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on monday

—No tenía idea de que jugaras tan bien al básquet —murmuró Kai, caminando de vuelta a casa junto a Kise que, por algún motivo, tenía un aura rosa a su alrededor.

— ¿Qué dices, Kai-chan? Siempre me ves jugar en los entrenamientos —se volteó a mirarla y ahí ella notó la sonrisa tonta que decoraba su rostro.

Shibata suspiró, desviando la mirada. No era que le molestara que estuviera feliz, de hecho hasta le alegraba, pero aún seguía pensando que realmente él era una persona complicada. Y si no estaba equivocada, aquél comentario tenía una especie de doble intención escondida.

—En los entrenamientos no te pavoneas tanto —dijo, reprimiendo un bostezo—. Además, nunca te presto tanta atención.

— ¡Kai-chan, eres muy mala! —ante la exclamación la pelinegra frunció el ceño, mientras asentía de mala gana.

—Ahora que lo recuerdo, ibas a presentarme a alguien...

Cuando dejó salir ese murmullo, Kise se quedó estático a mitad de la acera, llamando la atención de la chica quien se detuvo para mirarlo de forma curiosa con ambas cejas alzadas.

— ¡Lo he olvidado! ¡Kai-chan ¿por qué no me dijiste nada!? —gritó, agitando los brazos. Ella frunció el ceño de nuevo y le lanzó su bolso en la cara, aunque no le hizo daño pues el rubio lo atrapó a tiempo— ¡Kai-chaaaan!

— ¡No grites!

— ¡Pero Kai-chan!

La susodicha respiró muy profundo y refunfuñó un segundo, acto seguido, se acercó y tomó su bolso de entre los brazos del contrario mientras esbozaba una ligera sonrisita porque podría molestarle demasiado el ruido, pero debía aceptar que era agradable pasar tiempo con Kise... cuando no estaba rodeado de fans, o chillando y haciendo berrinches.

— ¿Kai-chan? —ella solamente ladeó la cabeza, haciéndole saber que lo estaba escuchando—. ¿Por qué te molesta tanto el ruido?

Ella se encogió un poco de hombros, restándole importancia, a punto de cruzar para separarse de Kise y seguir su camino a casa, cuando él la tomó por el hombro para detenerla.

—En serio lamento lo de hoy... y al final ni siquiera te compensé nada —Kai se aguantó una risita al ver el puchero del muchaho.

—No es nada, ya te dije que no te preocupes. No fue tu culpa —se separó un poco, aunque la expresión triste en el rostro de Kise la hizo pensar que tal vez no estaría tranquilo hasta que de verdad hiciera algo que lo compensara.

O tal vez solo la estaba manipulando.

—Aunque... creo que podrías hacer algo para compensarlo —dijo como quien no quiere la cosa, desviando la mirada inocentemente—. Me gustan los batidos de doble chocolate, pero ya es muy tarde; ¿te parece si tomamos uno el lunes, después del partido de práctica?

La cara de Ryota se iluminó, esbozando una sonrisa de esas que son de oreja a oreja y brillan tanto que casi te dejan ciego.

— ¡Está bien! ¡Yo invito, Kai-chan!

—Sí, sí -hizo un ademán para restarle importancia, cruzando la calle-. Nos vemos el lunes.

— ¡Nos vemos!

• • • ● • • •

Y eso de verse el lunes llevaba incluido como un bonus escuchar su voz, o cualquier otra cosa que tuviera que ver con él.

— ¿Podrías decirme cómo rayos conseguiste mi número telefónico, Kise? —Kai habló entre dientes, intentando no colgar la llamada al rubio.

Tengo mis contactos, Kai-chan —inquirió con una voz coqueta, haciendo que ella se sonrojara. Por suerte no le estaba viendo el rostro.

Se suponía que ese día iría con su madre al centro de rehabilitación; la mujer era fisioterapeuta y Kai solía acompañarla a las consultas los fines de semana. Pero justo ese sábado su padre tuvo una reunión de emergencia con la junta empresarial, lo que la dejaba a ella con la obligación de cuidar a su hermano menor. Y como iba a pasarla en casa relativamente en paz, esperaba que fuera un día tranquilo, y todo iba muy bien, hasta que su celular sonó en la mañana.

Se encontraba terminando de lavar los platos en la cocina cuando el aparato comenzó a emitir una melodía. Era extraño, ya que no era una persona demasiado social como para estar recibiendo llamadas de amigos, sobre todo los fines de semana. Y cuando vio la pantalla del móvil, notó un número desconocido por lo que aún más extrañada respondió.

— ¿Hola?

— ¡KAI-CHA-

Kise ni siquiera había terminado de gritar cuando ella colgó la llamada, con un tic en el ojo izquierdo, procesando lo que pasaba y sin poder creérselo.

— ¿Hermana? —esa era la voz de su hermano, que llegaba a curiosear—. ¿Quién era?

—Nadie con quien deseara hablar un día como este, eso te lo puedo asegurar —murmuró sin apartar la vista de la pantalla del celular.

Estaba plenamente consciente de lo que había hecho y de que si volvía a llamar, en caso de que lo hiciera, su berrinche iba a ser de proporciones épicas, razón por la cual... se estaba preparando psicológicamente para la segunda llamada. Unos segundos después, el celular volvió a sonar.

Y ahí estaba, la incredulidad se podía colar a través de sus poros, al mismo tiempo que el disgusto.

¡Pero eres mala, Kai-chan! ¡Mira que colgarme así de repente!

—Eres demasiado ruidoso, Kise —explicó, pasando a salir de la cocina para ir hasta su habitación.

¿Quieres ir al karaoke? Tengo una sesión de fotos pero no saldré tan tarde —sí, olímpicamente ignoró su comentario.

De todos modos, no era como si pudiera salir ese día.

—No puedo, mis padres salieron y tengo que cuidar a mi hermano —torció una mueca mientras decía aquello entre suspiros—. Además, no quieres escucharme cantar. Por la salvedad de tu sistema auditivo.

¡Anda Kai-chan! ¡No creo que cantes tan mal!

—No tienes ni idea de lo que estás diciendo, Kise. Igual no puedo ir aunque quisiera.

Eso significa que realmente quieres ir.

—No.

¡Te descubrí!

—Como digas. Nos vemos el lunes —sentenció ella, recalcando la última palabra.

¡Nos vemos!

Un nuevo suspiro salió de sus labios cuando colgó y dejó el celular sobre su pecho. Últimamente suspiraba demasiado cuando pensaba en Kise, y de verdad no era como que le gustara. Tampoco quería acostumbrarse a él y a todo el ruido que hacía porque eso significaba dejarlo entrar a su vida y eso en definitiva no era una buena opción porque ella... no sabía cómo lidiar con las personas. Aunque fuera sumamente empática y todo lo que ello conllevaba, no era nada buena en eso de las relaciones interpersonales, por lo mismo no tenía amigos ni nada remotamente parecido.

Y pensar que por un accidente había conocido a Kise Ryota.

end of the chapter

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