Alice
Al abrir los ojos, me di cuenta de que esta no era mi habitación. Las sábanas eran de un azul marino y en el escritorio había un montón de libros apilados. No había ni una sola fotografía en la sala. Me levanté de la cama y me di cuenta de que alguien me había descalzado para dejarme ahí. Entraba bastante luz por la ventana, por lo que supuse que sería de día. Me acerqué a ella para mirar dónde estaba, cuándo escuché una voz.
-Veo que ya estás despierta.-Un chico de más o menos de mi edad con una chaqueta militar llena de placas me estaba mirando. Debía de ser uno de alto rango de la fortaleza. ¿Seguiría en ella? Los recuerdos los tenía un poco difuminados.
-¿Quién eres? ¿Cómo he llegado hasta aquí?-inquirí.
-Preguntas y preguntas. Siempre ocurre lo mismo.
-Respóndeme.
-Te quedaste dormida en mis brazos y te traje aquí-dijo como si fuera obvio, pero sabía que estaba bromeando.
-¿Cómo te llamas?
-Peter. Has tardado bastante en despertarte. Normalmente el somnífero sólo te duerme seis horas...
Me había secuestrado. Sabía su nombre, pero nada más de él. Miré la habitación y vi un cuchillo. No pensaba matarle, pero no sería mala idea tener un arma a mano. Iba a cogerlo cuando él se me adelantó y me cogió de las muñecas por detrás. Era fuerte y más alto que yo. Me rendí.
-No me gusta que me intenten acuchillar.-Me susurró.
-Ni a mí que me secuestre un extraño.
-Sólo son órdenes. Y teóricamente no soy un extraño, o no lo seré por mucho tiempo.
-Me podrías soltar las muñecas?
Asintió y obedeció.
-Cálzate y arréglate, te vengo a buscar en diez minutos.-El tono de broma de antes se había esfumado.
Salió por la puerta y me dejó otra vez sola. Cogí mis zapatos al lado de la cama y me calcé. Pensar en que me había dejado en esta habitación hizo que me entrase un escalofrío.
Seguía sin saber nada de lo que había ocurrido el día anterior. Dónde estarían los chicos de la fortaleza? Y mi hermana? Era este el que la había cogido?
En nada se me pasaron los diez minutos porque Peter volvió a aparecer.
-Debe acompañarme.-Bipolaridad? Hace poco evitaba los formalismos...era algo bastante confuso.
-Claro-le sonreí, pero no me la devolvió.
Pasamos por pasillos desconocidos para mí, pero conocidos para él como la palma de su mano. Aquí nadie saludaba. Había alguno de su edad, pero pocos. Todos llevaban chaquetas parecidas, con más o menos placas. Giramos varias veces y dimos a una puerta que daba final al pasillo.
-Espere aquí.
No esperó mi respuesta. Entró el sólo en la habitación hasta que luego me avisó para que pasase.
-Esta es Alice.
Estaba frente a un señor de unos cincuenta años de pelo blanco con barba. Éste, estaba sentado en frente mía detrás de un escritorio. La habitación tenía todos los cuadros que le faltaban en la que había dormido. había una ventana a mi izquierda por la que entraba luz. El señor de pelo blanco me examinó hasta que se dio por satisfecho para luego decirme.
-Así que te ha traído Peter...interesante...-se rascó la barba pero mi secuestrador le cortó.
-Señor, he hecho lo que me has pedido.
-Ha comido?
-No. Pero...
-Pues llévela a comer. Seguramente está muerta de hambre. La necesitamos bien dispuesta.
-Sí, señor.
Me miró y rápidamente me cogió de la muñeca haciéndome daño. Se levantó arrastrándome a su vez.
-Te hará bien tener compañía.-Le dijo cuando llegamos a la puerta.
-Para ser soldado la compañía sólo es una carga.
Salimos de la habitación antes de que Peter pegara un portazo. Aún no me había soltado. Me llevó a una cafetería distinta de la fortaleza donde me soltó. Miré mi muñeca y vi un aro rojo que la recorría.
-Lo siento.-Me cogió la mano y me empezó frotar la marca para que desapareciera. Toda su furia había desaparecido.-Hay cosas que me sacan de quicio. No controlo muy bien mi furia. Te duele?
-No.-Solté mi mano de la de él rápidamente.
-Te voy a traer algo de comer.-Se levantó y fue hacia una mesa llena de comida.
Peter estaba bastante fornido y aunque fuese joven, todos le tenían bastante respeto.
-Aquí tienes. No sabía lo que te gustaba, así que he traído una cosa de cada.
Había una bandeja delante de mí llena de arroz, alguna verdura, dos huevos, un trozo de carne...
-No vas a comer? Por favor, no me digas que eres vegetariana...-Se empezó a tocar el pelo de manera inconsciente.
-No.-Cogí el tenedor y me comí el arroz sabiendo que me estaba mirando.
-Por qué solo te comes el arroz?
-Es lo que más me gusta.-No me di cuenta de que hablé con la boca llena y se me calleron algunos granos de arroz, cosa que hizo reír a Peter. Su risa era contagiosa. Era silenciosa al principio dejando enseñar todos sus dientes blancos y luego algo ruidosa.
Cogí una servilleta y me tapé la boca. A saber lo que estaba pensando de mí. primero lo había apuntado con un cuchillo y ahora acababa de escupirle un par de granos de arroz, aunque a decir verdad él me había traído aquí y aún no sabía para qué.
-Mejor déjame hablar a mí. Yo te preguntaré y tú me dirás con la cabeza sí o no. Llegaste aquí hace poco?
Asentí.
-Eres buena en la lucha?-Lo negué.
-Mmm... en eso te podría ayudar a mejorar. Soy bastante bueno en ello.
Un chico que me debería de llevar unos diez años se nos acercó. Era rubio con ambos lados de la cabeza rapados.
-Pensaba que tú no rompías las reglas.
-Es parte de la misión.-La voz de Peter volvió a cambiar. No le debía de caer muy bien ese chico por la forma en la que le estaba hablando.
-Ya. Si fuesen las misiones pelirrojas, me apuntaría a todas.-Sonrió anchamente y se fue.
La mandíbula de Peter estaba tensa y su mano, antes relajada, era un puño.
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Ligados
Ficção CientíficaTodo el mundo de Elizabeth cambiará con la marcha de su hermana mayor, Lía. Quién decide irse de casa antes de su ligación, el día en que unirían su mente con el de otra persona para que tuviese empatía con ésta. Pero no solo esto representará un gr...