuesta —sonrió Stephanie maliciosamente—. Ahora tienes que comerlo —dijo señalando la cebolla ya cortada cerca de mí, la causante por la cual mis ojos estaban húmedos.

—¿Cómo se me ocurre aceptar este juego antes de tener la maldita fiesta? Nadie querrá hablar conmigo por mi aliento a cebolla —me lamenté mordiendo mi labio inferior y sorbiendo la nariz una vez más.

Faltaba aproximadamente dos horas para ir a una fiesta la cual Aaron estuvo insistiéndome mucho. No era una fiesta como las que él solía asistir, llena de adolescentes tomando, y otras cosas que ni siquiera hacía falta nombrar. Sino que era una fiesta elegante llena de empresarios y sus hijos, Aaron asistiría porque su padre lo había obligado ya que era importante, por mi lado, acepté ir por él y, diablos, no había dejado de insistir durante toda la semana, se había puesto tan pesado que quería pegarle.

—Vamos Dakota —Ethan me miró con las cejas enarcadas esperando a que cumpliera el reto que Stephanie me había hecho.

Lo miré mal y agarré una rodaja de cebolla llevándola a la altura de mi boca, lo alejé rápidamente al sentir el horrible olor que desprendía. Inhalé todo el aire posible para luego contenerlo dentro de mí para poder meter la rodaja de cebolla dentro de mi boca. Todos en la cocina me miraban atentos, entonces sentir el terrible sabor apoderarse de mi boca, di unas cuantas arcadas hasta que mi lengua comenzó a arder haciendo que comience a mover mi mano desesperadamente dándome aire y moviéndome de un lado a otro. Teniendo todavía varias arcadas, me acerqué al cesto de basura encorvándome y teniendo una mano en mi boca para no tirar todo al suelo. Comencé a escupir todo en el cesto de basura y luego teniendo mi lengua afuera, todavía por el ardor, me acerqué rápidamente a la canilla, la abrí y casi metí la cabeza bajo esta a causa de la desesperación por sacar todo el gusto de cebolla en mi boca, haciendo buches terminé por sacar casi todo el sabor, entonce cerré la canilla y limpié con mis mangas el resto de agua en mi rostro.

Mientras estaba hundida en mi desesperación con la cebolla en la boca, todos los presentes comenzaron a reírse de mí, ¡incluso Eva!

—Nunca más en mi vida volveré a comer eso —dije con asco alejando las rodajas de cebolla.

La había pasado mal.

—Tendrías que haberla tragado, pero ya que. Ahora, va Aaron. No quiero quejas, los dos aceptaron jugar y perdieron la apuesta —comentó Brad, también primo de Aaron, señalándole y moviendo el dedo índice de un lado a otro. Aaron puso mala cara cuando su primo comenzó a dar vueltas sobre sí mismo en busca de un reto para hacerle—. Lo tengo —sonrió maliciosamente—. Al Skate. ¿Dakota tienes tu skate?

Enarqué ambas cejas.

—No lo sé —dije mirando a Aaron quien negó rápidamente con la cabeza—. No, no lo tengo.

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