十二

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十二
rehab center

El cielo apenas esclarecía cuando Hayami se preparaba y vestía el uniforme del centro de rehabilitación. Por mera consideración a su hija, entró en la habitación, en la que estaba ella desperezándose para prepararse e ir a la escuela, y cuando vio su cara un poco confundida simplemente atinó a sonreírle.

—Te propongo un trato —dijo la mujer, con voz baja—: faltas a clase hoy a cambio de que me acompañes al centro de rehabilitación. Ya te extrañan un poco por allá.

La joven estuvo un par de segundos procesando la petición, pero cuando despabiló por completo y terminó de analizarlo, una sonrisa le iluminó el rostro entero. Hayami supo enseguida que eso era un "sí", dándose media vuelta no sin antes advertirle que la esperaba en media hora en la cocina, cosa que Kai cumplió (o al menos trató) lo más rápido que pudo. Se arregló en tiempo récord y para cuando bajó, el desayuno estaba servido, su madre había terminado de desayunar y se hallaba tomando una taza de café.

Si había algo que Kai amaba realmente, eso era ir al centro de rehabilitación con su madre. Conocía a casi todos los pacientes regulares y podía jactarse en aprendizajes nuevos impartidos por la mujer mientras aplicaba los tratamientos. Además, estaba esta persona...

A penas llegaron la chica se bajó del auto a las carreras, parecía una niña pequeña en navidad. Hayami se carcajeó: siempre era así cuando iban al centro. Rápidamente Kai se perdió entre los pasillos mientras iba saludando por aquí y por allá, hasta llegar a una habitación en específico, donde un joven de cabello y ojos castaños yacía en la camilla. Al verla, sus facciones tomaron una expresión entre sorpresa y buen agrado, dedicándole una cálida sonrisa al momento en el que entró en el lugar.

— ¡Teppei!

— ¡Shibata, que alegría verte! ¡Hace tiempo que no venías! —exclamó mientras reía y correspondía al abrazo empezado por ella.

Kiyoshi Teppei, uno de los pacientes regulares de su madre, se había vuelto su amigo desde el primer día que llegó al centro de rehabilitación; con su sonrisa tonta y su actitud inocente y simpática se había ganado su agrado. Era una persona a la que podía contarle lo que quisiera sin miedo a ser juzgada por ello.

—Pero es raro, ¿no deberías estar en la escuela? —el castaño cuestionó, viéndola sentarse cómodamente en la silla junto a la camilla.

—Tienes razón... debería —Kai asintió emitiendo una risita, rebuscando algo en su mochila.

Una vez lo encontró, se lo tendió a Teppei de forma animada, porque bien sabía lo mucho que al mayor le gustaba comer esas cosas: le brillaron los ojos al ver el paquete de palomitas endulzadas, tomándolo con felicidad para empezar a comerlo.

—Ayer mi escuela tuvo un partido de práctica con seirin —comentó ella, poniéndose cómoda para empezar a relatar todo lo que tenía para contarle—. Perdimos.

—Así que estudias en kaijo —asintió Teppei. Eso era algo que no sabía ya que, naturalmente, desde que sus clases habían empezado no se volvieron a ver.

—Sí. Es una buena escuela, un buen equipo. Kise Ryota es el as.

— ¿Cómo es que sabes eso? No haces deportes.

Kai se cruzó de brazos mientras lo veía comer sus palomitas, con la mirada fija en la pared frente a la cama en lugar de la chica junto a ella.

—Me asignaron el cargo de los primeros auxilios en el club —rió un poco más cuando la expresión de Teppei cambió de tranquila a sorprendida—. Hubiera podido decir que no.

— ¿Ese cargo siquiera existe?

Shibata se encogió de hombros de forma despreocupada, soltando un suspiro algo demasiado largo. Kiyoshi alzó ambas cejas, esbozando una media sonrisa burlona.

— ¿Qué fue eso?

—Conocí a este muchacho...

— ¡No me digas que estás enamorada!

—... Déjame terminar de hablar —ella frunció el ceño. No le gustaba que la interrumpieran mientras hablaba—. Kise Ryota. No fue más que un accidente, pero luego no dejó de aparecer en todos lados. Es incómodo...

— ¿Porque nadie se había hecho tan cercano a ti? —completó Teppei, dedicándole una nueva sonrisa. Kai suspiró de nueva cuenta, y asintió.

—Tú eres mi amigo más cercano, pero aun así te veo casi una vez al mes, ¿me explico?

—Yo creo que deberías dejar que se acerque —habló mientras comía—, estar siempre solo es muy triste.

—No me molesta la soledad.

—Ahora no, pero en algún momento vas a querer compañía —la miró de reojo de una forma que la hizo querer volverse pequeñita y desaparecer—. Creo que es momento de ser más abierta, Shibata —concluyó con una amable sonrisa.

—Es difícil. Kise es ruidoso, intranquilo, no se queda callado jamás... es abrumador —suspiró de nuevo, cerrando un segundo los ojos—. Algo así como todo lo que nunca pedí.

Teppei ya no dijo nada; lo único que se escuchó en la habitación fue el amortiguado sonido del muchacho masticando sus dulces. Ese silencio era algo que siempre quedaba después de sus conversaciones: un ambiente tranquilo, relajado, en el que ni siquiera era necesario decir nada.

Al menos, hasta que llegó Hayami y la sesión de Kiyoshi comenzó.

• • • ● • • •

~Tienes un nuevo mensaje de texto~

De: Kise Ryota

Para: Kaicchi

Kaicchi!! Por qué no viniste a la escuela? No despertaste a tiempo? Estás enferma?? TE DUELE ALGO? ESTÁS BIEN???

Kai frunció el entrecejo y gruñó. Kise era ruidoso incluso en los mensajes de texto...

~Enviando mensaje~

De: Shibata Kai

Para: Ruidoso-Ryota

He ido al centro de rehabilitación. Estoy en la biblioteca, no pasó nada.

Deja de gritar por favor.

Guardó el celular y volvió a concentrarse en la lectura del volumen que estaba sobre la mesa: las líneas dibujaban la continuación del libro de pasta roja y negra antes recomendado. Esta vez, los colores predominantes eran el negro y el azul eléctrico. Se sorprendió pero ni rechistó cuando el mismo le fue arrebatado, suspirando al ver la persona sentada frente a su propio asiento, en la misma mesa.

—Así que te ha gustado el libro que te di —comentó, leyendo distraídamente la contra portada.

Cabello negro, ojos oliváceos, piel pálida. Su amigo de biblioteca estaba ahí.

—Ya sabes —Kai se encogió de hombros, tomando el objeto de vuelta, aunque esta vez, descansaba cerrado frente a ella—. Vi uno en la sección de business que me recordó a ti. "Elizabeth, the first CEO".

El muchacho alzó ambas cejas y asintió, acto seguido, se levantó y desapareció entre las estanterías. No lo volvió a ver hasta que apareció por el mostrador, con dos ejemplares del libro recomendado en mano.

Dos ejemplares. Como siempre que iba a retirar libros, llevándose dos del mismo tomo en lugar de uno... era algo que a Shibata le causaba tanta curiosidad, sin embargo, respetaba el trato distante entre ambos.

Ella no sabía más que su nombre y los tipos de libros que le gustaban, y viceversa.

Y así estaba perfectamente.

end of the chapter

[ 1 ] KnB ▶ yellow serendipity [PremiosKnB2017]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora