殴打

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[out]
殴打

Durante los siguientes días, Kise se limitó a mirarla.

La veía a lo lejos, cuando su silueta se divisaba a través de los grandes ventanales en las paredes de la preparatoria. La veía cuando llegaba por las mañanas y cuando se iba por las tardes, cuando caminaba por los jardines buscando un sitio aislado de todos para comer en silencio y en paz. La veía por medio de las ventanas, en el comedor, incluso cuando caminaban por los pasillos y ella por casualidad pasaba cerca de él. Simplemente la miraba, a todas horas y en todos lados, no le quitaba la vista de encima cuando se le daba la oportunidad; pero ella ni siquiera parecía notarlo porque ni una sola vez le devolvió la mirada.

Hasta que un día, Kise se sentó en la mesa dañada de su aula.

— ¡Kise-kun está sangrando!

— ¿Eh?

En efecto. Resulta que aquella mesa tenía una barra de metal algo sobresaliente en un costado, que estaba roto en un ángulo peligroso, y el rubio no se dio cuenta de que al rozarlo, el pantalón de su uniforme se rompió, por una pequeña cortada un poco más arriba de la rodilla que había manchado un poco la ropa.

Acto seguido, el escándalo en el aula fue tanto, que a Kise prácticamente lo sacaron a patadas para ir a la enfermería; aunque para su mala suerte allí no había nadie.

Al menos no a simple vista.

— ¿Qué haces aquí?

Shibata Kai casi suelta la bandeja con los implementos médicos que iba a usar con Kise cuando el susodicho profirió aquella exclamación. La chica inspiró profundo y continuó su camino hasta la camilla donde él estaba sentado, dejando la bandeja de metal sobre la mesa a un lado. No veía razón por la que contestar aquella pregunta... pero tampoco veía razones para no hacerlo.

—Hoy me toca cumplir actividades del comité —aclaró, mientras tomaba un poco de alcohol para limpiar la cortada. Aunque no era tan grande, Kise hizo una mueca—. ¿Cómo te hiciste esto?

—Me corté con un trozo de metal —respondió, atento a los movimientos de la chica que ahora tenía el ceño fruncido— ¿Estás en el comité de salud?

Kai suspiró y se alejó hasta el armario donde guardaban todo el inventario. Cuando regresó, tenía en sus manos una jeringa; Kise ni se molestó en ver nada más, un escalofrío recorrió su cuerpo.

—Sí, estoy en el comité de salud.

Dejó la vacuna sobre la bandeja plateada y se volteó de nuevo para mirar fijamente al rubio, dándose cuenta del desagrado en su rostro al ver la aguja.

—Necesito que te subas la manga de la camisa, voy a ponerte la antitetánica. ¿Le tienes miedo a las agujas?

—No exactamente —aunque su rostro estaba torcido en una mueca de desagrado mientras se quitaba la chaqueta y se recogía la manga casi hasta llegar al hombro—. ¿Me va a doler?

La chica tomó una cinta de goma que amarró en su brazo, seguidamente un algodón remojado en alcohol que usó para limpiar el sitio, y cuando tomó la jeringa, una media sonrisa apareció en su rostro.

—Tal vez te duela un poco.

Kise se tensó antes de que la aguja entrara en su piel, por lo que le dolió un poco más de lo normal. Sin embargo no dijo nada, se mordió los labios y frunció el ceño, no más. Kai se tardó menos de un minuto en terminar con el proceso y luego se quedó presionando levemente con un algodón el punto en el que le había puesto la vacuna.

De repente el silencio se hizo un poco pesado y tenso, Ryota no despegaba los ojos de Shibata, haciéndola sentir incómoda. Pero lo estaba haciendo a propósito, por lo que ella se apuró en terminar de ordenar las cosas en la bandeja y desapareció detrás de una puerta. El modelo estuvo a punto de irse, pero cuando se levantó de la camilla, ella reapareció por el sitio en el que se había ido. Tenía una curita y adhesivo quirúrgico.

— ¿A dónde vas?

—Creí que ya habías terminado...

—No, ven aquí —palmeó la camilla de nuevo y abrió la curita, redonda y pequeña, para ponerla en su brazo, donde le colocó la vacuna.

— ¿Por qué siempre huyes?

El corazón de Kai palpitó fuerte y rápido aunque no lo demostró. Estuvo pensando unos segundos en si responder a eso o no, realmente era una razón estúpida que no tenía nada que ver con el jugador de básquet. Pero al parecer, no tenía intenciones de irse hasta recibir una respuesta; inhaló mientras le colocaba tres banditas del adhesivo, cubriéndolas con una gasa.

—Bueno, es que siempre estas rodeado de fans gritonas y hormonales —empezó, ahogando una risita porque ahora que lo pensaba, realmente era estúpido—, y me molesta mucho el ruido, así que intento mantenerme alejada lo más posible porque me gusta estar en silencio y en paz.

Kise no dijo nada, simplemente la miró un poco sorprendido, como asimilando la información recibida.

—Pensaba que no te agradaba...

—No, para nada. Era solo eso, no puedo tener una opinión de ti porque no te conozco. Bueno, excepto por... —se interrumpió, inclinándose levemente—. Perdona por haber visto esa vez en el jardín, no fue mi intención, en serio.

— ¡No, no te preocupes! —exclamó, negando un poco con las manos— Son cosas que pasan... Por cierto, aquí tienes —mientras rebuscaba entre su mochila, seguía hablando—: tu libro. Lamento haberlo tenido tanto tiempo.

—Gracias.

Shibata tomó el texto y lo abrazó contra su pecho, mientras Kise se arreglaba la manga del uniforme y luego se colocaba la chaqueta de vuelta. Acto seguido, tomó su mochila y se bajó de la camilla, caminando hacia la salida, aunque antes de salir, se detuvo.

—Por cierto, creo que no nos presentamos correctamente —se volteó e hizo una leve inclinación—, Kise Ryota. Por favor cuida de mí.

Ella le correspondió con una sonrisa y una inclinación igual de leve.

—Shibata Kai; espero que nos llevemos bien.

Kise emprendió camino a la salida de nuevo, y mientras se iba, alzó una mano y exclamó:

— ¡Espero que pronto tengas una buena opinión sobre mí!

end of the chapter

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