十一

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十一
kise and ryota

Kise acompañó a Kai hasta la puerta de su casa. Era extraño, de hecho, era la primera vez que la acompañaba hasta allí. Siempre se separaban unas cuantas calles antes.

-Gracias por el batido -suspiró, sintiendo un escalofrío al recordar el acontecimiento con el chico fantasma.

-No es nada. Gracias por cuidar de Kurokocchi hoy -la sonrisa que esbozó hizo que un pensamiento fugaz cruzara la mente de Kai, quien no aguantó soltar una risita-. ¿Kaicchi? ¿De qué te ríes?

-Lo siento -se cubrió los labios con una mano-. Es que pareces una novia orgullosa cuando hablas de Kurokocchi.

Hubo un segundo de silencio. Dos, tres, y entonces Ryota reaccionó.

- ¿Ehhh? ¡Kaicchi! ¿¡Qué quieres decir con eso!?

La pelinegra soltó una carcajada y abrió la puerta lo más rápido que pudo, sin embargo, su burla se cortó al ver una mancha entre gris y amarilla volando fuera de la casa. Dio un salto intentando alcanzarle sin buenos resultados aunque por suerte, aquella cosa emplumada se posó directo en el hombro del as de Kaijo.

-I love you -una vocecita salió del periquito ninfa, que pegó su pico a la mejilla de Kise e hizo la onomatopeya de un beso.

- ¿Qué...? ¿¡Qué...!? ¿¡Qué es esto, Kaicchi!?

- ¡Kise, entra a la casa!

El rubio no entendía nada. En un momento se estaban despidiendo y al momento siguiente ella le gritaba que entrara al lugar; sin embargo, no refutó mucho. Dio un par de pasos preparado para entrar cuando ella le puso una mano en el pecho y evitó que siguiera avanzando.

- ¡No, tú no!

Ahora sí que estaba confundido.

¿Qué otra persona alrededor se llamaba Kise? A menos que fuera...

Una sonrisa maliciosa se instaló en sus labios, mirando de forma pícara a Kai quien, al darse cuenta, se sonrojó de la manera más escandalosa que había visto.

Al final, la chica colocó una mano junto al hombro del rubio y enseguida el animalito se subió en ella, pronunciando un animado hi que expresaba su felicidad al ver a su dueña.

-Ah no, ni creas que con eso vas a comprarme -Kai entrecerró los ojos mientras Kise (el pájaro) subía hasta su hombro a saltitos.

Por otro lado, Kise (el humano) se inclinó sobre el hombro de Shibata para ver mejor a su mascota, un periquito gris, con la cabeza amarilla, copete y los cachetes colorados. El ser emplumado ladeó un poco la cabeza, lo miró por unos segundos con atención y solto otro "I love you" seguido de la onomatopeya de un beso mientras tocaba con su pico los labios del contrario. El muchacho jadeó, dio un salto y abrió la boca en una casi perfecta "o".

- ¡¡Kaicchi!!

-Deja de gritar y de repetir mi nombre, por favor -pidió ella, presionando levemente el tabique de su nariz.

- ¿Kai-chan? -una voz provino del interior de la vivienda, por lo que Kise dedujo que se trataba de la madre de la chica-. ¿Con quién hablas?

-Un compañero de la escuela, mamá -y podía asegurar que esa era la primera vez que la escuchaba hablar en voz alta.

- ¿Un compañero? Dile que pase, quiero conocerlo.

Kai arrugó el gesto frente a él, lo que hizo que Ryota se aguantara una risita. Finalmente, con un suspiro, señaló el interior de su hogar.

- ¿Quieres pasar un momento?

Era pura educación, pero Kise pareció brillar por sí mismo de nuevo. Kai pensó que si seguían de esa forma pronto se iba a quedar ciega de tanto verlo.

- ¡Me encantaría!

Ella asintió y se hizo a un lado para dejarlo pasar. Cuando ambos entraron, quitando sus zapatos antes de pasar, el rubio miró a su alrededor casi maravillado. Ella lo invitó a dejar su bolso junto al propio en el perchero, acto seguido lo guió hasta la cocina donde estaba una mujer de liso cabello negro azabache y ojos del mismo color.

La madre de Kai.

-Mamá, te traje un regalo -inquirió la chica, haciéndose a un lado para dejar ver al rubio, quien se inclinó un poco ante la mujer.

Ella, que llevaba en sus manos un vaso, ahogó un grito de sorpresa y lo dejó caer, alertando a quien supuso era el padre de Shibata, un hombre de cabello ondulado castaño oscuro y ojos grises como la plata líquida.

- ¿¡Hayami!?

- ¡Es Kise Ryota!

-Creo que debí decirte que mi madre es tu fan... -le susurró Kai al oído, inclinándose levemente a un lado-, y que mi padre es un poco...

Ni pudo terminar. El hombre en cuestión se acercó de forma casi amenazadora con los ojos entrecerrados y mirándolo fijamente.

- ¿Quién eres y qué haces con mi hija?

-... Sobreprotector.

Mientras Hayami hiperventilaba en el fondo y Kise respondía el interrogatorio que le hacían, la primogénita del matrimonio se escabulló de forma silente hasta la sala, donde rebuscó por aquí y por allá con la vista, sin encontrar lo que quería.

- ¡Ryota, ven aquí!

Por su parte, el corazón de Kise dio un sobresalto. Vale, que estaba emocionado por haber conocido a su familia, es más, se sentía como el ganador del mundo al saber que la madre de Shibata era una fan empedernida, pero no se esperaba en absoluto que ella lo comenzara a llamar por su nombre en ese momento. Sonrió, brillando por enésima vez por sí mismo, y llegó hasta el salón donde se encontraba la chica casi dando saltitos y destilando flores, corazones y colores.

- ¿Por qué... -el tono de voz de ella decalló hasta hacerce un murmullo inaudible, cuando recién comprendió lo que pasaba-... creo que también debí decirte que mi hermano-

- ¡Hermana! -apareció, convenientemente, un muchachito de unos nueve años, cabello negro ondulado y ojos grises. Abrazó fuertemente a Kai por la cintura, en lo que ella torció una tensa media sonrisa.

El pajarito voló de su hombro y se posó sobre la cabeza del modelo.

-Mi hermano se llama Ryota.

Kise estuvo en silencio durante segundos que parecieron eternos.

Y luego, sin más, se echó a reír.

Se reía con fuerza y con ganas, porque aquella situación era demasiado cómica como para manejarlo con seriedad. Podrían llamarlo una simple coincidencia, casualidad o sincronicidad, tal vez "destino", quién sabe, pero el hecho de que Kai estuviera rodeada de tantas cosas que tuvieran que ver con él de repente lo hacía entender una parte de las razones por las que siempre buscaba huir cuando estaba cerca. Tal vez ya era demasiado con su madre siendo su fan, o con su padre siendo adicto al básquet, eso incluyendo el nombre de su hermano menor, además de la mascota de que tenía en la cabeza en ese momento.

-El periquito -de repente dijo ella, señalando al susodicho-, en realidad se llama Ryota -no sabía los motivos ni las razones, pero ese sonrojo en sus mejillas fue el más tierno que le hubiera visto antes; una imagen que no iba a olvidar jamás-. Pero desde que te conocí, comencé a llamarlo Kise... -incluso aunque había desviado la mirada y bajado el tono de voz hasta hacerlo a penas un murmullo, esos ojos del color del oro más puro no se separaban de ella-, porque ya tengo muchos Ryota's en mi vida.

Sí, por supuesto que ahora lo entendía de forma clara.

Él no era simplemente su serendipia.

Shibata Kai estaba rodeada de Kise Ryota por todos lados, y seguro como el cielo que ya no podría escapar.

end of the chapter


Sincronicidad es un principio de psicología en el que todo está relacionado, aunque no haya nada que los relacione.

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