Capítulo 27. Incidentes.

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Mañana me iría del instituto, realmente desde hace meses esperaba las vacaciones de verano. Estaba demasiado ansiosa con el tema de las vacaciones por las cuales tanto había esperado, además de que empezaría la universidad. Ya tenía unas cuantas universidades en cuenta para ir, pero tenía una principal, en la cual tenía que hacer un examen para ingresar o algo así había entendido, lo cual me ponía muy nerviosa.

Aunque pensándolo, las vacaciones recién empezaban. Yo creía que de verdad disfrutaría todo esto.

En el instituto todavía habían bastantes personas, más de lo que esperaba. Aunque, por lo que había escuchado, algunas personas personas dejaban sus cosas aquí porque luego volvería a terminar el año o, simplemente, porque pasaban de año. En mi caso, obviamente, no tendría que dejar ninguna cosa mía, ya que luego iría a la universidad.

Y hablando sobre universidad, tenía un problema, el cual -siendo sincera- había surgido al momento en que oficialmente era novia de Aaron.

El problema era que la universidad que tenía pensada quedaba en Nueva York que está muy lejos de San Francisco. Tenía todo planeado, como que me compraría un departamento cerca de la universidad para no tener que viajar y así, ya que sería demasiado cansador. Y, decía que el problema era mi relación con Aaron, porque ni siquiera sabía si él iba a quedarse allí en San Francisco luego de haber terminado las clases, él ni había tocado tal asunto. Realmente quería mucho a Aaron como para dejarlo ir solo porque mis estudios se interpusieran entre nosotros.

Y, aunque no creía en el amor a distancia, trataría de hacer lo posible. Pero no sabía cómo decírselo.

Cada vez que me ponía a pensar sentía, de una forma u otra, que Aaron sería el indicado y lo decía porque cada vez que él decía algo lindo para mí podía ver que estaba siendo sincero y era lo más sincero que había visto en un hombre cuando él me decía Te Quiero.

Pero tampoco estaba lista para comentárselo, por lo menos esperaría a ver si es que me aceptaran.

×××

No quería venir la fiesta, pero Aaron me había convencido. No conocía a la gente que había asistido a la fiesta, aunque podía reconocer que había varias personas del instituto que no sabían que vivían en mi misma ciudad.

Me encontraba sentada en una banca, mi cabeza estaba apoyada en el hombro de Aaron, quien hablaba con sus amigos los cuales estaban sentados formando una ronda.

No prestaba atención a la conversación que tenían entre todos, por lo cual mis ojos se clavaron en mi celular sin saber qué hacer, así que solo lo desbloqueé y aburrida, comencé a revisar mis redes sociales. Uno de los amigos de Aaron se encontraba a mi lado por lo que lo escuchaba conversar y cada vez que Aaron reía mi cabeza, literalmente, vibraba. También pude escuchar la voz de Edward -a Adam no lo había visto porque se encontraba dentro de la casa, donde había más gente. Que, a diferencia de nosotros, nos encontrábamos en el jardín, donde casi no había personas-. Y alguna que otra vez sentía algunas miradas puestas en mí, pero les restaba importancia y ni siquiera subía la mirada. No era quería ser mala, si no que me encontraba aburrida, no tenía el humor para estar en una fiesta y quería estar en mi casa haciendo nada, supongo.

—Hazte a un lado —escuché una voz familiar, desvié unos segundos la mirada de mi celular para luego ver a Adam hablándole al chico que estaba a mi lado, luego volví mi vista al celular.

—Pero no hay más lugar —dijo con tono obvio.

Sentí a Aaron mirar a Adam, quien intentaba sentarse en la misma banca donde nos encontrábamos sentados. Luego, de un momento a otro, Aaron me rodeó con sus brazos e hizo que me sentara en su regazo, lo miré confundida y me di cuenta que lo hizo para dejarle lugar a Adam al ver que el chico a mi lado se corrió un lugar. Me encogí de hombros y volví a apoyar mi cabeza en el hombro de Aaron, casi escondiendo mi cabeza en su cuello, ya que volví a clavar la vista en mi celular pero no lo desbloqueé, parecía más como si lo estuviera examinando. Seguía creyendo que no estaba de humor para una fiesta, pero ya sabía cómo era Aaron y sabía que, de todas formas, me convencería. Me había dicho que lo acompañe, que él no quería ir solo y pues, allí estaba.

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