Capítulo 4: La cena

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—¿Eliz? ¿Estás ahí? —pude reconocer la voz de mi padre.

—Sí, papá —le hice señas a James para que se escondiese, pero no me hizo caso.

Guillermo entró en el salón y nos vio a los dos. Al principio se sorprendió, luego se relajó un poco y nos saludó:

—Buenas, no sabía que Elizabeth tenía un amigo. Encantado de conocerte —le dijo a James estrechándole la mano—. Soy Guillermo, el padre de Elizabeth —le dijo.

—James, el hijo de Luke.—Perfecto. Mi padre llamará a Luke y ya no le dejarán salir de casa. ¿En qué estaba pensando?

—¡Ah! —su cara volvió a ser de asombro— Eliz —dijo dirigiéndose a mí— no me contaste que tu amigo era el hijo de Luke. Bueno, ya es tarde. Ahora íbamos a cenar, ¿te gustaría quedarte?

Y cómo no. Él dijo que sí. Sin importarle las consecuencias lo tuve enfrente en la mesa. Mi padre estaba en la cabecera en medio de los dos. James no paraba de sonreír.

—Y bueno, ¿qué tal le va a tu padre?

—Bien. Sólo que estos días anda con mucho trabajo. 

—¿Y tu madre? ¿Cómo se llamaba?

—Claudia. Ella está bien.—Dijo la última palabra con una nota de pena. Quizá mi padre no se diese cuenta, pero a mí no me iba a engañar.

—¿Y cómo os conocisteis? —Nos preguntó esta vez mirándonos a ambos.—Me refiero a que nunca os habíais visto, ¿no? tu madre nunca te dejaba venir a cenar aquí.—Afirmó mirando a James.

—En realidad es cosa de mi padre lo de que no venga a cenar.

—Pero idea de tu madre.

—Nos conocimos en el bosque.—Dijo cambiando de tema. Ese asunto no le gustaba mucho parecía ser. Mi padre lo comprendió y no hizo más preguntas.

—¿En el bosque? —Arqueó las cejas.

—Sí. Estaba dando un paseo y me la encontré.—Él asintió. No le gustaban mucho mis andadas solitarias.

Apenas intervenía en la conversación. Me limitaba a tomar los trozos de pizza que quedaban en la mesa.

—¿Cuál es tu comida favorita? —Le preguntó mi padre.

Se lo pensó un rato para luego responder.

—Los macarrones gratinados con atún.

—Me alegro que sea esa. También es la favorita de Eliz. Así la próxima vez que te quedes a cenar sabré lo que cocinar. —Genial, habría próxima vez.

Terminamos la cena y mi padre se fue al sofá. Resulta que había partido. Yo me levanté y me dirigí al fregadero para lavar los platos como todas las noche. James también se levantó.

—¿Te ayudo a fregar? —Me preguntó.

—Si no te causa molestia, señor meteorólogo. —Sonrió—¿Tú lavas y yo seco?

—Vale.

Nos pusimos manos a la obra.

—Entonces macarrones con queso... —Empezó.

—Sí, me encantaban los que hacía mi madre. —Me callé, al morir ya no me sabían tan bien.

—Lo digo para cuando vengas a mi casa.

—¿Ir yo a tu casa? ¿La apuesta no era sólo en la mía?— Tenía un poco de miedo a lo de ir. No sabía si le caería bien a su madre. A Luke ya le conocía, pero a su madre... Su hermana ya estaba en la universidad, así que la única persona que estaba era ella.

—Claro, si yo ceno en la tuya tú también tendrás que venir a la mía, ¿no?

—Supongo...

Seguí fregando, pero de repente, noté algo húmedo en la cara y una centésima después estaba toda empapada. James se reía al ver mi reacción.

—Ahora verás. —Cogí un vaso que estaba secando, lo llené de agua y se lo tiré. Quedó más mojado que yo. Él sacudió su cabeza como hacen los perros y me empezó a salpicar. Entonces empezamos a correr por la cocina como locos.

Cuando nos tranquilizamos acabamos de fregar y miré la hora. Eran las diez. Fui al salón.

—Papá, creo que se tendrá que ir, sus padres ya estarán preocupados.

—Ya los he llamado yo. Me dijo tu madre que volvieses ahora. —Miró su reloj— ¿No estás un poco mojada?

—Ya lo acompaño fuera. —Ignoré su pregunta, pero sabía que involuntariamente me había sonrojado y así, delatado.

Le acompañé hasta afuera y acto seguido desapareció en la oscura noche. Dejando tras él su sombra y yéndose hasta su porche.

Entré en casa y llegué al salón, donde mi padre esperaba impaciente tener una conversación acerca de lo sucedido.

—Es un buen muchacho.

—¿Qué? —En toda la vida no me había dejado ir al instituto. Vivíamos en un barrio muy apartado dónde sólo vivían ancianos. La ciudad quedaba muy lejos. Y él nunca me llevaba.

—Digo que me parece un buen chico. Así no pasarás tanto tiempo sola por la marcha de Lía. Además de que él tampoco tiene a nadie. —Pienso que nuestros padres se compincharon para que acabásemos en esta situación. Ambos sin hermana y solos en este pueblo. Tiene su lógica.

—Vale papá.

De repente me surgió una nueva pregunta.

—¿Por qué su madre no le deja venir aquí?

—En mi trabajo hay que hacer ciertas cosas. Y claro, a veces me veo obligado a tomar ciertas medidas. Se podría decir que hice algo que le disgustó mucho a su madre. Y la razón por la que no quiere que venga aquí será para que no contamine a su hijo con mis ideales.

—Qué absurdo.

—Luke intentó hacerla entrar en razón, pero es una mujer muy terca. Así que ese es el motivo por lo que nunca ha venido a cenar. Él piensa que es cosa de su padre porque es él el que se lo dijo durante toda la vida. Su madre trabaja mucho y por eso no tiene mucho tiempo para él.

—Ah.

Subí las escaleras y me fui a mi habitación. Quizá un día de estes conocería a su madre, quizá no. Otra de las dudas que tenía es que no entendía como la madre de James culpase tanto a mi padre por una elección que hizo.

La vida está llena de elecciones que no debemos tomar siempre en cuenta. En esta vida no nos podemos quedar anclados al pasado. 




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