二十

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二十
green hair

La mañana del domingo habría sido un lindo día, de no ser porque empezó tan ridículamente desastrosa, que los gritos de Hayami despertaron a la mayor de los Shibata de su sueño quien, levantándose de un salto, bajó a la sala aun frotándose los ojos. Johan venía subiendo las escaleras y en cuanto vio a su hija, su rostro se torció en una mueca, como si le estuviera dando el pésame. Luego de que le palmeara el hombro, Kai sintió un escalofrío recorrerle la espalda cuando escuchó a su madre gritar el nombre de su hermano menor entre regaños.

Oh no.

Corrió lo que quedaba de escaleras directo hasta la sala, donde estaba Ryota con la cabeza gacha y Hayami, aparentemente, muy molesta. Y unos metros más allá estaba... su tarea de primera hora del lunes, destrozada.

Oh, no.

El problema no era que su hermanito fuera el responsable de una tarea rota. El problema era que esa tarea era una maqueta a escala, que se había matado haciendo a lo largo de la semana. Y ahora... tenía que comprar más materiales, y muy probablemente trasnocharse haciéndola de nuevo.

Oh... no.

• • • ● • • •

Sí, principalmente esa era la razón por la que estaba en... algún sitio muy lejos de su casa, corriendo por las calles, buscando alguna papelería abierta que tuviera todos los materiales que necesitaba. Eso, y también que al estar tan lejos de su zona normal, se había perdido por completo. Quizá el que estuviera lejos se casa significaba que debía tener más cuidado, porque definitivamente en su zona no la casi-atropellaban con normalidad, y definitivamente en su zona no habían bicicletas con una... ¿eso era una carreta?

Kai se tragó un grito y cayó sentada en el suelo del susto cuando la persona que iba manejando casi se la lleva por el medio, quedando a escasos centímetros de la rueda delantera del medio de transporte. El conductor del vehículo, un muchacho de cabello negro y ojos claros, ahogó un grito por igual y se inclinó hacia adelante cuando ella cayó al suelo.

— ¡Eh! ¿¡Estás bien!? ¡Lo siento!

Estuvo a punto de articular algo, a punto, cuando un grito que vino de la parte de atrás de la... lo que sea que fuera eso, la interrumpió.

— ¡Qué pasa, Takao!

Oh.

Pudo reconocer vagamente el cabello verde cuando esa persona se asomó por un costado, mientras Takao sonreía con nerviosismo y se volteaba hacia atrás.

—Casi atropello a alguien. ¡Pero no te preocupes, Shin-chan! ¡Ella está viva!

De algo se le hacía conocido ese cabello verde, de verdad. Pero no lograba recordarlo por más que lo intentara. Ni aun cuando esa persona se acercó y la ayudó a levantarse.

—Te conozco —dijo, sin precedentes.

Kai lo miró con una ceja alzada, pidiendo una silenciosa explicación a esa afirmación.

—Kise Ryota, ¿eso te dice algo? —el peliverde se acomodó los lentes—. Tengo miles de fotos tuyas gracias a ese idiota.

—Que Kise hace... ¿qué?

No entendía. Era todo demasiado confuso y su cerebro no tenía la suficiente capacidad mental como para procesar todo eso. Y lo siguiente que sintió fue un brazo pasar por encima de sus hombros y una persona hablando a su lado muy sonriente.

— ¡Ah, así que eres amiga de Shin-chan! ¡Sus amigos también son mis amigos, mucho gusto, soy Takao Kazunari!

—Cállate, Takao.

Mientras torcía una mueca y se soltaba del abrazo, comenzó a hablar:

—Pero nosotros no somos... —de repente, recordó un día hace tiempo, la primera vez que vio a Kise jugar en un partido de verdad— ¡Ah, te recuerdo! —exclamó, un halo de entendimiento cruzando su mente—. Estabas aquel día, en el partido de práctica contra seirin.

Midorima se acomodó los lentes, tan serio y sereno como solo él podía estarlo, y recién ahí fue que Kai se dio cuenta de la... ¿eso era una raqueta de tenis? La sostenía en su mano izquierda, los dedos de la cual estaban meticulosamente vendados.

— ¿Por qué tienes una raqueta de tenis? —cuestionó, una cara de póker tatuada en sus facciones, y Takao comenzó a carcajearse al ver la venita que se marcó en la frente del peliverde.

— ¡Esas cosas no se preguntan! —exclamó el moreno, con las manos en jarras—. Confórmate con saber que Shin-chan es raro. Por cierto, no nos dijiste tu nombre.

Ella dio un sobresalto y una leve inclinación como disculpa, un poco apenada. En el fondo de su mente, se alegró de que estuvieran en una calle poco transitada, y francamente esa era la razón por la que se había lanzado corriendo para cruzar sin ver si venía algún vehículo.

—Shibata Kai, es un gusto conocerlos.

—Bien, bien, ¡Kai-chan! —Takao le pasó un brazo por los hombros de nuevo, hablando alegremente como si antes no lo hubiera rechazado—. ¿Y qué haces por aquí? Tengo entendido que estudias en kaijo, esta zona queda bastante alejada de ahí.

—Ah, tuve un... —de nuevo, se escurrió del abrazo—... problema con mi tarea, estoy buscando una papelería, pero me he perdido. ¿Saben dónde puedo encontrar alguna?

— ¡Pero por supuesto! Móntate, te llevamos.

— ¡Takao!

Y... sí. Así fue como Kai terminó en la parte de atrás del ricksaw, con las rodillas pegadas al pecho, a un lado de Midorima, mientras éste tenía cara de pocos amigos, y Takao se esforzaba al parecer bastante para que la bicicleta se moviera.

—Si quieren puedo bajarme y sólo...

—Pedalea más rápido, Takao.

end of the chapter

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