Capítulo 30. La Playa.

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—¿Ves aquel puente? —pregunté acomodando a Eva en mi regazo mientra señalaba, a lo lejos, un gran puente rojo.

—¡Si! Vine aquí un montón de veces —sonrió alegre—. Papá y Aaron me han traído muchas veces —mordí mi labio inferior cuando pronunció su nombre pero rápidamente sacudí la cabeza, en un intento de olvidarme de él, aunque era difícil porque la intensa mirada de su hermanita me hacía recordarlo.

—Bien... ¿ves allí abajo? —volví a señalar y seguí hablando al ver que Eva asintió—. Pues ahí vivirá Caleb.

—¡Oye! —exclamó Caleb haciendo que suelte una carcajada, Amy, al igual que Eva, se encontraban riendo—. No le creas.

Me levanté aún riendo y me alejé de las rocas no sin antes hacer que Eva también se levantara.

Unos días antes de aquel día, y un mes después de no saber nada de Aaron, Jade, su madre, me preguntó si podía llevar a pasear a Eva algún día. Porque, según ella, había estado insistiendo en que quería verme, lo cual me parecía raro. Así que me preguntaba si Jade realmente sabía que ya no estaba con él.

De todas formas, terminé aceptando sabiendo que me hacía recordar muchísimo a su hermano, por lo que la llevé de paseo con mis hermanos. Por suerte no había pasado a buscarla, ya que su casa también me traía recuerdos que trataba de evitar.

Sin embargo, durante el mes que había pasado, no habíamos hablado ni una sola vez; Aún así no era capaz de dejar de seguirlo en las redes, y al parecer él tampoco, por lo que estaba algo enterada de lo que hacía, a través de las publicaciones e historias que subía.

Las primeras semanas estuve triste, porque lo extrañaba, demasiado. Pero justo luego, cuando sentía que recuperaba mi buen humor para salir con mis amigos para olvidar todo, Eva volvía para recordarme a él. Pero sabía que ella no era el problema porque no tenía nada que ver en la relación.

—¿Vamos a ir a comer? Porque muero de hambre —dijo Amy agarrando a Eva de la mano para guiarla hacia el auto, que quedaba a unas dos o tres calles arriba de donde nos encontrábamos.

—Pues vamos —Caleb se encogió de hombros.

A Amy le gustaba mucho los niños, lo cual podía ser la respuesta por la que había estado muy pegada a Eva.

Comenzamos a caminar las dos calles arriba para llegar al auto, mientras tanto Eva iba hablando muy emocionada con Amy al mismo tiempo que daba pequeños saltitos al caminar, por lo que había escuchado, estaba contándole una historia sobre su tía o algo así. Caleb, por su parte, iba silbando lo más aburridamente y yo, simplemente, iba observando las casas a mi alrededor.

—Dakota, sabes que te toca manejar, ¿no es así? —Caleb me miró con las cejas levantadas mientras abría la puerta del conductor.

Hice una mueca demostrando excesivamente mi fastidio.

—Caleb, no quiero

—¿Prefieres ahora o todo el viaje? —me miró sabiendo la respuesta.

—¡Suban al auto! Vamos a comer —exclamé agarrando las llaves antes de subirme al coche.

Cuando subieron todos, obviamente Amy y Eva iban atrás, prendí el motor y arranqué el auto no sin antes colocarme el cinturón de seguridad.

—Yo que ustedes me pongo el cinturón porque con Dakota manejando no se sabe lo que podría pasar —bromeó Caleb mientras se colocaba el cinturón provocando que pusiera los ojos en blanco.

Al parecer solo Eva fue la única en hacerle caso ya que Amy no le puso ni la más mínima pizca de atención. Reí al ver al verla por el espejo retrovisor y luego alcancé a pellizcar el brazo de Caleb quién rápidamente aparto mi mano.

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