二十七

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二十七
overwhelming

El sábado en la mañana, el día que se suponía que iba a tener libre, recibió una llamada que la despertó; dando un salto, atinó a contestar el celular y escuchó del otro lado una voz conocida, al fondo un poco de música, cosa gracias a la cual no necesitó pensar demasiado para saber de qué se trataba.

- ¡Eh, Shibata! ¿Puedes venir a darnos una mano? -esa persona era del arcade, y la verdad no era raro recibir llamadas de ellos, pero es que todas eran para lo mismo.

-Qué -expulsó, incorporándose en su cama y reprimiendo un bostezo-. Son las ocho de la mañana, Kobayashi. Además, es fin de semana.

-Sí, pero no te vas a arrepentir, créeme.

Kobayashi soltó una carcajada al escuchar el gemido ahogado de Kai, quien se levantó con todo el esfuerzo del mundo solamente para ir a lavarse la cara.

- ¿Qué hacen reunidos tan temprano? A ustedes les gusta sufrir.

-Aras del oficio -casi pudo ver su encogimiento de hombros-. Entonces, ¿vendrás?

- ¿Dónde están?

-El mismo sitio de siempre -se estaba aguantando un grito de felicidad, lo sabía. Shibata no solía ir con ellos.

-Dame una hora.

• • • ● • • •

Esa plaza en particular no era un sitio muy concurrido, con una amplia área plana y varios árboles haciendo sombra, era el lugar perfecto. Kai llegó tan silenciosa como siempre era, casi pasando desapercibida por las personas que bailaban con la música a todo volumen, viéndolos atentamente mientras comía un par de galletas de avena. No se acercó demasiado, era mucho ruido para su gusto; se mantuvo mirándolos unos metros más allá hasta que uno de ellos la notó, procediendo a bajar el volumen y correr hasta llegar a saludarla. Cabello castaño, ojos verdes y sonrisa como de príncipe encantador que le sacaba por lo menos unos diez centímetros de altura, ese era Kobayashi.

-Buenos días, Shibata -saludó con una sonrisa deslumbrante.

-Realmente estás muy alegre de que haya venido, ¿no es así? -ella siguió caminando hasta donde estaba el resto del grupo: un par de chicas y dos chicos más, saludando al igual que hizo con el primero de ellos.

- ¿Qué quieres que te diga? No puedo mentir -continuó el castaño. En las bocinas estaba puesta una canción movida, aunque no demasiado, como si fuera una especie de calentamiento-. Bailábamos sin ti mientras tanto para estar listos cuando llegaras.

-No he calentado de todos modos -guardó las galletas y dejó su bolso junto a todos los demás, comenzando a estirarse sin demasiado ánimo.

El de ojos verdes solamente sonrió de forma un poco más amplia y se acercó a la laptop que estaba conectada a las bocinas, seguido un poco de cerca por la recién llegada que veía lo que hacía mientras cuestionaba lo que iban a bailar.

-Bueno, ya que acabas de llegar y rebosas de energía -un poco de sarcasmo no pasó desapercibido-, considero que ésta sería una buena opción.

A pesar de que Kai torció una mueca por la elección, no dijo nada, simplemente se escapó otra pregunta de entre sus labios.

- ¿Seré el que siempre está hasta el fondo?

Kobayashi se carcajeó y la despeinó, aparentemente bastante divertido por el comentario de ella. La verdad era que a veces le gustaba ser la que estaba hasta atrás porque así no tenía que esforzarse tanto y terminar tan cansada. Pero no, su dancing squad insistía; y aunque esa persona de ojos verdes que estaba a su lado era realmente el líder del grupo, le gustaba que ella estuviera en el medio junto a él, llevando toda la atención de la gente que pasaba y los veía practicar.

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