三十五

456 81 12
                                    

三十五
journey


El viernes amaneció de forma bella y esplendorosa, las aves cantaban, no había ni una nube en el cielo, que estaba tan azul como nunca antes.

Pintaba un día perfecto.

Pero no para Kai.

—No puede ser, voy a llegar tarde —caminaba lo más rápido que podía intentando no ver ni siquiera de reojo el reloj de su muñeca, porque sabía bien que hacerlo solamente la iba a poner más nerviosa.

Casi corriendo por las calles de Tokyo, a mitad de camino a kaijo, su celular empezó a sonar; cosa que no le extrañó que fuera el rubio basquetbolista quien la llamara, con un tono apremiante en la voz.

— ¡Kaicchi! ¿¡Dónde estás!?

— ¡Lo siento, me retrasé!

—El autobús está casi a punto de partir —la voz de Kasamatsu, al fondo, solmente la hizo apresurar su marcha antes de colgar la llamada. Tuvo la sensación de que Kise iba a decirle algo, pero le restó importancia.

Diez minutos después, las puertas de la escuela se mostraron frente a sus grandes ojos, y no dejó de correr hasta que llegó al patio desde donde los jugadores ya abordaban el transporte. Kobori fue el primero que la vio llegar, hiperventilando y sudorosa, aguantándose una carcajada por lo graciosa y cansada que se veía, aunque solo hubiera corrido unas cuantas cuadras.

—No te rías —se quejó la chica, apoyándose en sus rodillas—. No… te rías.

—Enderézate, no es bueno agazaparse cuando necesitas oxígeno —advirtió el castaño, dándole un par de palmadas en la espalda.

Kai hizo lo propio, soltando una última exhalación por lo bajo, segundos antes de que una bola de energía ruidosa y amarilla la abrazara por la espalda con demasiada emoción.

— ¡Kaicchi, que alivio! ¡Pensé que no llegarías!

La morena hizo una mueca ante el grito que Kise exclamó tan cerca de su oído. Más allá estaba Kasamatsu, con las manos en jarras y negando con la cabeza, cual padre disgustado.

—Aquí estoy, lo siento —le dio un par de palmaditas en la espalda al jugador número 7, aunque aun así, él no la soltó.

—Ya déjala, Kise —inquirió el capitán de ojos azules, acercándose a ambos—, aún tiene que darme los planes de entrenamiento y nos vamos en unos minutos.

Ryota refunfuñó por lo bajo, y aunque seguía renuente a dejarla ir, la soltó, tras lo cual Kai pudo acercarse a Yukio mientras rebuscaba entre miles de papeles que había sacado de su mochila. Al final, separó tres hojas del resto, y esas fueron las que le entregó al mayor.

—El lapso de tiempo entre los cambios de entrenamiento es de tres a cinco días. También anoté el tipo de dieta que deben tener con cada rutina —explicó, cediendo los papeles—. Si alguno de los jugadores tiene una reacción distinta con alguna de las rutinas o dietas, siéntase en libertad de llamarme y decírmelo.

Tras el asentimiento y el firme gracias de parte de Kasamatsu, el mismo se retiró y abordó el autobús. El único que faltaba por subir era Kise, quien se quedó un rato más a su lado.

— ¿No vas a subir? —cuestionó ella alzando una ceja. El rubio hizo un puchero.

— ¿Kaicchi me está corriendo?

—No. Solo digo que si no subes, se irán sin ti —suspiró, dejando caer los hombros.

No lo diría en voz alta, pero iba a extrañar a ese ruidoso jugador.

Kise la abrazó tan fuerte que casi pudo escuchar sus huesos tronando. Emitió un pequeño quejido pero aún así, le devolvió el abrazo y frotó suavemente su espalda, dejando salir una imperceptible sonrisita mientras cerraba los ojos. Era la primera vez que sentía algo así, la primera vez que era tan cercana a alguien.

La primera vez que se sentía tan querida.

El rubio soltó un profundo suspiro y le dio un beso, en la comisura del labio, disfrutando del enrojecimiento en el rostro de ella. Deslizó sus dedos por su negro cabello, viviendo segundo a segundo el momento hasta que sus dedos se quedaron atorados a mitad de camino de su oscura melena, y se vio a sí mismo reflejado en sus grandes ojos negros. Finalmente se separó de ella y subió al transporte, dejándola con el corazón en la mano y un amargo sentimiento de abandono.

Pero no era como si no fuera a volver.

Kai se lo repitió como un mantra, resoplando incómoda ante la intensidad de sus propios sentimientos.

Dentro del autobús, Kasamatsu volvió a mirar a Kise de forma reprobatoria, con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

—Eso fue demasiado dramático, incluso para ti.

— ¡Senpai! ¿¡Lo vieron todo!?

—No nos lo hubiéramos perdido ni un segundo —inquirió Moriyama, con una expresión tan soñadora que a Kise le dio miedo—. Desearía ser tú, Kise, ¡para poder envolver a la hermosa Kai-chan en mis brazos y–

Pero no terminó de hablar, porque Hayakawa le había cubierto la boca con una mano.

— ¡«Espea» a la «peeña» Kai, «too»!

Nakamura se acercó al rubio junto con Kobori, y ambos le dieron una palmada en la espalda al ver la mueca de molestia que tenía tras escuchar lo que había dicho Moriyama.

—Tranquilízate, ya nos vamos —dijo el moreno, esbozando una sonrisa serena.

El vehículo empezó la marcha, y afuera, Kai observaba cómo se iba alejando, dando una profunda inhalación antes de darse media vuelta para volver a su casa. Las vacaciones de verano ya habían empezado, y ese era el último día que la escuela estaría abierta.

Pero no dio ni dos pasos, que se chocó contra alguien. Aquello no le hubiera parecido raro, de no ser porque ese día kaijo estaba particularmente vacío, y las únicas personas que habían estado ahí eran…

—Será un descanso de verano divertido.

— ¿K-Kise?

—Te lo dije, ¿no? —brilló por sí mismo. Estaba ahí, parado a su lado, sonriendo, brillando; y rayos, Kai no sabía si carcajearse o echarse a llorar de los nervios—. No iré si no va Kaicchi.

Al final, no pudo controlarse, y las lágrimas se le salieron solas mientras temblaba. Kise siempre hacía las cosas más inesperadas, siempre la tomaba por sorpresa. Se esforzaba. Y eso, eso la hacía demasiado feliz.

end of the chapter

[ 1 ] KnB ▶ yellow serendipity [PremiosKnB2017]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora