Dafne
Abrí la puerta y me encontré a Scott. Seguía con los ojos vidriosos y no me apetecía mucho que la gente me viese así, tan vulnerable.
-¿Qué haces aquí?
-No daba dormido. Así que decidí ir petando de puerta en puerta haber quien me abre.-Lo dijo con su habitual tono serio sin darle importancia a nada.
-Pues búscate a otra a la que molestar.
La expresión de Scott cambió. Juntó las cejas. Creo que intentaba comprenderme, aunque ni yo misma me entendía.
-¿Qué te pasa? Sé contar dos más dos como para saber que te preocupa algo.
-No quiero hablar del tema. ¿Es que no lo puede entender nadie?-extendí los brazos mirando al techo.
-Me preocupo de los demás porque nadie se preocupa de mi. ¿Tiene sentido?
-Scott, yo no sé casi nada de tu vida, ¿y ahora esperas que yo te cuente mis problemas?
-Estaría bien-se cruzó de brazos. Pero no parecía cansado ni mostraba síntomas de incomodidad.
-No te vas a ir, ¿verdad?
Me calcé las zapatillas y cerré la puerta detrás de mí.
-Pensé que te harías la difícil por más tiempo.
-Pues te equivocaste.
-¿Vas a ir en pijama?
Me miré y vi que tenía razón. El que nos habían dado, de color azul y con un bolsillo en una esquina. Pero me dio igual. No me importaba ya la opinión de los demás. Sonreí un poco para mí. Lo único que permitiría era que viesen alguna debilidad en mí.
Nos sentamos en un banco del pasillo. Scott se había girado hacia mí:
-¿Me lo vas a contar?
-Si hemos venido hasta aquí será para eso, pero pongo una condición. Si te cuento esto me gustaría saber algo de ti.
-Lo que quieras. No tengo nada que esconder-sus ojos oscuros tenían un brillo extraño gracias a la luz que se colaba por la ventana.
-Eres huérfano. Has visto a tus padres morir. Tienes catorce años. ¿Por qué viniste aquí?
-¿Acaso había otra posibilidad?
-Por favor, no me respondas a preguntas con otras.
-Está bien. Vi a mis padres morir. Cuando ingresé en el orfanato hablaban de enviarme aquí. Decían que allí me necesitarían.
-Espera. ¿Ese orfanato conocía la fortaleza?
-Ellos formaban parte de ella. Creo que ahí los instruían para que luego viniesen aquí. ¿No es la cuartada perfecta? Hacer un orfanato significa que tienes acceso a una gran cantidad de niños que puedes educar como te plazca. Por ejemplo para que sean soldados.
La verdad es que no estaba mal pensado. Pero seguía sin creerme que tanta gente conociese este lugar y aún los dominantes no hubiesen venido hasta aquí. Mis padres lo sabían, a igual que los de la mayoría que estábamos aquí. ¿Y para qué nos necesitaban? Decían que era para luchar contra la ligación. Que eso afectaba a una parte esencial de nosotros y nos quitaba el control. Pero aparte de eso, no sabíamos nada y estábamos arriesgando nuestras vidas en una causa que ni conocíamos.
-¿Cuánta gente hay que sabe de la existencia de este lugar?
-Demasiada. Te preguntarás por qué aún no nos han descubierto...
Asentí.
-Saben que estamos aquí. La guerra se avecina y lucharemos la fortaleza contra los dominantes.
-¿Cómo sabes tanto de esto?
-El orfanato me lo dijo.-Scott cerró los ojos con fuerza-me gustaría pensar que podría haber tenido una buena infancia.
Intenté tocarle, pero se apartó como si mi cercanía le ardiese.
-Ahora te toca ti. ¿Qué te ocurrió?
En comparación con él, nada. Me sentía bastante mal. Él sí tenía motivos para llorar, no yo. Siempre he pensado que era fuerte, pero solo he sido un muro de arena. Vino el agua y me destruyó.
-Enamorarte en la fortaleza no trae nada bueno.
-Entiendo. Will, ¿no? Nunca me ha caído bien. Tan perfecto parece... y creo que no lo es. No deberías estar ahí por alguien que no te valora.
Sonreí. Claro que lo sabía. Pero no era cierto que no me valorase, o eso quería pensar.
-Me valora, pero quiere a otra persona.
-¿Eso te ha dicho? ¿Eso te hizo creer?-Scott se rio irónicamente-no debería ser yo el que te dijese que eso es mentira. Eres una chica muy lista, lo sabes ¿no?
Me empecé a sentir incómoda en ese banco. ¿Qué pasaría si tuviese razón? Me sentía tonta y defraudada. Viéndolo de ese modo... pero claro, hablábamos de Will. Apenas lo conocía. Sólo llevábamos aquí un par de semanas. Y Elizabeth lo conocía desde hace más tiempo.
En realidad es que no sabía nada de él. ¿Pero por qué cada vez que me dirigía la palabra mis sentidos no se daban orientado? ¿Quizá ese sentimiento fuese más de admiración que de amor?
-Dafne, sé que no me vas a hacer caso. Que es difícil, pero creo que te deberías de olvidar de él.-me pasó un brazo por la espalda y me dio un par de palmaditas.
-Mis problemas no son nada comparado con los tuyos.
-Yo estoy acostumbrado a ellos, tu no.
ESTÁS LEYENDO
Ligados
Ciencia FicciónTodo el mundo de Elizabeth cambiará con la marcha de su hermana mayor, Lía. Quién decide irse de casa antes de su ligación, el día en que unirían su mente con el de otra persona para que tuviese empatía con ésta. Pero no solo esto representará un gr...