Capítulo 5. Lugar Nuevo.

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Cerré lentamente la puerta mientras me despedía amablemente de la familia Jones. Y en cuanto esta terminó de cerrarse, mi expresión cambió totalmente. Volteé a ver a mis padres rápidamente y mi cara, de inmediato, cambió a seria. Mi madre se encontraba cruzada de brazos, mientras que mi padre estaba apoyado en un mueble.

Al parecer los dos ya sabían lo que se venía a continuación y esperaban que comience a hablar.

—¿En serio me cambiarán de escuela? —pregunté volviendo a enojarme. Enarqué las dos cejas esperando una respuesta.

Me preguntaba si es que habían pensado en todo lo que tenía aquí, pues aquel instituto al que querían mandarme estaba fuera de la ciudad.

—Simplemente es muy bueno, por lo que decidimos anotarte ahí —miré a un punto de la sala indignada—. Además ya sabes porqué.

La miré confundida. ¿Saber qué?

Oh, sí, al estúpido campamento que fueron mis hermanos bajo amenaza, y yo no fui porque lo tomé como broma y que no hablaban en serio.

—¿Cuando empiezo? —pregunté de mala gana.

—Mañana —mi padre suelta de la nada provocando que abra los ojos al tope.

—¿¡Qué!? —salté en mi lugar. Eso me había tomado por sorpresa, era más rápido de lo que había esperado. Ni siquiera esperaba cambiarme de escuela, ¡no me habían avisado! —. ¿Están hablando en serio? —me calmé uno segundos para buscar alguna señal de que fuera broma, pero sus rostros no cambiaban.

Entonces miré hacia el techo y bufé para luego agarrar mi celular, subir las escaleras rápidamente llegando a mi habitación encerrarme allí de un portazo, huyendo lo más rápido posible de aquella situación.

Me tiré a mi cama mientras desbloqueaba el celular, abrí el grupo de WhatsApp que tenía con mis amigos.


Dakota. 14:10.

Al parque ahora.


Jack. 14:10.

¿Qué? ¿Por qué?


Dakota. 14:10.

Necesito decirles algo importante.


Cameron. 14:11.

Allí estaremos.


Dakota. 14:11.

Los espero.


Me levanté a buscar una chaqueta en mi armario, en cuanto la encontré, de inmediato me la puse y volví a bajar, pero en silencio.

Me sentí una espía.

Pero a la hora de cruzar el pasillo, cada paso lento que daba hacía crujir la madera bajo mis pies. Así que decidí correr hacia las escaleras en puntitas de pie y allí me detuve para escuchar si alguien venía, pero no fue así.

Salí silenciosamente de mi casa sin que nadie me viera. Al salir, el viento chocó contra mi cara, hacía frío. Además, también era algo tarde. Metí las manos en los bolsillos. El viento chocaba contra mi cara llevando los pelos hacia atrás. Cuando llegué al parque, podía ver a mis amigos hablando a lo lejos. Comencé a acercarme más, suspirando para alejar los nervios.

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