Prólogo

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<<< Cogió el arma y me apuntó. Su pulso no temblaba. La decisión estaba tomada. Iba a morir y el asesino era la persona a la que quería. Qué fácil es dar confianza. Que fácil es terminar con la vida de una persona en un simple disparo.

Lo miré a los ojos, pero su expresión era indescifrable. No me moví, no huí. ¿De qué serviría? No era una cobarde. Si tenía que morir, moriría en pie, no huyendo.

El gatillo ya estaba apretado. Cerré los ojos con fuerza, aunque fuese valiente, no me atrevía a aceptar que era él, el que estaba con esa pistola.

La bala desfiló por el aire. >>>

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