Capítulo 11: Viaje en tren

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Al bajar del autobús, Will cogió un mapa que llevaba en la chaqueta e indicó el trayecto.

La ciudad seguía siendo tan bonita como la recordaba. Con sus grandes edificios, llenos de plantas y cristaleras. Pero esta vez tuve má tiempo para fijarme en ella. Había grandes paneles de publicidad, con gente promocionando sus productos o demás. Los coches que pasaban por la carretera, iban demasiado rápidos, pero sin emitir ningún sonido. A estas horas, lo único que se podía escuchar, eran las pisadas de la poca gente que cruzaba por esta calle.

Al llegar a la estación de tren, nos sentamos en unos asientos que había enfrente de la vía  a la espera de nuestro transporte. A diferencia del autobús, aquí había mucha gente con uniformes y maletas.

Una chica se sentó al lado mía. Tenía el pelo negro a la altura de los hombros. Era muy pálida. Su cara parecía de porcelana, pero sus ojos eran desafiantes. Fuertes, muy tozudos.  No me di cuenta de que había llegado el tren, cuando Will me cogió del brazo y me llevó adentro.

—Ya cuesta llevarte despierta... ¡imagínate dormida! Hiciste bien en no dormirte en el banco  —se rió.

La  chica a la que miraba, nos siguió. Se sentó enfrente mía. Pero no me miraba, sus ojos estaban puestos en Will. No como las chicas del cine. Lo miraba como si fuese a decirle algo, pero sin embargo no había abierto la boca.

—Me está mirando... —me susurró Will al oído.

—Ya lo sé, no soy tonta —su voz sonaba firme. Debía de tener unos diecisiete años—. Te estaba mirando porque... creo que sé quién eres. Pienso que eres el hermano de Katherine.

—¿De qué conoces a mi hermana? —Parece que no era la única a la que le respondía con otra pregunta.

—Es una amiga mía. Os parecéis bastante. Ambos morenos de ojos color avellana. Veo que ambos heredasteis ese mismo rostro atractivo —le guiñó un ojo y el sonrió—. ¿Y quién es ella? —Su dedo me apuntó.

—Elizabeth. Me llamo Elizabeth, y él es Will.

—Sois... ¿Pareja?

—No, somos amigos.

—¡Qué bien! Una pareja de amigos que se van solos en tren, quizá fugándose de casa, y conocen a una amiga de la hermana de uno —dijo en su tono sarcástico—. ¿Y a qué se debe vuestro viejecito? ¿Es a Travelson? Últimamente he oído que esa ciudad está bastante movida en relación con los libres.

—¿Quiénes son los libres? —pregunté.

—Son gente que cree que el gobierno está mal. Que no debería existir la ligación. Gente que quiere ser libre y no estar atado a otra persona.

—¿Y tienen razón?

—Nadie lo sabe. Ellos creen que la tienen y otra gente que son unos rebeldes, que no debería existir. Tú eres el que va a elegir el bando con el que luchar.

—¿Luchar?

—Las guerras. Va a haber una bien pronto. Y los dominantes no van a hacer nada por detenerla. Mientras que ellos no se manchen, no harán nada. Porque piensan que tienen la fórmula que la parará luego, como hicieron en la anterior.

—¿Y dónde están los libres?

—En la fortaleza. Así es como la llaman. ¿Es que te lo tengo que explicar todo? Yo me voy a Travelson. Si vosotros también vais, os acompaño. Necesitaréis una guía. Ahora duerme, te veo cansada. ¿Tú no la ves fatigada? —le pregunta a Will.

Él me atrae hacia él con un brazo. Me rodea la cintura y me susurra:

—Ahora es la parte en la que te quedas dormida en brazos de tu fabuloso príncipe.

No le pude replicar porque enseguida me quedé dormida en sus brazos.

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—Os sigo esperando aquí, parejita de dormilones.

Abro los ojos y veo que estoy en un tren rodeada por los brazos de Will. Una chica me está hablando. Pestañeo un par de veces y los recuerdos vienen a mí como una ráfaga. Intento apartar el brazo de Will con delicadeza de mí, pero eso sólo hace que me agarre más fuerte. Suelto un gemido ante su enorme fuerza y él abre los ojos. Al principio, sacude la cabeza hacia los lados, creo que le había pasado igual que a mí. No recordaba nada. Luego me mira y empieza a comprenderlo todo. Sin soltarme, pero aflojando un poco su brazo mira a la amiga de su hermana Katherine.

—Aún no nos has dicho tu nombre —dice Will.

—Siempre lo olvido. Mi nombre es Jane.

—Jane... —Creo saber lo que va a venir ahora— ¿Jenny?

—Oh, no. Nada de diminutivos ni similar. Sólo he dicho que era amiga de tu hermana. No tengo intención de que seamos uña y carne ni nada parecido. Así que llámame únicamente Jane.

—Como desees —dice cortésmente añadiendo una sonrisilla que ella no le devolvió.

Después de un silencio prolongado por ambas partes, me fijo en que Will no me suelta. Se me hace un poco raro estar tan pegada a él. No es que no me guste, al contrario. Es una sensación bastante agradable. Decido no decirle nada, pero veo que él me mira y como si me hubiese leído el pensamiento, me dice:

—Sabes que puedes apartarte de mí cuando quieras, aunque creo que estás bastante cómoda en esa posición —me ruborizo. ¿Por qué siempre sabe lo que pienso?—. Tranquila —y esta vez usa un tono más confidencial—. Yo también estoy bastante bien así, por lo que  ninguno de los dos se mueve y punto. No le des más vueltas.

Esta vez, me intento separar de él para picarlo un poco, pero al intentar separarme, su brazo me atrapa fácilmente y no me suelta.

—¿No era que me podía apartar cuando quisiese?

—Sí, pero ahora mismo no quieres. Solo lo haces para llevarme la contraria —y tras decir eso, sonríe.

—¿Qué te hace pensar eso?

Me suelta.

—Como quieras, pero lo vas a lamentar.

Y como siempre, tenía razón.

¿Por qué soy tan tonta como para destrozar los buenos momentos?

Tras escuchar este pensamiento, lo entendí todo.

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