Misión: Recupera el almuerzo

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Tuve una mala noche, cuando papá me preguntó como me quemé la mano, le dije que al tratar de combinar el agua fría con la caliente. Y, por la quemada de la mano, no pude dormir, puesto que ardía, y demasiado. Me preguntaba, ¿qué iba a decir Leonardo? ¿Si no le gustaba? Me tranquilicé, y me llené la cabeza con frases de: Sí le va a gustar, mejor dicho le va a encantar.

Cuando por fin pude pegar un ojo, como dicen algunos, sonó la alarma, ya era hora de levantarse, genial, y yo estaba muerta de sueño. Bajé a desayunar, me cambié, y me puse un abrigo de manga larga, para que nadie notara que tenía un vendaje en la mano.

Cuando llegué a la escuela, no ví a Ema por ninguna parte, ni la había escuchado llegar gritando MALVAVISCO. Seguí caminando hasta que aparecieron las tres teñidas delante mío. Katherine me estaba acribillando con la mirada, y las otras dos fingían hacer lo mismo.

-¿Qué tramas?- me dijo Katherine.

-Yo, nada.- traté de parecer lo más inocente posible para que me dejara en paz.

-Ayer, ¿por qué estabas tomada de la mano de Leonardo? ¿Eh? Aunque no parezca, me sigue gustando, y haré cualquier cosa para alejarte de él, y un día lo conseguiré.

-¿Me matarás?

-No- luego rió- eso es demasiado bueno y no tan doloroso para tí, te haré sufrir lentamente.

¿Te haré sufrir? No pensaba que ella podía llegar a hacer eso, le iba a decir algo en mi defensa, cuando ví que solamente había una chica a lado de Katherine, cuando se supone que eran dos.

-Lo encontré- una voz chillona se oyó detrás mío, era la otra amiga de Katherine, que tenía el almuerzo de Leonardo, esperen, ¡Tenía lo que me costó mucho hacerlo!

Se lo intenté quitar, pero esta se lo pasó a Katherine. Una vez que Katherine lo tuvo, salió corriendo a risotadas. Seguro ella había escuchado mi charla con Ema, sabía que iba a traer algo para Leo. No me preocupaba que se lo comiera, le había puesto un candado a la caja donde había metido el almuerzo, y, por primera vez no puse de contraseña 123, puse un código que probablemente nadie descubriría, lo que me preocupaba era que Leo no lo recibiera.

Las seguí, yo no corro muy rápido, pero llegué a alcanzarlas. Las encontré en el salón de clases, estaban cerca de la ventana, amenazando con hacer caer la caja por la ventana del salón.

-Dime el código, y no la tiraré.

-¡Dámela!- me abalancé sobre ella para quitársela, pero sus secuaces me detuvieron sujetándome los brazos.

-Si eso quieres- y lentamente dejó que la caja se resbalara de sus dedos, cayendo por la ventana, justo en el piso del patio trasero de la escuela.

Iba a ir corriendo por la caja, cuando sonó el timbre, y mis compañeros de clases, junto con el profesor que tocaba a esa hora, de modo que me era imposible abandonar el salón de clases. Me senté en mi puesto, y Ema, se sentó en el suyo.

-Estuve en el lugar equivocado en el momento equivocado, el profesor cree que yo estuve incluida en el grupito de alumnos que no habían hecho la tarea, pero, supongo que si le explico, me perdonará.

-¿Leonardo no vino?- pregunté ignorando todo lo que había dicho Ema.

-¿Ves? Me ignoras y preguntas por él. Sí vino, se quedó haciendo algo abajo. ¿Le trajiste el almuerzo?

-Si, pero, perdón por no poder mostrártelo...

-Tranquila, sé que quieres que la primera persona que lo vea sea él.- Ema me guiñó un ojo.

Soy como un... malvaviscoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora