Elizabeth
La verdad era que no tenía intención de ir a mi habitación. Quizá estuviesen hablando Alice y Kyle, y no quería molestarlos. Al final, mi razonamiento terminó siendo que lo mejor sería ir sin rumbo por la fortaleza.
Cuando iba a girar hacia la derecha, escuché unas voces. Eran masculinas y había podido entender el nombre de Allison, lo que me hizo prestarles más atención y tratar de entender lo que decían.
—Es muy tozuda ¿qué vamos a hacer con ella? No creo que consigamos que cambie de opinión —esa primera voz, era de un hombre mayor, y sonaba un poco ronca.
—Pero señor, no la podemos dejar por ahí a su suerte —esta vez, la respuesta provenía de un chico más joven.
—Intentad hacer que entienda que debe ayudarnos, o si no, tendremos que enviarla, y nadie quiere eso. Te doy el día de hoy para que lo consigas, Peter, o haré lo que sea necesario.
—Sí, señor.
Al terminar de oír la conversación, escuché como el hombre más mayor se iba alejando hacia el final del pasillo, a diferencia del joven, que se acercó hacia donde yo me hallaba, por lo que me escondí entre las sombras y me pegué al muro, intentando respirar lo más mínimo.
Cuando pasó el joven llamado Peter, pude ver cómo era. No me había equivocado demasiado en su edad, aunque su voz tan grave y su altura, hacía que te desviases algo, pensando que tuviese veintitantos años en vez de unos dieciséis. Su pelo oscuro, algo alborotado, y su forma de andar, daba a entender que todo estaba medido a la perfección. Llevaba un enorme tatuaje que le destacaba en un brazo, dos manos agarradas con algunos dibujos abstractos por el fondo, y vestía un uniforme con una chaqueta llena de placas brillantes. Parecía el típico chico de alto rango que se veía tanto por este lugar.
Peter giró su cabeza hacia las sombras entre las que me escondía, lo que me hizo pensar que me había visto, pero no, ya que siguió su trayecto. Cuando me aseguré de que no pasaba nadie, salí de mi escondite.
¿Dónde estaría Allison? ¿A dónde la enviarían si no cambiaba de opinión?
Necesitaba contarles la conversación a los demás. Sobretodo, debería hablar con Jane o Alex, quizá ellos supiesen algo y creía tener la confianza suficiente con ellos para poder contar con ambos.
—¿Qué estás haciendo aquí? —una voz masculina me sorprendió.
Me giré en redondo, y vi al chico del tatuaje.
—Sólo pasaba por aquí. Estaba viendo la fortaleza —mentí, intententando hacerme lo más inocente posible.
Me miró algo desconfiado, lo que me hizo suponer que no se lo había creído.
—Te acompaño hasta la parte de residentes. Te has desviado un poco del camino.
Empezamos a caminar por el pasillo en dirección a las habitaciones. Él no decía nada, pero me miraba de reojo frunciendo un poco las cejas. Su forma de hablar imponía, pero, pese a esto, intenté hacer que hablase.
—¿Cómo te llamas? —Sabía la respuesta, pero era la mejor pregunta que podía haber hecho en esos momentos.
—Peter.
Su respuesta llegó rápida pero carente de emoción alguna. A diferencia de él, la gente se suele interesar por tu nombre también y te repite la pregunta.
—¿De qué trabajas? —intenté proseguir.
—¿Nunca te cansas de hablar? —su tono borde hizo que le obedeciese y me callase el resto del camino.
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Ligados
Ciencia FicciónTodo el mundo de Elizabeth cambiará con la marcha de su hermana mayor, Lía. Quién decide irse de casa antes de su ligación, el día en que unirían su mente con el de otra persona para que tuviese empatía con ésta. Pero no solo esto representará un gr...