二十九

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二十九
physiotherapist

- ¡A entrenar! ¡En una semana y media empieza la interhigh!

-Kasamatsu-senpai está muy animado por la interhigh...

Kai sonrió de forma torcida por la emoción del capitán, que tenía a todos los jugadores corriendo de allá para acá sin cansancio, haciendo circuitos de ejercicios y al final, un partido de práctica.

-Es de esperarse, este año hay equipos fuertes, sobre todo los que tienen integrantes de la generación de los milagros -Koji se rascó la nuca, estaba sentado en la banca tras un calambre que le había atacado la pierna derecha a mitad de uno de los ejercicios.

La morena lo miró de reojo, para luego dirigir su mirada de vuelta a la cancha. El libro que estaba leyendo reposaba cerrado a un lado suyo, mientras sus ojos oscuros estaban al pendiente de alguna posible lesión en los integrantes del club.

-Pero el nuestro también es fuerte -murmuró-, kaijo nunca ha sido una escuela débil, además este año tenemos a... -sin mencionar su nombre, simplemente miró al rubio que hacía un dunkeo en ese momento-, también es un milagro. Tiene mucho potencial por explotar.

- ¿Cómo lo sabes?- Kobori cuestionó con una sonrisa torcida, a lo que Kai le correspondió con otra casi imperceptible.

-Sé reconocer a un buen deportista cuando lo veo, senpai -encogiéndose de hombros, le restó importancia-, mi madre es fisioterapeuta y usualmente se ven deportistas más que todo por el consultorio.

-Oh, esa es la razón por la que eres tan buena en los primeros auxilios.

-Básicamente.

Kobori soltó una risita ladina mirando a la menor que simplemente veía a la cancha. Esa muchacha sabía más de lo que aparentaba, estaba seguro, sólo que no le gustaba decir las cosas a voz alta.

El silencio (interrumpido por el sonido del rebote del balón y los zapatos chirreando en el suelo) duró hasta que un tono melodioso se escuchó salir desde el bolso de la encargada de los primeros auxilios. La muchacha se apresuró a responder, con el ceño un poco fruncido al ver de quién se trataba.

- ¿Mamá? -se levantó, saliendo del gimnasio para hablar cómodamente con la mujer.

-Kai-chan, ¿crees que puedas venir al centro de rehabilitación al terminar la escuela?

-Claro, ¿está todo bien? -le emocionaba el simple hecho de pensar en ir al salir, pero al mismo tiempo era raro, su madre nunca le pedía el favor de que fuera al centro.

-Sí, no te preocupes, es sólo que necesito un poco de ayuda con el papeleo por aquí.

La morena no estaba del todo convencida, aquello no era particularmente normal.

-Está bien. Nos vemos en un rato -pero decidió dejarlo pasar. Si su madre planeaba algo, ya lo descubriría cuando llegara con ella, por ahora, colgó la llamada y volvió al gimnasio, donde los jugadores corrían alrededor de la cancha.

Vio la hora: faltaban menos de cinco minutos para que la práctica llegara a su fin. Así que esa era la razón por la que estaban corriendo.

- ¿Todo en orden? -escuchó la voz de su senpai, que tenía una ceja ligeramente alzada.

-Sí, sólo que debo ir al centro de rehabilitación al salir de aquí -asintió ligeramente, estirándose antes de tomar asiento.

Se escucharon dos palmadas sonoras, y luego todos los jugadores se dispersaron. Kai tomó sus cosas y comenzó a caminar hasta la salida, mientras guardaba en su bolso el libro que antes tuviera en las manos. Distraída, no se dio cuenta que alguien venía corriendo hacia ella, al menos hasta que lo sintió pasar por su lado y acto seguido, chocó contra él de frente.

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