Capítulo 43

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Finalizamos la exquisita velada culinaria en la que deleitamos nuestro paladar con manjares provenientes del vasto y generoso mar, podemos afirmar con certeza que la cena resultó ser una experiencia gastronómica verdaderamente increíble. Sabores frescos y exquisitos se fusionaron en nuestros platos.

De vuelta a la suite, nos vemos inmersos en un fascinante recorrido por las calles y avenidas de esta hermosa ciudad, donde la energía contagiosa de su gente alegre y amable nos envolvió en un cálido abrazo de hospitalidad y alegría desde el auto.

A medida que nos acercamos más, el hombre de Travis estaciona el auto. Mis ojos fueron cautivados por la majestuosidad de un exclusivo club nocturno, cuya presencia imponente y sofisticada se erigía como un faro de elegancia en medio de la vida nocturna de la metrópolis carioca, con luces titilantes y ambiente acogedor.

—Consideraba también que podríamos pasarla bien de esta manera.—Me dice ayudándome a bajar del auto.
Travis no es un hombre de ir a club, discotecas o bares y hasta donde tengo entendido no toma alcohol.

—No era necesario.—Le digo.

Al adentrarnos en el exclusivo club nocturno, hemos sido recibidos por los envolventes ritmos de una música bailable que resonaba en el ambiente, creando una atmósfera de alegría y diversión. A pesar de la escasa afluencia de asistentes, la pista de baile se veía tentadora y prometedora, invitándonos a dejarnos llevar por sus seductoras melodías y movimientos.

En medio de la animada escena, un hombre se aproxima a nuestro grupo, entablando una conversación con Travis en un tono confidencial que me dejó al margen, sin poder captar las palabras que intercambiaban.
La expresión de Travis revela un gesto de complicidad y entendimiento mutuo, mientras sus palabras parecen trazar un plan o compartir alguna información reservada.

Una vez concluida la charla, Travis toma mi mano con gentileza y nos encaminamos tras el misterioso hombre hacia una zona más apartada y tranquila del establecimiento.
El silencio relativo de este recóndito rincón contrastaba con la bulliciosa energía de la pista de baile, brindándonos un respiro bienvenido y la oportunidad de conversar en un entorno más íntimo y reservado.

A medida que nos sumergimos en esta atmósfera de privacidad, mis oídos captan la musicalidad de las diferentes lenguas y acentos que resuenan a nuestro alrededor. El sonido de las voces hablando en sus idiomas nativos resulta fascinante para mis sentidos, envolviéndome en una sinfonía de sonidos exóticos y desconocidos que despierta mi curiosidad y admiración por la diversidad lingüística y cultural presente en el lugar.

El hombre regresa con una bebida exquisita típica de la región, presentándola con elegancia y una sonrisa cálida que denota su generosidad y hospitalidad. Con gesto amable, me ofreció la copa, invitándome a probar esta maravilla bebida y secretos de la tierra que estoy explorando.

Llevo la copa a mis labios, permitiendo que el líquido transparente acariciara mi paladar con su sabor único y embriagador. Un pequeño sorbo fue suficiente para desatar una explosión de sensaciones en mi boca, donde se mezcla notas de dulzura, amargura y aromas cautivadores.

—¿Qué tal?—Me pregunta Travis.
El hombre se retira dejándonos solos.

—Me pareció bien, pruébala.—Le contesto.
Él procede a tomar un pequeño sorbo de mi bebida.

—Me gusta.—Su mirada es jurídica y un poco sorprendida.
Proseguimos gozando plenamente en el club, dejándonos llevar por la magia de cada pieza musical que resuena en nuestros oídos.

Así, entre delicadas degustaciones y saboreando cada matiz, percibo cómo mi paladar se adormece sutilmente, confirmando que me encuentro en un estado ligeramente embriagado.

You Will See Me Again ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora