二十六

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二十六
don't think that I didn't notice it

No sabía si lo ponía feliz o triste, o si se le hacía raro, pero por los siguientes días, Kise no volvió a ver a Kai fuera de la escuela o en las prácticas; y aún en el gimnasio, ella volvió a su burbuja de "estoy-leyendo-no-me-molesten-a-menos-que-sea-una-emergencia". No era como si quisiera estar lejos, de hecho, si ella quería que fueran solo amigos, por él estaba bien. Pero quería estar con ella. Quería molestarla y escuchar su voz, y verla reír, y todas esas cosas cursis cuyo hilo de pensamientos cortó antes de que se fuera a la estratósfera.

Y de hecho ella también lo extrañaba. Sólo que no tenía cara para verlo y hablarle después de semejante rechazo solo porque no lo pensó dos veces antes de contestar.

Se sentó en su mesa junto a la ventana, como todos los días después de almuerzo, y suspiró al ver la mesa cubierta de feos rayones que escribían cualquier tipo de insultos, insultos a los que ella no le prestaba atención. Las fans de Kise podían llegar a ser realmente pesadas cuando querían.

Parece que hoy tenemos algo nuevo por aquí y por allá... —pensó, viendo las hojillas de metal, plateadas y brillantes esparcidas por la mesa—. Qué alegría que estén empezando a ser más creativas.

Mientras seguía pensando de forma distraída, apilaba las hojillas cuidadosamente para guardarlas debajo de la mesa; sacando el libro que había estado leyendo en el camino y reanudaba su lectura.

Kai no era una persona sociable de por sí, pero desde que ya no estaba con Kise 24/7, parecía que todas las chicas de la escuela la odiaban cerca de unas cincuenta veces más de lo normal. Estaba constantemente sometida a bullying, uno al que era altamente indiferente por naturaleza. Suponía que aquello no lo sabían los miembros de básquet (excepto Kobori), porque nadie le había preguntado ni comentado nada al respecto. Y hablando de básquet... no pudo continuar leyendo porque un destello amarillo que captó de reojo la distrajo un segundo.

Le hizo falta solamente sentir las miradas amenazadoras de todas las chicas en el salón para reiterar lo que ya sabía de antemano.

Oh no. Por favor que Kise no se acercara hasta su mesa...

—Kaicchi, Takeuchi-sensei nos llama en el gimnasio —antes de que terminara de hablar, ya había guardado el libro y se encontraba de pie con el bolso en el hombro.

—En seguida voy —después del asentimiento comenzó a caminar, aunque... Ryota se quedó atrás. Por un momento se tensó, pensando en que había visto la mesa y todo lo que estaba escrito, pero una vez fuera y volteando a ver se dio cuenta de que simplemente estaba hablando con un par de fans y ellas convenientemente estaban cubriendo la mesa.

Jamás pensó que llegaría a agradecerle algo a esas chicas. Una vez reanudando su camino al gimnasio, no se detuvo, ni aún cuando escuchó al rubio llamándola a lo lejos; aunque él la alcanzó y acompañó hasta que llegaron al gimnasio, el camino entero en un raro silencio un poco incómodo. La cosa era, que cuando llegaron al gimnasio, las luces estaban apagadas y no había nadie.

—Eh... ¿Kise? ¿Seguro que Takeuchi-sensei nos llamó aquí? —la puerta se cerró y como no había luz, todo quedó completamente a oscuras. Kai comenzó a frotarse los brazos con ansiedad.

Ryota encendió las luces y se le acercó, pero no se detuvo a su lado, más bien siguió caminando hasta el almacén de los balones.

—Es lindo saber que confías tanto en mí —dijo, sacando uno de los cueros y empezando a botarlo en el suelo. El eco fue ensordecedor—. Takeuchi-sensei no vino hoy a la escuela.

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