Capítulo 22: Elige

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Kyle

Siempre he odiado las agujas. De pequeños, cuando nos tenían que hacer las pruebas de sangre, me ponía muy nervioso. Solía moverme demasiado y por eso la tenía que hacer muchas veces. Esta vez, no era ocasión para tener miedo. Mi sangre podría salvar la vida de Álex. Debía parecer un adulto.

Hace poco también tuve miedo. En la habitación con Alice al principio temblaba. Nunca nos habíamos quedado solos en una habitación. Yo sólo la observaba desde lejos y con eso me bastaba, o eso pensaba. Ahora, me dolía estar lejos de ella. Cuando la besé, no era yo. ¿Cómo lo podría ser? Ese Kyle era seguro de sí mismo y hablaba con ella sin dar importancia a que fuese Alice. Quizá sólo fuese fácil hablar con Alice.

-Ponte en la camilla. Ahora viene la enfermera para extraerte la sangre.-Me dijo Dafne. Ella me miraba apenada. Sabía el miedo que le tenía a las agujas. En pocos segundos llegó la supuesta enfermera. No tendría más de cinco años que nosotros. Tenía el cabello pintado en las puntas de azul. Era guapa, pero no tanto como Alice.

-Vamos a extraerte un litro y medio de sangre.

El corazón me empezó a palpitar rápidamente. La chica cogió una aguja que mediría cinco centímetros y me cogió el brazo.

-Una...y dos.

Normalmente la gente espera a contar tres para hacer las cosas, ella no. Era de mirada decidida y no le podías replicar. Al ver la sangre fluir por el tubo, casi me desmayo. Cuando tuvo la suficiente, me sacó la aguja del brazo. Yo me caía un poco para atrás, a pesar de que estaba sentado. Las luces se me movían.

-Kyle, ¿estás bien?

-Creo que sí.-Probé a ponerme de pie, pero rápidamente Dafne me sujetó.

-Creo que deberías descansar. Te llevaré a tu habitación.

Era mi hermana pequeña y debería ser yo la que cargara con ella, no al revés. Aunque la viese borrosa, veía su mirada decidida y dispuesta a ayudarme. Siempre la había admirado, aunque no se lo dijera. Cargó conmigo por los pasillos hasta llevarme a mi habitación. Seguramente Alice ya no estaría en la de Elizabeth. Como me hubiese gustado quedarme ,como mínimo, para siempre, con ella en esa habitación. Ella y su trenza pelirroja. Esa trenza que me gustaría haber soltado para enredar mis dedos con su pelo.

-¿Era esta?-Dafne me estaba hablando. Adopté una voz de hermano mayor, pero en vez de eso me salió una aguda voz.

-Sí. Tengo la llave en el bolsillo de la chaqueta.

Dafne la cogió y abrió la puerta. Me dejó en la cama y cerró la puerta tras pasar ella. Se sentó en la silla del escritorio cara mí.

-¿Te encuentras muy mareado? ¿Estás bien? ¿Quieres que llame a alguien?

-Estoy bien. Y no, no llames a nadie.

-Sabía el miedo que le tenías a las agujas, no debía haberte llevado.

-La vida de Álex estaba en juego.

-Pero ahora estás mareado.

-Nunca te he dicho que a veces pareces tú la hermana mayor y no yo.

-Kyle, eres un buen hermano mayor.

-No siempre. Debería ser yo el que cuidase de ti.

-Estás cansado. Estás divagando.

-No. Es verdad. Cuando me tropiezo tú vienes siempre corriendo a levantarme. ¡Es que no lo ves! Debería ser capaz yo mismo de hacerlo.

-Yo también me tropiezo.-Murmuró.

-Mira, yo te traje a este lugar por mi culpa. A veces creo que debería haber dejado que te quedaras con papá y mamá.-Después de pronunciar estas palabras, quise retirarlas, pero ya era demasiado tarde.

-Vine a este lugar porque yo quise. Si me hubiese quedado, me habría escapado. Vine aquí para estar contigo. Sabía que si te pasase algo no tendrías a alguien. Si estamos juntos, es para ayudarnos mutuamente.

-Dafne, eres mejor hermana de lo que he sido yo.

Y caí en un profundo sueño. Estas últimas palabras habían sido como un susurro. Escuché los pasos de mi hermana para taparme con una manta.

Todo lo veía oscuro, pero sabía que alguien me estaba apuntando con una pistola. Me indicaba que andase por la oscuridad o si no pegaría un disparo, yo obedecía. Al mirar al suelo, vi que de pronto, andaba por una cuerda floja. Si movía un pie en falso, caería al abismo. Anduve por la cuerda lentamente, midiendo mis pasos. Llegué a un lugar en el que había dos caminos. Uno a la derecha y otro a la izquierda. Una luz iluminó el final de la cuerda de uno de los caminos. Esta una chica atada y vendada los ojos. Sólo podía ver parte de su cuerpo y una larga trenza pelirroja. Alice. Iba a ir corriendo hacia ella cuando la voz de la persona que sostenía la persona me dijo:

-Elije.

En el otro camino estaba Dafne. También atada. Rápidamente entendí para que tenía la pistola. Una debía morir. Si elegía a Dafne, Alice moriría. Las vendas de sus ojos s quitaron y pude verlas con miedo. A Dafne, por primera vez, con miedo. Avancé hacia ella y la otra cuerda del otro camino se soltó. Me giré justo cuando la bala de la pistola se separó y le dio a Alice en el pecho. Una mancha roja empapó su camiseta y yo ya estaba saltando hacia ella, hacia el vacío.

-Te dije que escogieras. Las elecciones que tomamos siempre tienen consecuencias.

Grité, pero nada podía salvar a Alice del abismo, al que yo también me acercaba.

-Kyle.

Era la voz de Dafne. Me estaba llamando. Me giré para caer de espaldas y vi a mi hermana llamándome. Intenté contestarle, pero no podía. Todos los sonidos que salían de mi boca, eran silencios. Dafne me llamaba desesperada y yo no podía hacer nada. En un ataque, Dafne también se tiró al abismo. Pensaba que yo también lo iba a hacer pero yo estaba suspendido en el aire. Sólo caían las dos personas a las que más quería. Iban a morir por mi culpa.

-Tan egoísta era que lo perdió todo por quererlo.

La voz volvía a sonar.

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