Capítulo 19. Salida.

24.2K 1.5K 140
                                    

Luego de la fiesta y lo sucedido allí, dejé de hablar con Aaron, por unos días. Él no me escribió y yo tampoco a él, así que fueron días en los que me dediqué a salir con mis amigos y a estar con mi familia. Sin embargo, los días que me quedé en casa, no paré de pensar en aquel beso; y allí había una principal razón por la cual no le había hablado todavía.

Temía arruinar nuestra amistad por un beso, pero luego pensaba:

De todas formas no fue tan malo.

Y no, no me arrepentía en lo absoluto.

Pero no sabía cómo mirarlo luego de eso, me daba vergüenza, pues ni siquiera habíamos aclarado las cosas.

—Dakota —silencio—. Dakota, Dakota, Dakota —siguió Caleb sacándome de mis pensamientos al ver que lo ignoraba.

Fruncí el ceño y lo miré con extrañeza, no respondí. Entonces se acercó más para colocarse frente al televisor.

Aunque Caleb era el mayor de los tres, parecía ser el menor, ya que cuando estaba junto a nosotras se comportaba como un niño.

Eso volvió a hacer. Comenzó a repetir mi nombre nuevamente y sabía que no iba a parar hasta que le contestara o me irritara.

—¿Qué quieres Caleb? —suspiré mirándolo mal, a lo que él simplemente respondió con una mueca, copiando mi actitud pero con algo de gracia.

Como siempre lo hacía.

—Pues no sé si estás sorda o qué, pero Amy te está llamando a los gritos desde hace par de minutos solo para saber si quieres café —en cuanto dijo eso sí que fruncí más el ceño, pero de una manera muy exagerada.

¿Amy ofreciéndome algo?

Eso sonaba a que estaba planeando algo, como intoxicarme por ejemplo.

—¿Café? —pregunté confundida, aunque lo había escuchado bien.

—Sí, me hizo uno y no me morí, así que deberías aprovecharlo —se encogió de hombros—. Parece que hoy está de muy buen humor.

—Wow, esto no pasa nunca, iré a ver.

Dicho aquello, me levanté y fui directo a la cocina, pero asomé la cabeza antes de entrar.

Estaba de espalda sirviendo agua caliente en una taza. Bien, no parecía estar haciendo nada malo.

—¿Me llamabas? —pregunté acercándome a ella para ver mejor lo que estaba haciendo.

—Sí, ¿quieres café? —me preguntó con un entusiasmo que no se acostumbraba a ver en ella.

Se dio vuelta para mostrarme el café ya preparado para ofrecérmelo y, estaba demasiado sorprendida, ella estaba demasiado emocionada y no sabía por qué.

—Wow —fue lo único que pude decir por mi sorpresa—. ¿Y por qué tanto entusiasmo? —interrogué agarrando el café que me ofrecía mi hermana.

—¿Acaso no puedo despertarme de buen humor?

Me encogí de hombros y, luego de agradecerle por la taza de café (que por cierto, ya tenía hasta azucar), me di vuelta y volví hasta la sala, y me senté al lado de Caleb en el sofá.

—Bueno, eso fue raro pero me gustó —dije dándole un sorbo al café—. Y está muy rico.

—Demasiado raro pero intentemos que esté así lo que resta del día, porque luego vuelve a su estado normal y comenzará a molestar de nuevo —asentí estando de acuerdo, así comenzaban los complots entre hermanos.

Pasaste el límiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora